Macri repite la historia del kirchnerismo: Las supuestas inversiones de China y Japón
El gobierno pretende presentar la gira de Macri por Asia como un gran logro, que traerá inversiones y nos abrirá al mundo. Las mismas mentiras que dijeron Néstor y Cristina Kirchner cuando anunciaron grandes inversiones de China que nunca se concretaron.
Escribe Gastón Cruyff
El presidente quiso vender en su gira que Argentina está viviendo una nueva etapa, donde ahora sí es posible invertir porque hay “reglas claras”, donde la inflación estaría bajando y no será un problema, y donde las relaciones laborales están siendo cada vez más flexibilizadas. Lo cierto es que el objetivo del gobierno es hacer pasar el ajuste y las condiciones de flexibilización laboral para asegurarle a las empresas, nacionales y multinacionales, un aumento en su tasa de ganancia, a costa de nuestro sudor. Los trabajadores debemos defender nuestros salarios y condiciones de trabajo, frente a la tregua que mantienen los burócratas con el gobierno. No es casualidad que el burócrata Ricardo Pignanelli, secretario general del Smata, quien dejó pasar miles de despidos y suspensiones en decenas de fábricas automotrices, haya sido uno de los invitados. En Japón celebraba junto a Macri probables inversiones y ampliaciones de plantas que hasta hace unos meses dejaban familias en la calle.
El mismo discurso que el kirchnerismo cuando gobernó también quiso imponer. Así lo denunciábamos en nuestro El Socialista N° 272, de julio del 2014: “En 2004, con la visita de Hu Jintao -anterior presidente chino- Néstor Kirchner anunció inversiones por 20.000 millones de dólares y distintos beneficios que otorgaría al país la dictadura del Partido Comunista Chino. Esas prometidas inversiones nunca llegaron. Pero el gobierno y grandes empresarios chinos fueron avanzando en suculentos negocios para ellos. En 2004 la balanza comercial era positiva para Argentina en 1.230 millones de dólares. Actualmente es deficitaria en más de 5.030 millones (de dólares)”.
Por si fuera poco, Franco Macri también está en el negocio. Dos de las seis empresas chinas con las que se reunió Mauricio son viejas socias de su familia. Tiene relaciones comerciales con China desde fines de la década del 80’. En China algunas empresas lo nombraron consejero senior para América Latina, y en su capital, Beijing, fue declarado ciudadano ilustre (La Nación 18/5). En 2004 conoció a Néstor Kirchner, y en 2010 acompañó a Cristina Kirchner a China: así consiguieron juntos un préstamo para financiar las obras -que nunca se terminaron- del tren Belgrano Cargas. También fue el mediador de la compra de 279 vagones de subte que el Estado le hizo a China, por un monto de 650 millones de dólares, sospechados de sobreprecio. Al presidente Macri, el CEO de la automotriz Chery le planteó incrementar un 20 por ciento sus ventas en el mercado argentino. Todos los Macri felices: la empresa representante exclusiva en el país es Socma.
Según el gobierno, China invertirá 17 mil millones de dólares en la financiación de los trenes San Martín y Belgrano Cargas -les cambiarían los frenos- y en la construcción de dos centrales nucleares, una en Campana, Buenos Aires, y la otra en Río Negro, provincia de Miguel Pichetto, jefe de senadores del FpV. El problema de los frenos no se resolvió entonces y sigue sin resolverse, mientras los usuarios continúan viajando en condiciones inseguras. Esto denunciaron los ferroviarios del Sarmiento en El Socialista 272: “La gran discusión desde la masacre de Once, sobre todo, es el sistema de frenos. Pues bien, el famoso ATP (automatic train protection) no va a funcionar en estos coches, ni en los viejos. En los viejos, porque no se va a incorporar el sistema, y en los nuevos, porque pese a que hay trechos en que están instalados los sensores en las vías, no puede colocarse el dispositivo en el coche por no estar previsto en su diseño. Estos coches no fueron construidos en China, sino ensamblados allí, con motores Toshiba (japoneses), frenos alemanes y sistemas de computación franceses”. Por si fuera poco, cada vagón “nuevo” costó 1.300.000 dólares, lo que significó un 40 por ciento de sobreprecio. Parte de quienes financiaron la estafa fueron el organismo internacional de financiamiento de Japón JBIC, y el Deutsche Bank alemán.
Todos los funcionarios y negociadores, tanto macristas como kirchneristas, se enriquecieron. El pueblo trabajador nunca vio las obras terminadas, pero es quien paga los sobreprecios que van a parar a las manos de estos ajustadores. Las famosas “inversiones extranjeras” nunca resolvieron las necesidades populares: ni crearon reales puestos de trabajo ni mucho menos resolvieron los problemas de las obras de infraestructura pendientes. La salida no pasa por ahí. Por el contrario, es necesario un plan alternativo, obrero y popular, que a partir de dejar de pagar la deuda externa, resuelva las urgentes necesidades de trabajo, salario, educación, salud y vivienda.