Jul 16, 2024 Last Updated 4:46 PM, Jul 16, 2024

Izquierda Socialista

Un puñado de grandes monopolios transnacionales tienen el dominio absoluto de nuestras exportaciones. Los pulpos financieros controlan la especulación con el dólar y la fuga de capitales. Acá explicamos cómo terminar con todo eso, a partir de una de las medidas esenciales de nuestro programa de emergencia obrero y popular

Escribe José Castillo

Todos sabemos que la Argentina es un país rico. Produce alimentos para 400 millones de personas. Tiene gas, petróleo y varios minerales estratégicos. Sin embargo, aumentan la pobreza, los bajos salarios y el desempleo. Vamos de crisis en crisis. ¿Por qué? La respuesta es una sola: somos una semicolonia capitalista del imperialismo.

Sufrimos el saqueo de la deuda externa. Pero no solo eso. El comercio exterior (lo que se vende al exterior –exportaciones– y lo que se compra –importaciones–), quién lo hace y quién termina apropiándose de los dólares de ese negocio, es una parte esencial del mecanismo por el cual se llevan nuestras riquezas. Y que se complementa con la fuga de capitales y las bicicletas financieras que terminan en feroces devaluaciones de nuestra moneda (lo que hace, a su vez, que suban los precios y se pulvericen salarios y jubilaciones).

Por eso es fundamental, como medida complementaria a romper con el FMI y dejar de pagar la deuda, que un gobierno de los trabajadores tome el control efectivo del comercio exterior. Se trata de crear un ente estatal que, articulado con una banca también nacionalizada, tenga el manejo de esta actividad estratégica.

Ese organismo estatal de comercio exterior tendrá a su cargo diversas funciones. Determinará qué se puede exportar una vez cubiertas las necesidades populares de consumo interno. Se terminará así con cuestiones inexplicables, como que en un país con una gran industria láctea la leche sea un artículo de lujo, o que falte en las góndolas porque se prioriza la venta al exterior. O con los precios exorbitantes del pan, porque se fija el valor de la harina siguiendo el precio en dólares del trigo. Para resolver estos problemas el ente de comercio exterior adquirirá los bienes destinados a la exportación a los productores, les pagará en pesos y los acopiará antes de definir si van al consumo interno o la exportación. Tendrá la potestad, incluso, de pagarle más al pequeño productor que al grande. Luego, el Estado venderá aquello que se decide exportar, percibiendo directamente los dólares (y no como ahora, que quienes lo cobran son las multinacionales). Y así podrá definir a dónde destinar esas divisas.

Asimismo, ese ente nacional de comercio exterior será el que autorizará qué bienes se importarán, aquellos que realmente se necesiten y no estemos en condiciones de producir. Se evitará así el actual despilfarro de dólares en compras de miles de productos que terminan compitiendo y haciendo quebrar a la industria local.

La nacionalización del comercio exterior nos permitirá recuperar la potestad de elegir a quién vender y a quién comprar, en qué moneda y sobre la base de qué intereses estratégicos hacerlo, ayudando así a romper la dependencia a que siempre quieren someternos el imperialismo y sus empresas. Podremos así conquistar nuevos mercados, e incluso decidir compensar exportaciones e importaciones con algún país directamente, ahorrándonos el trámite de cobros y pagos en dólares y las comisiones millonarias de los intermediarios.
El ente de comercio exterior tomará el control de las divisas extranjeras a partir de monopolizar las exportaciones y las importaciones. Así, junto con la banca nacionalizada, estará en condiciones de decidir a quién y a qué cotización vender o comprar dólares u otras monedas. Se terminará así con la actual especulación cambiaria y la fuga de capitales.

Todo esto es lo opuesto al “vale todo” del libre cambio que tenemos con el gobierno de Macri. Pero también a “cepos”, o “comercio administrado”, donde los permisos para importar debían pasar por secretarías como la que manejaba Guillermo Moreno, u otras medidas inútiles que solo sirven para que algunos amigos del gobierno hagan sus negocios, pagos de coimas mediante.

