Aniversario: 6/6/1944: a 70 años del desembarco en Normandía: Recordando el “Día D”

(Tiempo estimado: 4 - 8 minutos)

Decenas de miles de soldados desembarcaron en ese enorme operativo bélicoDesde el fin de la Segunda Guerra Mundial se fue instalando aquel enorme operativo anglo-estadounidense como la operación decisiva para lograr, casi un año después, la caída de Hitler. Fue un despliegue de gran magnitud, que aportó a la derrota del nazismo, pero lo que definió la victoria fue el papel del Ejército Rojo y el pueblo soviético.

Escribe: Mercedes Petit

Son innumerables las películas sobre el desembarco en Normandía. La más vista y premiada de los últimos años es Rescatando al soldado Ryan, del habilidoso director yanqui Spilberg*. Fue una multitudinaria operación anfibia, protegida por la aviación. Y permitió la apertura de un “segundo frente” en Europa continental, que venía demorado por casi dos años en los planes de los aliados contra el ejército nazi.

La operación “Overload”

El desembarco fue un operativo impresionante, encabezado por el general Dwight Eisenhower (presidente de los EE.UU. por el Partido Republicano en la década del 50), el británico Bernard Montgomery, y luego se sumó el yanqui George Patton. Estaba previsto para el 5 de junio, pero el mal tiempo sobre el Canal de la Mancha y la costa francesa lo demoró 24 horas. En un solo día, desembarcaron 156.000 soldados, protegidos por 12.000 aviones, entre cazas, bombardeos y transportes**. Unos 27.000 paracaidistas fueron lanzados (con distinto éxito), sobre la retaguardia alemana, para desorganizar las líneas enemigas, asegurar puentes y caminos hacia el interior y destruir nidos artilleros.

Bajaron en cinco playas cuyos nombres en clave eran Sword, Juno, Gold, Omaha y Utah. Y las obras de ingeniería de apoyo técnico incluyeron un puerto artificial (“Mulberry”) y un oleoducto submarino entre Inglaterra y Francia, cuyas iniciales eran PLUTO (el perro de Disney).

Las tropas y fortificaciones alemanas en la zona norte y este de Francia estaban al mando del célebre mariscal Rommel. Con distintos operativos de inteligencia los aliados pudieron hacer creer a los nazis que el lugar del desembarco sería el paso de Calais, y a medida que se hacía inminente la invasión concentraron sus esfuerzos allí. El desembarco en Normandía los sorprendió el primer día, aunque comenzaron de inmediato a resistir. A medida que fueron pasando los días la invasión se fue haciendo más difícil y con numerosas bajas. Fue surgiendo el fundamental problema de que las tropas yanquis y británicas no contaban ni con las armas, ni con la experiencia, ni con los comandantes necesarios para vencer a los alemanes, aunque estuvieran en igualdad numérica. Y se le sumaron las rencillas y desencuentros entre los propios generales al mando.

El progreso de las tropas terrestres fue penosamente lento. Montgomery planeaba tomar Caen el primer día, y se demoró casi dos semanas. Los yanquis pensaban romper el frente alemán en dos semanas, y tardaron siete. De todos modos, la liberación de Francia se había puesto en marcha. Roosevelt y Einsenhower querían seguir el avance hacia el este, y llegar a tomar media Alemania para fortalecerse en las negociaciones con Stalin luego de la caída de los nazis.

Los nazis cada vez más debilitados ante el Ejército Rojo

Para cuando los altos mandos británico y yanqui pudieron efectivizar su desembarco en Francia, ya había pasado más de un año desde que el Ejército Rojo había iniciado su contraofensiva en la URSS y Europa central.

Francia y casi toda Europa continental habían sido ocupadas por los nazis en 1940. El 21 de junio de 1941 comenzaron la operación Barbarroja, su exitosa invasión sobre el territorio de la URSS. Con sacrificios inmensos, el pueblo soviético fue frenando su avance. Las grandes batallas en primer lugar de Stalingrado, que triunfó en febrero de 1943 (ver El Socialista Nº 238, 13/2/2013), y luego de Kursk en julio (ver El Socialista Nº 248, 26/6/2013), fueron los hitos principales que provocaron un punto de inflexión en la guerra. Desde entonces fue avanzando el Ejército Rojo, que expulsó a la Wehrmacht del territorio soviético en mayo de 1944 (un mes antes del Día D). Los nazis tuvieron que ir concentrando cada vez más su esfuerzo bélico en el frente oriental, intentando detener el imparable avance soviético hacia Alemania y su capital Berlín.

