De Perón a Fernández

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De Perón a FernándezEscribe Guido Poletti

A pesar de las imágenes de Perón y Evita y del folklore de la marcha peronista, la fuerza política que ahora retorna al gobierno en nuestro país es muy distinta a aquel movimiento nacionalista que generó conquistas reales para los trabajadores y mantuvo una relativa independencia del imperialismo hace casi 80 años.

¡Vamos a volver!. Fue la consigna más cantada en los actos y concentraciones del peronismo kirchnerista. “Volvimos para ser mejores”, cerró su discurso el presidente Alberto Fernández el día de su asunción por la noche ante la multitud reunida en Plaza de Mayo.

El peronismo, otra vez, vuelve al poder. No es la primera vez que retorna. Lo hizo, con muchísima más expectativas populares que ahora, en 1973, con Cámpora y Perón. Retornó, luego de la hiperinflación alfonsinista, con Menem en 1989. Y otra vez fue gobierno luego del Argentinazo, fugazmente con Rodríguez Saá, luego con Duhalde y a partir de 2003 y durante 12 años, con el kirchnerismo de Néstor y Cristina. Ahora, tras el desastre del gobierno antipopular de Macri, el peronismo vuelve a ser el receptor del voto castigo y también de las expectativas de que “algo va a mejorar”.

Si bien ya nadie da “la vida por Perón”, el peronismo sigue siendo, para muchos, el partido más “popular”, el que supuestamente va a gobernar “priorizando a los que menos tienen”. Para esto se retrotraen a una historia de casi 80 años atrás, cuando el primer peronismo, en medio de las condiciones internacionales excepcionales del final de la Segunda Guerra Mundial, otorgó conquistas reales a la clase trabajadora: el aguinaldo, las vacaciones pagas, el fuero laboral, estatuto del peón, los hospitales públicos, los hoteles sindicales y un largo etcétera. Se nacionalizaron la banca y el comercio exterior y se estatizaron y crearon innumerables empresas, como Ferrocarriles Argentinos, Entel, Gas del Estado, Aerolíneas Argentinas, Somisa, etcétera. Ese primer peronismo se negó a ingresar al FMI.

Pero el peronismo ya hace mucho que dejó de ser ese movimiento nacionalista burgués que, con sus contradicciones y sus más y sus menos, mantuvo en el período 194555 una relativa independencia con respecto al imperialismo yanqui y garantizó conquistas reales a los trabajadores. Ya en 1973, Perón volvió tras el Cordobazo. No vino para hacer el “socialismo nacional” que esperaba la izquierda peronista, tampoco para volver a los “años felices” de la década del 40. El peronismo del ´73 al ´76 fue el del pacto social entre Rucci y Gelbard, que terminó con salarios a la baja y el ajuste del Rodrigazo a medidos del 75. Ese peronismo fue el que gobernó con Isabel, López Rega y la Triple A.

En 1989, con Menem, no vino el “salariazo” y la “revolución productiva” que pregonó en la campaña electoral. Por el contrario, llegaron las privatizaciones, los despidos en masa, Cavallo y Alsogaray. Y luego del Argentinazo llegaron los Kirchner. Con un discurso distinto, “nacional y popular”, en realidad un doble discurso. Decían que nos habíamos desendeudado, pero asumieron con 190.000 millones de deuda externa, pagaron 200.000 en efectivo y se fueron con una deuda de 240.000. Nunca derogaron la ley de entidades financieras de Martínez de Hoz, lo que permitió, como lo reconoció la propia Cristina Fernández, que “los bancos se la llevaran en pala”. Y si el primer peronismo había inaugurado el aguinaldo, el kirchnerismo fue quién prácticamente lo derogó, ya que un sector enorme de la clase trabajadora perdía un monto similar o superior teniendo que pagar el “impuesto a las ganancias”. Tras una recuperación inicial, los salarios empezaron a perder contra la inflación, que era escondida con los números truchos del Indec. Todo eso terminó en un enorme voto castigo en 2015, donde importantes sectores de la clase trabajadora y el pueblo, en forma equivocada, terminaron beneficiando a Macri.

Ahora el peronismo “vuelve” una vez más. En la foto están los gobernadores de siempre y los burócratas sindicales socios de todos los gobiernos, prometiendo “priorizar” a los más humildes. Siempre lo dijeron. Pero después, a la hora de la verdad, las banderas de la ·justicia social, soberanía política e independencia económica” una vez más serán arriadas para cumplir con los usureros externos, los bancos y multinacionales.

Ya nada quedó de ese movimiento nacionalista burgués de los 40 del siglo pasado. Políticas como la nacionalización de la banca y el comercio exterior, reestatización de las privatizadas o recuperación del gas y el petróleo, sólo las planteamos desde la izquierda. Así como la principal medida antiimperialista: dejar de pagar la deuda y romper con el FMI. Ese es el auténtico programa alternativo, de emergencia, al servicio de resolver las más urgentes necesidades populares.

 

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