Paro y algo más
Se acaba de protagonizar el quinto paro general contra el gobierno de Cristina Kirchner. El gobierno se jugó, como siempre, a desacreditar la medida. Dijo que era un “paro político” y que se le hizo “el juego a la derecha”, como señaló el dirigente ultra K de Ctera, Hugo Yasky. Pero no pudo tapar el nuevo y contundente pronunciamiento del conjunto de los trabajadores del país contra los salarios que no alcanzan para llegar a fin de mes, el impuesto a las Ganancias para quienes trabajan (mientras la renta financiera está exenta) y el 40% de la mano de obra que está en negro. Demostrando que a esta década no la ganaron los trabajadores, sino los grandes empresarios, banqueros y multinacionales.
El exitoso paro general de este 9 fue precedido por una histórica huelga de los trabajadores aceiteros que logró torcerle el brazo a patronales negreras, algunas de ellas multinacionales, y al gobierno nacional, que se puso de su lado, negándose a homologar el acuerdo en las paritarias, aunque tuvo que finalmente ceder y aceptar el “3 adelante”, como nunca lo quiso aceptar bajo el argumento reaccionario de que los aumentos de salarios generan inflación. Una huelga como pocas veces se había visto, con 25 días de paro por tiempo indeterminado, piquetes, asambleas masivas y coordinadas entre distintos sectores del gremio y de varias provincias. Con una conducción sindical que no responde a las tradicionales, que se define independiente de los gobiernos y partidos políticos (ver reportaje a los principales dirigentes en páginas 6 y 7).
El triunfo de los aceiteros y el éxito del paro general son un aliciente para fortalecer la pulseada por el salario que hay en curso. Ahora hay que pelear por la continuidad como lo mostramos en páginas centrales.
Además del paro, días previos hubo otro hecho que ha conmovido al país: las multitudinarias marchas del pasado 3 de junio, con epicentro en Congreso (también en las principales ciudades del país), contra el flagelo del femicidio. Es decir, la muerte de centenares de mujeres por el solo hecho de serlo. Despiadada violencia de género con hechos desgarradores que han impactado en lo más profundo de los sentimientos de millones. Llegándose al extremo de que se entierre viva a una adolescente embarazada por su novio; que una docente muera acuchillada por su ex pareja frente a sus alumnos, o que se acribille con una escopeta a una mujer por su ex pareja en una plaza pública. Hechos aberrantes que ocurren en esta sociedad capitalista, machista y patriarcal, a pesar de que gobierna una mujer.
El gobierno hizo aprobar una ley para “combatir” la violencia de género, pero la gran mayoría de su articulado ni siquiera se ha reglamentado. Está la ley, pero es como si no existiera, sin presupuesto. Mostrando el doble discurso K, que dice que en estos años se han “ampliado derechos”, muchos de los cuales han quedado en letra muerta. Por eso miles y miles de mujeres, acompañadas también por varones y jóvenes, estallaron a lo largo del país al grito desesperado de #NiUnaMenos. Lucha que también hay que continuar.
El paro y la marcha contra el femicidio, así como las movilizaciones contra la inseguridad, el gatillo fácil, u otras, están demostrando un creciente descontento que va dirigido contra el gobierno nacional, los provinciales, y todas las instituciones de este régimen y democracia para los de arriba (diputados y senadores, justicia, cúpulas policiales cómplices del delito, la trata de personas o ligadas directamente al narcotráfico). Colándose el malhumor social más general, por la insatisfacción ante los graves problemas sociales no resueltos.
Los políticos (y candidatos) patronales de las distintas variantes del PJ, la UCR, el PRO de Macri o el Frente Renovador, miran para otro lado. Es decir, son cómplices. Es decir, son responsables de todo lo que está ocurriendo. Por eso es tan importante, además de luchar, de ir fortaleciendo una alternativa política de los trabajadores y de la unidad de la izquierda como lo estamos haciendo con el Frente de Izquierda. Para luchar por otro país. Donde haya salarios igual a la canasta familiar, el 82% móvil y se combata los graves problemas sociales. Levantando bien alto los derechos de la mujer, de los jóvenes, jubilados y demás sectores populares. Por cambios de fondo, por otro modelo económico, sindical y político. Con dirigentes sindicales que luchen y consulten a sus bases. Con políticos que se pongan al servicio de los reclamos obreros y populares y sean la voz de quienes no la tienen, los trabajadores y demás sectores populares. Peleando por una Argentina donde gobiernen los que nunca gobernaron, los trabajadores, en camino al socialismo.
Sumarse y votar al FIT es un voto para fortalecer una alternativa que enfrente el mayor ajuste que están preparando pos elecciones. Y por los cambios de fondo que necesita el pueblo trabajador. Llamamos a apoyar las luchas; a impulsar el sindicalismo combativo y a apoyar al FIT en las campañas electorales en curso. A sumarse a nuestras charlas y actos. Llamando a que hay que cambiar por la izquierda.