¿Quién fue Isadora Duncan?
Nació en 1878 en Estados Unidos. Criada entre mujeres, a los diez años Isadora comenzó a vivir de la danza. Abandonó la escuela para dar clases de baile junto a su hermana y así ayudar económicamente a su madre.
Inició sola su aprendizaje, y cuando le fue posible ingresar en una academia descubrió que el ballet era una expresión antinatural y rígida: con zapatillas de punta que lastimaban sus pies, las bailarinas debían ajustar sus cuerpos a movimientos herméticos y reglamentados. Isadora bailaba experimentando al máximo sus emociones, mostrando un sentir respecto del mundo, por eso veía el ballet cortesano como una vidriera de cuerpos oprimidos.
Su improvisación, su forma de vestir en el escenario y hasta su vida personal eran vistas como conductas disruptivas, propias de una mujer demasiado libre para la época. Esto le valió críticas, insultos, y sobre todo rechazos en el mundo del arte, que más de una vez la llevaron al borde de la indigencia. Nunca rendida, siempre luchando, llegó a Europa y allí logró fundar su academia de “Danza Futura”, que con el tiempo abrió varias sedes.
Era atea, defendía los derechos de las mujeres, el amor libre y hacía suyos los pensamientos de Darwin y Marx. Estaba en contra de la educación formal y cuestionaba no sólo el ballet, dirigido a un público de elite, sino a toda la cultura burguesa.
En un libro que recoge sus memorias, Isadora escribió sobre una experiencia que cambió su vida. En 1905, en un viaje a San Petersburgo se cruzó en el camino con un cortejo fúnebre que llevaba cuerpos de obreros asesinados. Cuenta que “habían sido fusilados porque se presentaron al Zar sin armas para pedirle un auxilio a su miseria y un poco de pan para sus mujeres y niños”. Enemiga de toda forma de injusticia, al presenciar aquella trágica escena Isadora se hizo a sí misma una promesa: “consagrar mis fuerzas al servicio del pueblo y de los oprimidos”. En marzo de 1921 fue convocada por el gobierno revolucionario para que instalara su escuela en Rusia. Y estuvo allí, practicando su arte en plena libertad, hasta que un trágico accidente le quitó la vida en el año 1927.
Fue una bailarina que se enfrentó a los estándares estéticos, una luchadora sensible frente a las injusticias, una mujer libre que se conmovió con la revolución bolchevique. Por eso, nos sentimos inspiradas por su historia y empujadas por su fuerza. Tomamos su nombre como bandera porque, como ella, somos mujeres en lucha para liberarnos de toda opresión.