La nacionalización del comercio exterior y de la banca son medidas esenciales para un programa de emergencia que, comenzando por la ruptura con el FMI y el no pago de la deuda, ponga la prioridad en resolver las más urgentes necesidades populares. Por supuesto que deben estar acompañadas por otras. Remitiéndonos solamente a los rubros directamente vinculados a la exportación, se impone la reestatización de todo el complejo gasífero petrolero, rescindiendo las concesiones a las multinacionales del sector y concentrando todo en una o dos empresas estatales (tal como fueron históricamente YPF y Gas del Estado), que funcionen gestionadas directamente por sus trabajadores. En lo que respecta al complejo agroexportador, será necesaria la realización de una profunda reforma agraria que expropie a los grandes terratenientes, respetando al pequeño productor y a la propiedad cooperativa, para así potenciar tanto el acceso a la tierra como un desarrollo productivo integral y equilibrado. Todo en el camino de un régimen social distinto, el único que puede garantizar el real desarrollo de la economía argentina y la satisfacción de las necesidades del pueblo trabajador: el socialismo.

 


El comercio exterior argentino copado por las multinacionales

Se trata de una realidad que viene de lejos. Es así durante el macrismo, pero también lo fue en la época kirchnerista. Un grupo de empresas transnacionales monopolizan nuestras exportaciones. Ellas venden nuestras riquezas, prácticamente no pagan impuestos, son dueñas hasta de los puertos por donde salen los productos, nadie las controla y, en la mayoría de los casos, ni siquiera reinvierten los dólares que cobran en la economía argentina.

Son un puñado de apenas quince empresas que exportan por más de 1.000 millones de dólares. Si exceptuamos a YPF y Techint, la presencia de multinacionales extranjeras es apabullante: Cargill, ADM, Bunge, Cofco y Dreyfuss aparecen como las principales exportadoras del complejo agrícola. A esto hay que sumar las terminales automotrices, todas extranjeras (Toyota, Fiat, Ford, Volkswagen). Y los pulpos transnacionales del gas y el petróleo. Así es cómo nuestras riquezas y el trabajo argentino se terminan yendo por el agujero de un comercio exterior al servicio del capital imperialista.

 

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Escribe José Castillo

El 26 de mayo de 1946 se creó el Instituto Argentino de la Promoción del Intercambio (IAPI), que pasó a funcionar dentro de la órbita del también recientemente nacionalizado Banco Central de la República Argentina. Así, durante las dos primeras presidencias de Perón (1946-1955) existió este organismo que ofició el rol de ente de nacionalización del comercio exterior.

Durante diez años el IAPI compró a los terratenientes latifundistas su producción a precios internos un 50% promedio menores que los internacionales. Y después la colocaba en el exterior, cobrando en dólares o libras esterlinas. Las grandes empresas agroexportadoras, como Cargill o Dreyfuss, perdieron también así el control que tenían sobre el comercio de granos y el privilegio de apropiarse de las superganancias que garantizaba la renta de los productos de la Pampa húmeda. Esos recursos pasaron a utilizarse para el financiamiento de diversas iniciativas, como por ejemplo la compra de bienes de capital para Ferrocarriles Argentinos, de aviones, o la financiación de la construcción del gasoducto Comodoro Rivadavia-Buenos Aires. También se dedicaron sumas importantes para otorgar créditos y subsidios para la industrialización. Por supuesto que algunos de ellos, utilizados por empresas privadas amigas del gobierno, dieron lugar a más de un caso de corrupción.

Es que, si bien el gobierno de Perón mantuvo una relativa independencia con respecto al ascendente imperialismo yanqui, no dejó de ser patronal. Y por eso no todas las acciones del IAPI son reivindicables. Cabe criticarle el denominado convenio Andes, donde se utilizaron saldos a favor del comercio con Gran Bretaña para comprar los ferrocarriles ingleses a un precio muy superior al que correspondía. O las donaciones de trigo que se realizaron a la dictadura de la España franquista al final de la Segunda Guerra Mundial, transformando a la Argentina en prácticamente el único país del mundo que sostenía ese régimen ultraderechista.

