La Crisis de la Iglesia católica y la rebelión de los uniformes
A lo largo de estos meses pudimos ver, por un lado, como la Iglesia Católica puso toda su estructura al servicio de presionar a los distintos diputados y diputadas patronales de votar en contra del proyecto de ley de la campaña. Con el discurso de “salvemos las dos vidas” ocultaron la masiva exigencia del movimiento de mujeres por su derecho a elegir. Han demostrado con sus campañas, las mentiras sin ningún rigor científico sobre las cuales sustentan su defensa de “la vida desde la concepción”.
Sin embargo, y a pesar de la gran cantidad de recursos con las que cuentan gracias a los aportes millonarios que el Estado y los Gobiernos mantienen, la Iglesia Católica se enfrentó a una realidad que no logra controlar. Un gran movimiento de mujeres que incluye a un sector de mujeres católicas a favor del derecho al aborto y sobre todo a las jóvenes que copamos las calles, muchas de nosotras estudiantes de colegios católicos.
En los pañuelazos, en las calles y el 13J se vieron miles de pibxs con el pañuelo en el cuello, en la mochila y en el uniforme, desafiando la persecución que muchas sufren en los colegios, que al mismo tiempo presionan a estudiantes para que participen de las marchas contra nuestro derecho a decidir. Este acto de rebeldía refleja una enorme crisis de la Iglesia Católica que se profundiza cada vez más, en un mundo en que a través de grandes movilizaciones se cuestiona verdades impuestas por las religiones, como el concepto de familia, de pareja, el rol de las mujeres o la diversidad sexual.
Esta ruptura, desenmascara la hipocresía de algunos sectores, que se niegan en todo el país a aplicar la ley de educación sexual en las escuelas y al mismo tiempo esconde bajo la alfombra los casos de embarazos adolescentes, manteniendo a las que lo atraviesan en soledad, cruzadas por la culpa y la vergüenza.
Vamos a seguir impulsando nuestra capacidad crítica y vamos a seguir la pelea por una educación sexual laica, científica y con perspectiva de género. Y sobre todo, este 8A volvamos a ser miles exigiendo #QueSeaLey y que se respete el derecho a decidir sobre nuestros cuerpos.