¿De qué hablamos cuando hablamos de educación sexual en las escuelas?
Cuando se sancionó la Ley 26.150/06 de Educación Sexual se le agregó la palabrita “integral”. Para muchos inadvertidos, la ley era en sí una herramienta progresista. Sin embargo llevaba en su seno el germen del doble discurso propio del FPV: la palabra integral escondía la posibilidad de darle un enfoque religioso al tema, a gusto del “ideario de la comunidad escolar” (artículo 5). Por eso la Iglesia no puso el grito en el cielo.
El Ministro de Educación del PRO, Esteban Bullrich, candidato a futuro Ministro de Educación si Macri es presidente, interpretó la grieta a la perfección. Este representante de sectores católicos conservadores, vinculados al OPUS DEI, contrató a una ONG llamada “Proteger el corazón” para que realice talleres en las escuelas. En su página web esta asociación con sede en Colombia, nos adelanta los criterios que ya empezaron a desarrollar en las escuelas: el noviazgo tiene que tener proyecto (matrimonio), hay que saber contenerse, la masturbación está mal y los piyamas partys deben ser vigilados por los padres pues en ellos se usa ropa íntima y los chicos ven pornografía ¡Basta! ¡Fuera esta versión retrógrada de la formación de nuestros niños!
El reclamo de educación sexual no puede ser ingenuo. Debe ser desde la perspectiva de género, o sea planteando la realidad de existencia de relaciones de poder entre los generos, reconociendo el derecho a la identidad de género, planteando la sexualidad como parte de la vida y su disfrute como derecho a una humanidad plena.
La escuela y la lucha contra la violencia de género
El sindicato docente Ademys es un sindicato que viene tomando la delantera en la confección de propuestas de aula para tratar los temas de género en la escuela. En su página web podemos encontrar las publicaciones de Tiza en Mano N° 11 hasta la N° 16 que desarrolla propuestas didácticas para trabajar esta problemática con los estudiantes de distintos niveles. Consultar: www.ademys.org.ar