Sin embargo, y a pesar de esto, el IAPI garantizaba a la Argentina una independencia en el manejo del comercio exterior que el imperialismo y los monopolios agroexportadores no estaban dispuestos a tolerar. Su disolución, el 4 de noviembre de 1955, fue una de las primeras medidas que tomó la dictadura de la autodenominada “Revolución Libertadora” (que luego pasaría a la historia como revolución fusiladora). Otra medida fue el ingreso al FMI, destinado a transformar a la economía argentina para convertir al país en una semicolonia yanqui. Desde entonces a la fecha ningún otro gobierno peronista ha vuelto a la nacionalización del comercio exterior, medida elemental para recuperar la independencia económica perdida. No lo hicieron Cámpora, Perón e Isabel entre 1973 y 1976. Obviamente, Menem ni lo planteó entre 1989 y 1999. Pero tampoco el kirchnerismo durante sus doce años de gobierno (2003-2015) y mucho menos lo plantea ahora, que incluso sostiene que no hay que siquiera romper el acuerdo con el Fondo, sino apenas renegociarlo.

(Leer nota principal)
https://bit.ly/30RPz6d

 

Estados Unidos nuevamente avanza en un intento de agresión a Irán. Además de las sanciones económicas que restringen el comercio petrolero y metalífero iraní, Trump amenaza desplegando tropas y desde los portaaviones despacha misiles y bombarderos alegando posibles agresiones de parte del Estado de Irán.

Escribe Eduardo Ruarte

Las tensiones entre Estados Unidos e Irán se profundizan con la ruptura del Plan de Acción Integral Conjunta (PAIC), acuerdo que concretó en 2015 Obama con el gobierno de Hassan Rohani con la garantía de la participación de otros países (Alemania, Francia, Rusia, China, etc). Irán aceptaba disminuir la producción de uranio enriquecido y Estados Unidos levantaría las sanciones.

Pero en 2018 Trump rompió este acuerdo y restableció inmediatamente las sanciones contra Irán para impedir que venda petróleo a Rusia, India y China. Es así que el imperialismo, de la mano de Trump, abre una nueva etapa de inestabilidad en Oriente Medio en su afán por volver a posicionarse como gendarme ante la debacle capitalista y la crisis económica, política y social mundial.

La revolución que se produjo en Irán en 1979 llevó a la caída del régimen monárquico proyanqui del sha Reza Pahlevi. Irán se convirtió en una república teocrática, fuertemente autoritaria, manejada por el clero islámico y un sector burgués que juega, desde entonces, un papel más independiente de los Estados Unidos y enfrentado a sus planes con Israel en la región. Se consolidó en la industria de la energía con la creación de plantas nucleares y es un referente mundial en la venta de petróleo. Un gobierno capitalista que aplica planes de ajuste y reprime las protestas, persiguiendo y encarcelando a manifestantes que se movilizan producto de la crisis económica, fortaleciendo un régimen que ataca las libertades y los derechos elementales. Es aliado fundamental, junto a Rusia, del régimen de Al Assad para terminar de destruir la resistencia de la revolución siria, donde Irán toma mayor influencia en la región, en detrimento de Arabia Saudí y Turquía, principales aliados del imperialismo norteamericano.

Debido a este posicionamiento de Irán en la región Trump decide ir a la ofensiva para privilegiar los intereses imperialistas con su aliado, el Estado sionista de Israel, al que no le cayó en gracia este protagonismo que logró Irán. Es así que, luego de romper el PAIC, Estados Unidos avanza con una amenaza de agresión contra Irán denunciando que existe la posibilidad de que ataque los intereses de los aliados del imperialismo. Si bien Irán niega las denuncias, sí se dispone a retomar el desarrollo nuclear, almacenando uranio enriquecido y agua pesada, y a cerrar el estrecho de Ormuz, paso por donde circula un quinto del petróleo que consume el mundo.