Como dice el historiador Davies, “el esfuerzo de guerra de los soviéticos fue tan abrumador que es muy improbable que los historiadores imparciales del futuro consideren que la contribución estadounidense y británica al teatro de operaciones europeo fuese algo más que secundaria. [...] Más pronto o más tarde, tendremos que acostumbrarnos al hecho de que el papel soviético fue enorme y el papel de los aliados occidentales respetable pero modesto.”

En ese “papel respetable pero modesto” le cupo un papel destacado y principal al desembarco en Normandía.

 

* En la TV por cable se la puede ver a menudo. En estos días están pasando El día más largo de la historia, un “clásico” de 3 horas y en blanco y negro.

** Datos de los historiadores británicos Norman Davies en Europa en guerra, Planeta, 2008 y Antony Beevor en El Día D, Crítica, Barcelona 2010, entre otros.


El mito y la historia

Para la mayoría de los historiadores estadounidenses y británicos, el Día D fue el hecho militar decisivo de la segunda guerra. Esto se potencia con la propaganda masiva del cine y la educación de las generaciones sucesivas en los países occidentales. Pero cada vez más se ha ido abriendo paso el rol protagónico del Ejército Rojo y el pueblo soviético en la derrota de Hitler.

Un ejemplo de este enfoque está escrito en la colección sobre la segunda guerra que editó Planeta en 2009, en 20 fascículos. En el 14, en el último texto, en el subtítulo “¿Quién derrotó a la Wehrmacht?”, dice:

“De lo que no puede caber dudas es que el mérito de haber derrotado al ejército alemán tiene un protagonista casi exclusivo: el Ejército Rojo. Lo ha señalado perfectamente Max Hastings en su imprescindible obra Armagedón. La derrota de Alemania: «Entre junio de 1941 y diciembre de 1944, Alemania perdió 2,4 millones de hombres que murieron en el frente oriental, frente a los 202.000 que perecieron mientras hacían frente a los anglo-norteamericanos en el norte de Africa, Italia y el noroeste europeo.»

“El 22 de junio de 1944, las tropas soviéticas que, en el marco de la operación Bagration, se lanzaron al asalto de Vitebsk, se encontraban a 1.200 kilómetros de Berlín. Los soldados norteamericanos y británicos, a los que los germanos mantenían acorralados en Normandía, estaban a 1.046 km de la capital alemana. Sin embargo, fueron los soviéticos los que entraron en Berlín (y de hecho llegaron más lejos, hasta el Elba) y en Viena, después de haberlo hecho en Varsovia, Bucarest, Sofía, Belgrado y Budapest. Si los aliados occidentales pudieron avanzar con rapidez las últimas semanas de la guerra fue porque la Wehrmacht dejó de combatirlos, para que al acelerar su avance liberasen la mayor parte del territorio alemán de una ocupación soviética. Durante la guerra fría no se quiso reconocer que fue el Ejército Rojo quien derrotó a la Wehrmacht. [...] seguir negando esa realidad histórica es un absurdo, al igual que seguir ignorando la profunda significación de la operación Bragation.” (Tomo 14, página 91).

Como trotskistas hemos sido desde la década del 20 los campeones de la lucha contra Stalin, denunciando sus crímenes contra el pueblo soviético y su colosal traición a la revolución socialista mundial. También sus gruesos errores en la conducción de la guerra. Pero desde 1943 en adelante hemos venido reivindicando y destacando el papel protagónico del Ejército Rojo y el inmenso sacrificio del pueblo soviético, que permitieron el aplastamiento del Tercer Reich.


La liberación de París

La toma de París no entraba en los planes de Eisenhower. Pero con el avance aliado desde Normandía, el entusiasmo popular por un lado, y la desmoralización de la guarnición alemana en la capital, por el otro, impusieron otra realidad. Un levantamiento espontáneo del pueblo parisino obligó a los norteamericanos a desviar una división blindada al mando de un general francés y se impuso la emblemática liberación de la capital el 25 de agosto de 1944. Pasaría casi un año de lucha para que finalmente, en mayo de 1945, se lograra la rendición de los nazis ante el victorioso Ejército Rojo en Berlín.

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