Deuda externa: Votá por no pagar
La presidenta lo dijo una y mil veces: "seguiremos pagando". Mientras tanto, la deuda sigue creciendo y, lo que es peor, los compromisos de pagos del futuro inmediato. Ese es el gran punto de acuerdo entre oficialismo y oposición patronal: cumplir a rajatabla con esa hipoteca usuraria. Solo el Frente de Izquierda tiene una propuesta diferente.
Del discurso del "desendeudamiento", pasamos a ser "pagadores seriales". Los 175.000 millones de dólares pagados por los Kirchner en efectivo, no impidieron que la deuda creciera de 2003 a la fecha de 140.000 a 200.000 millones según los números oficiales. Claro que si le sumamos otras deudas no contabilizadas, pero reconocidas por el propio gobierno, ésta asciende a 250.000; y si le agregamos las deudas provinciales y la deuda privada -que, como siempre, la termina asumiendo el estado- el valor total llega a 320.000 millones de dólares.
Números tan altos a veces marean, y muchos compañeros no llegan a tener noción de qué estamos hablando efectivamente. Estamos diciendo que, por ejemplo, para 2014, los pagos de deuda (traducidos a pesos) serán 80.310,2 millones (un ¡70,4%! más que en 2013, de lejos la partida que más creció), más de cuatro veces toda la Asignación Universal por Hijo. Estamos diciendo que el gobierno insiste en que no puede eliminar el impuesto al salario porque se "perdería de recaudar" 25.000 millones de pesos: ¡pero para pagos de vencimientos de deuda regala tres veces más! Estamos diciendo, por ejemplo, que el día de la inundación de La Plata, se pagó un vencimiento "menor" de deuda... que era diez veces más que toda la ayuda prometida (y que nunca llegó) a los inundados de esa ciudad. Y no es sólo una "característica" del presupuesto actual: año tras año, las partidas para pagos de deuda triplican, y a veces cuadriplican, las dedicadas a salud, educación, vivienda o planes sociales.
El gobierno nos dice que "no se puede" eliminar el impuesto al salario; que "no se puede" dar el 82% a los jubilados -ni pagar los juicios con sentencia por mala liquidación-, que no se puede aumentar el sueldo a los maestros, médicos o enfermeras, o "que no se puede" hacer las obras de infraestructura urgentes para impedir nuevas inundaciones. ¡Claro! "No se puede" si todos los recursos que tendrían que estar dedicados a estos fines son destinados al pago de los vencimientos de deuda externa.
¿Y la oposición patronal?
La oposición de los Massa, Macri, Alfonsín, Stolbizer, Binner, Pino Solanas o Carrió, puede hablar de Boudou y su asociación con Ciccone, o de la bóveda de Lázaro Báez con Kirchner. No negamos la importancia de la corrupción en la era kirchnerista -de hecho denunciamos todos y cada uno de los casos-. Pero, hay que decirlo con todas las letras, se trata de "monedas" cuando lo comparamos con la corrupción de las corrupciones que significa la inmoral, ilegal e impagable deuda externa, contraída durante la dictadura militar, y luego reconocida, blanqueada y pagada una y cien veces por los gobiernos posteriores. Y ahí aparece la coincidencia, o más que coincidencia complicidad, entre oficialismo y oposición. Porque muchos de ellos ya gobernaron -con Alfonsín,
con Menem, con la Alianza- y fueron parte de gobiernos también "pagadores seriales". Por eso, la inmensa mayoría se "unió" al gobierno ¡tres veces! para votarle el canje de deuda primero (en 2005), la reapertura del canje (en 2010) y ahora la reapertura de la reapertura. Siempre después de jurar y perjurar que era "por última vez". Por eso la "lista" de economistas que los acompañan y asesoran son los mismos: Lavagna (el del primer canje con Kirchner) ahora está con Massa, Prat Gay (ex JP Morgan) y Loustau (ex ministro de la propia Cristina), con el Unen, Melconian y Sturzenegger (fanáticos del pago de la deuda) con Macri, por nombrar sólo a los más "destacados".
Nuestra propuesta
Desde el Frente de Izquierda denunciamos con claridad: no hay salida si seguimos pagando. Ya pasó y volverá a pasar. Cada año los montos a pagar serán mayores, cada vez más los pagos de deuda se irán "comiendo" los salarios de maestros, enfermeros, empleados públicos, jubilados y las partidas para salud y educación pública. Pero ese "ajuste sobre el hambre del pueblo" al final no servirá para nada. Como ya pasó varias veces (y está pasando ahora de vuelta) la deuda seguirá creciendo, se hará impagable, seguirá reventando las reservas (después de "comerse" otras cajas, como la de los jubilados), y todo "terminará" en una nueva y mayor devaluación, que a su vez desencadenará una ola inflacionaria que bajará más aún los salarios y jubilaciones. Y así, "vuelta a empezar". Ahí aparecerán los nuevos "canjes" y renegociaciones, para seguir pagando. No estamos inventando nada: ya pasó con Alfonsín, con Menem y, luego de 2001, con Duhalde y Kirchner. A esto nos condena el famoso "modelo" de seguir pagando la deuda externa.
El Frente de Izquierda tiene una propuesta radicalmente diferente: dejar de pagar ya, inmediatamente, la deuda externa y poner todos esos recursos al servicio de un plan económico de emergencia, obrero y popular, que dé trabajo, salario y jubilaciones dignas, salud, educación y vivienda. Se trata de la única propuesta realista, si de verdad queremos salir de la decadencia, la dependencia, y poner la economía al servicio de los intereses populares. Esto es lo que se vota "de verdad" el 27 de octubre: para fortalecer este planteo es que pedimos el voto al Frente de Izquierda, para meter diputados de izquierda en el Congreso de la Nación.
La prioridad K
El gobierno kirchnerista aumentará los pagos de deuda en 2014 más de un 70% con respecto a este año. Al mismo tiempo, para las partidas esenciales que hacen a las necesidades populares, los aumentos presupuestados son del 12% (o sea, claramente menos que la inflación, lo que implica de hecho un ajuste). Comparemos los números:
- Para pagos de deuda: se destinarán 80.310 millones de pesos
- Para Educación: 53.400
- Para Salud: 27.980
- Para "promoción social": 13.800
- Para agua potable: 9.500
- Para vivienda: 6.500
Conclusión: los pagos de deuda son equivalentes a todo el presupuesto de educación y salud sumados. O a ¡12 veces! el de vivienda (en un país con un déficit habitacional atroz).