Desde la Unidad Internacional de Trabajadoras y Trabajadores – Cuarta Internacional, sin ningún apoyo político al gobierno burgués de Irán, quien ajusta y reprime al pueblo iraní movilizado, somos categóricos ante el imperialismo. Repudiamos la amenaza de agresión con el despliegue armamentístico y tropas militares en la región y las sanciones aplicadas. Llamamos a trabajadoras y trabajadores y organizaciones populares de todo el mundo a organizar un repudio internacional contra Donald Trump y el imperialismo. Exigimos el levantamiento de las sanciones impuestas y el retiro de las fuerzas imperialistas de la región. Fuera el imperialismo de todo Medio Oriente.

Escribe Adolfo Santos

Con sala llena, fue presentado en Río de Janeiro el libro ¿Por qué fracasó el chavismo? en su edición en portugués. Publicado por la Corriente Socialista de los Trabajadores (CST), sección brasilera de la UIT-CI, en la presentación estuvo uno de sus autores, el dirigente de Izquierda Socialista y de la UIT-CI Miguel Sorans.

Cerca de cien compañeros participaron del evento en el Espacio Plinio de Arruda Sampaio. Profesores, trabajadores de la limpieza urbana (“garis”), funcionarios de la universidad, trabajadores del correo, una delegación de metroviarios de San Pablo y una importante delegación de jóvenes de diversas universidades de Río de Janeiro pertenecientes a la agrupación Vamos a Luta acompañaron con atención la exposición del compañero Sorans.

El interés demostrado por esta actividad se reflejó en las intervenciones que hicieron los presentes destacando la importancia de ese debate para los socialistas y sacar conclusiones de ese rotundo fracaso que resultó el proyecto chavista del socialismo del siglo XXI. Bruno da Rosa, “garis” y dirigente de la Oposición Unificada de ese sindicato, expresó: “Este debate es importante para también entender el proceso brasilero. Como dice Miguel, para que exista el socialismo y un gobierno de los trabajadores es necesario romper con tres pilares, con la burguesía, con las multinacionales y con el sistema financiero dejando de pagar la deuda. Ni el chavismo en Venezuela, ni el PT en Brasil con sus trece años de proyectos de conciliación hicieron eso, por eso terminaron traicionando a la clase trabajadora”.

Cabe destacar la presencia del compañero Pedro Fuentes, dirigente del MES/PSOL, que se dirigió a la platea, lo mismo que Ciro García, dirigente del PSTU, quien manifestó coincidencias con la posición desarrollada por Sorans en relación con el gobierno Chávez-Maduro. También estuvo presente el compañero Babá, dirigente de CST/PSOL y concejal de la ciudad de Río, quien en su intervención destacó el nefasto papel del chavismo cumpliendo religiosamente con el pago de la deuda al sistema financiero en vez de aplicar ese dinero para resolver los problemas del pueblo trabajador.

El debate que generó la presentación del libro culminó con varias ruedas de conversaciones que querían profundizar sobre este tema tan importante para los rumbos de la revolución latinoamericana. Sin dudas, el fracaso del proyecto chavista, defendido por amplios sectores de la izquierda y que la burguesía y el imperialismo utilizan para demostrar el “fracaso del socialismo”, merece un amplio debate. El libro de los compañeros Miguel Sorans y Simón Rodríguez Porras es una excelente herramienta para comprender ese fracaso y sacar las lecciones necesarias para no repetir los errores de ese falso socialismo.

Cientos de miles de estudiantes, en su mayoría adolescentes, salieron de sus escuelas y universidades a las calles en más de 1.600 ciudades y pueblos en lo que llamaron una “huelga global por el futuro” exigiendo respuestas de los políticos y empresas ante la emergencia climática que amenaza al planeta.

El movimiento está centrado en países de Europa, también en Australia, India, Colombia y Sudáfrica. Las “cumbres climáticas” terminaron en promesas huecas y con el gobierno yanqui de Trump retirándose aun de las medidas mínimas de reducción de emisiones de carbono.

Nahuelmoreno.org

Nuestro semanario. En el que te acercamos el reflejo de las luchas del movimiento obrero, las mujeres y la juventud, además un análisis de los principales hechos de la realidad nacional e internacional.

Es una herramienta fundamental para fortalecer a Izquierda Socialista y al Frente de Izquierda.

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