La violencia hacia las mujeres en el mundo
Según la propia Organización Mundial de la Salud (OMS), la prevalencia mundial de la violencia contra las mujeres indica que una de cada tres mujeres en el mundo ha sufrido violencia física y/o sexual por parte de su pareja o terceros, en algún momento de su vida. Sin embargo, en algunos países como Etiopía o el Estado Español, estas cifras alcanzan a dos de cada tres mujeres. Y señala que el 38% de los asesinatos de mujeres que se producen en el mundo son cometidos por su pareja o ex pareja.
También los datos indican que 2.600 millones de mujeres viven en países donde no está penada la violación dentro de la pareja y que en muchos países como Inglaterra, México, Perú o Zimbabwe, casi un tercio de las adolescentes fueron violadas en su primera relación sexual. A su vez 133 millones de mujeres sufrieron ablación de clítoris en países del África y Medio Oriente y el hecho de ser pobres, aumenta considerablemente el riesgo de sufrir un matrimonio forzado en la adolescencia e, incluso, de ser madre joven.
Pero estos datos impactantes no son una casualidad. La magnitud de las violencias que sufrimos las mujeres da cuenta de que cada golpe, cada insulto e, incluso, cada femicidio perpetrado por el simple hecho de ser mujeres no son actos individuales. Por el contrario, se trata de la resultante de un mundo que es patriarcal y también clasista, donde hay sectores sociales que se benefician con nuestra condición de oprimidas y también, explotadas. Todas las mujeres somos cosificadas, menospreciadas y convertidas en objetos de uso, de compra-venta y hasta en botines de guerra; pero mientras unas pocas gozan de los privilegios de pertenecer a la clase capitalista que se enriquece con el trabajo de las mayorías, el resto de las mujeres (la inmensa mayoría), las trabajadoras y pobres, vivimos estas violencias como un disciplinamiento que nos lleva a atravesar situaciones de superexplotación. Por eso somos las más pobres entre las pobres, cobramos menos salario que los varones y soportamos una doble jornada laboral (en la casa y el trabajo) además de ser mayormente golpeadas, violadas y maltratadas en nuestras relaciones interpersonales.
En el último siglo, el poder de la movilización de las mujeres fue inmenso y logramos conquistar muchos derechos. Pero en Argentina como en el mundo, aun nos falta mucho. Solo la organización de las mujeres independiente de los gobiernos y de la clase capitalista permitirá desarrollar las herramientas que necesitamos para lograr nuestra liberación.
El caso de India
En diciembre de 2012, India sacudió al mundo con la noticia de una violación en grupo en Nueva Delhi. La víctima fue conocida como Nirbhaya. La joven subió a un colectivo junto a su amigo y allí fueron atacados. Él perdió el conocimiento y estuvo internado debido a las lesiones provocadas por los golpes. Ella fue violada por varios hombres y como si fuera poco, la penetraron con una barra de hierro. Luego de pasar varios días en coma, murió.
India aparece a menudo en los medios de comunicación y redes sociales en hechos vinculados a la violencia hacia las mujeres. Las quemaduras con ácido, la selección prenatal, el infanticidio, los asesinatos por dote y la violencia sexual son solo algunas de las formas más frecuentes que adopta la violencia de género.
Los datos y estadísticas acerca de la situación de las mujeres en la India, provocan escalofríos: Las cifras oficiales hablan de más de 25.000 mujeres abusadas cada año, según la Oficina Nacional de Registros de Crímenes de la India.
De acuerdo a informes de las Naciones Unidas, en la India, cada hora, cuatro mujeres son violadas, muere una mujer a causa de la dote, seis niñas o mujeres son secuestradas o raptadas. Cada día cuatro mujeres o niñas dalit (las que se encuentran fuera del sistema de castas, también llamadas "parias" o "intocables") son violadas.
La última encuesta de 2013 del Congreso Nacional de Investigación sobre Economía Aplicada, señala que las mujeres consultadas dijeron sufrir una golpiza por salir de la casa sin permiso (54%), no cocinar bien (35%), e insuficientes pagos por la dote (36%).
Los ataques con ácido se han vuelto una práctica común y una respuesta del patriarcado a las jóvenes que rechazan propuestas de matrimonio, insinuaciones sexuales, etc. Los hombres que se sienten despreciados recurren al ácido como arma de represalia, como una forma de disciplinar a las mujeres. De acuerdo con el Fondo Internacional de Sobrevivientes al Ácido (organización humanitaria con sede en Londres), se calcula que cada año se producen unos 1.000 ataques con ácido en India.
Estos escalofriantes datos, sin embargo, no son exclusividad de la India. La particularidad de este caso es que, ante la brutalidad machista, las mujeres han empezado a organizarse e incluso a armarse contra los violadores. Este es un síntoma que muestra que ante la indiferencia estatal, lo que cuenta es la hermandad entre las mujeres, la autorganización y, también, la autodefensa.
Todas las formas de violencia hacia las mujeres, tienen el objetivo de disciplinarnos pero no debemos paralizarnos frente a estos números. Por el contrario, debemos hermanarnos con las mujeres indias y organizarnos con las mujeres trabajadoras y pobres del mundo por la reivindicación de nuestros derechos, en camino a la definitiva superación de la sociedad capitalista y patriarcal.