Renunció Christine Lagarde pero sigue el FMI
La máxima autoridad del Fondo Monetario Internacional renunció a su cargo, pero la política del organismo no cambiará. La amiga de Macri se va para presidir el Banco Central Europeo. El FMI seguirá reclamando el mismo ajuste gobierne quien gobierne, por eso la única salida es romper con el Fondo y dejar de pagar la deuda externa.
Escribe Gastón Godoy, Candidato a comunero en la Ciudad de Buenos Aires
En 2011 Lagarde llegó al FMI para reemplazar a otro francés, Dominique Strauss-Kahn, luego de que este fuera denunciado por violación. Se trató de lavarle la cara a un organismo desprestigiado, nombrando a su frente a “la primera mujer en la historia que encabezó el FMI”, tratando de venderlo como “más humano” y “no tan ajustador”, sobre todo en América latina, donde sufría el máximo repudio. Obviamente nada cambió, fue todo una pantalla de humo que rápidamente mostró su verdadero carácter.
En nuestro país lo vivimos en carne propia. Mauricio Macri siempre destacó y ensalzó la figura de Lagarde. No podía hacer menos: bajo su mando el FMI le otorgó a la Argentina el préstamo más grande de su historia, 57.000 millones de dólares. Nunca un país había recibido tanto dinero del Fondo. El problema es que ese dinero, destinado a pagar la deuda externa y sus intereses, deberá ser devuelto con el sudor del pueblo trabajador, que no verá un solo peso de los que llegaron, pero pondrá todos los que se van.
El kirchnerismo también colaboró en la perspectiva de sostener que el FMI “no es algo tan malvado”. Desde Kicillof, reuniéndose con los delegados del Fondo y diciendo que es posible salir de la crisis actual siguiendo atados a sus programas, hasta Alberto Fernández sosteniendo que el problema no es el programa del Fondo sino “la política de Macri”, e inclusive con Emmanuel Álvarez Agis (segundo de Kicillof cuando fue ministro de Economía) llegando a alabar al FMI diciendo que “en cuatro de los cinco países donde intervino en los últimos años el saldo fue positivo”. El kirchnerismo abona a este discurso porque quiere preparar el terreno en el caso de que vuelvan a ser gobierno.
El FMI estará ahora a cargo provisoriamente de David Lipton, segundo de Lagarde. Un personaje que siempre dijo abiertamente que si el dólar debía dispararse en la Argentina no había que evitarlo. Hay matices de perspectiva entre las personas que dirigen el Fondo sobre cómo tener una política más eficaz en los países donde intervienen. Pero en lo que no hay ninguna diferencia es en que todos están por ajustar al máximo, vía reforma laboral, fiscal y previsional.
Fuentes del macrismo y el establishment aseguran que la relación con el FMI no cambiará y celebran que así sea. Porque lo que les exige el Fondo es cada vez más ajuste y achicamiento del gasto público, una tarea que el gobierno viene aplicando a rajatabla. Salvo si se trata de agasajar al Fondo, ahí se tira manteca al techo: cuando vino Lagarde y el ministro Dujovne la recibió en su casa, contrató un servicio de comida por el que se pagaron más de 3.000 pesos por persona.
Desde Izquierda Socialista no queremos dejar lugar a dudas. Aunque el FMI cambie de nombres su política de ajuste seguirá y será el pueblo trabajador quien sufrirá las peores consecuencias. Por eso debemos romper con el Fondo y dejar de pagar la deuda externa, posición que solo sostiene el Frente de Izquierda-Unidad, en contraposición a lo que sostienen unánimente todos los candidatos patronales.