Triunfo popular: Estela de Carlotto recuperó a su nieto
Una enorme alegría nos recorrió a todos al enterarnos que había finalmente aparecido Guido, el nieto de Estela de Carlotto, la histórica referente de Abuelas de Plaza de Mayo. Tras casi cuatro décadas, la lucha dio un nuevo fruto, el nieto recuperado número 114. Esto refuerza la necesidad de seguir la pelea por encontrar a los cuatrocientos chicos apropiados que aún no han sido recuperados.
Escribe: Nicolás Nuñez
La confirmación del ADN permitió terminar de reconstruir la verdadera historia del músico de Olavarría que había recibido por parte de sus apropiadores el nombre de Ignacio Hurban. Su madre, Laura Carlotto, miliante de la Juventud Universitaria Peronista, se encontraba en cautiverio en el centro clandestino de detención “La Cacha”, en las afueras de La Plata. El 26 de junio de 1978 los milicos la trasladaron al Hospital Militar de Buenos Aires, donde dio a luz y pudo estar solo cinco horas con su hijo hasta que le fue arrebatado. Le habían bastado para decidir que su nombre debía ser el de su abuelo Guido. Dos meses después fue asesinada. Fue el análisis de sus restos por parte del Equipo Argentino de Antropología Forense lo que permitió a Estela saber con certeza lo que algunos testimonios le habían adelantado: ella era abuela.
El padre de Guido fue Walmir Oscar “El Puño” Montoya, un sureño militante montonero que se había ido a La Plata para estudiar. Allí conoció a Laura, de quien el accionar genocida del ejército lo separó apenas comenzado su embarazo. “El Puño” fue secuestrado y luego asesinado el 27 de diciembre de 1977. Las actas de defunción registraban un enfrentamiento, pero los dieciséis impactos de bala que se constataron en su cuerpo daban cuenta que había sido fusilado.
Hasta el momento, todos los indicios señalan que Guido fue entregado por los militares a “Pancho” Aguilar, ex presidente de la Sociedad Rural de Olavarría y activo párticipe de las llamadas “fuerzas vivas” que colaboraban con el genocidio. Y que éste se los entregó a dos de sus peones, Clemente Hurban y Juana, quienes lo criaron en el campo. Luego vinieron sus estudios autodidactas, su vuelco a la música, sus clases, y grabaciones. Finalmente, también llegó la inquietud por su origen. Esto lo llevó a realizarse los estudios que le permitieron recuperar su identidad, y poder encontrarse a sus 36 años con Estela de Carlotto y con Hortensia Ardura, la madre de Oscar, para decirles “abuela” por primera vez.
Seguimos peleando por encontrar a los 400
Tal como el caso de Guido Montoya Carlotto, alrededor de 400 niños fueron apropiados durante la última dictadura. Una práctica combatida por la organización de las Abuelas, los organismos de derechos humanos, y los millones que se han movilizado en estas décadas contra la impunidad que construyeron los milicos, la justicia, la UCR y el PJ. Recordemos que los archivos de la dictadura, que llevaban registro de cada operativo, siguen cerrados a la investigación. Fue la movilización la que permitió tirar abajo las “leyes del perdón” (Obediencia Debida y Punto Final), y la que presionó para que avancen los juicios contra los genocidas, a pesar de las trabas que se ponen desde el estado. Es la fuerza masiva que se expresa cada 24 de marzo en las movilizaciones en todo el país la que mantiene viva una pelea contra la impunidad de ayer y hoy que los distintos gobiernos han intentado frenar. Inclusive el kirchnerismo. ¿O acaso qué otra cosa sino un intento de nuevo “Punto Final”, de un “no jodan más con los juicios”, ha sido la designación del genocida Cesar Milani al frente del Ejército?
Festejamos la recuperación de este nuevo nieto porque es un golpe al plan sistemático de exterminio que llevaron adelante los militares, que incluía no solo el asesinato de una generación de luchadores, sino también el borramiento de la identidad de sus hijos. Intentaron “ejemplificar” para que nadie vuelva a atraverse a enfrentar la entrega y el ajuste de nuestro país. Pero las nuevas generaciones lejos de eso siguieron peleando, y gritando que “no hay olvido ni perdón”.
Rechazamos los intentos del gobierno de apropiarse de un logro que es del conjunto del pueblo argentino, que nunca dejó de pelear, ni de buscar a sus nietos. Y seguimos exigiendo medidas de fondo que permitan tanto recuperar a los cientos que aún faltan, como también juzgar a los miles de partícipes del genocidio aún impunes, empezando por Milani.
Juliana García: “El gobierno tiene que abrir los archivos de la dictadura”
Juliana Garcia es militante de Izquierda Socialista y trabaja en Abuelas de Plaza de Mayo, es hija de desaparecidos y encontró en 2009 a su hermana que había sido apropiada durante la dictadura. Conversamos con ella sobre cómo seguir la pelea por encontrar a los cientos de nietos apropiados que aún faltan. Esto nos dijo: “A 38 años del golpe hay cientos que continúan viviendo bajo las botas de la dictadura, para quienes no existe ninguna democracia, no saben siquiera quiénes son. Por eso, es muy importante que quienes tengan dudas sobre su identidad sigan acercándose a Abuelas, y así mismo darle amplia difusión a las campañas de concientización. Pero con eso no basta. Con el caso a caso, para cuando encontremos a los nietos que faltan, sus abuelas, que tanto los buscaron, ya habrán fallecido. El gobierno debería tomar medidas concretas contra la impunidad como abrir los archivos de la dictadura donde se guardó un puntilloso detalle de cada operativo, muchos de los cuales implicaron el asesinato de padres, y el secuestro de hijos, o mujeres embarazadas. El gobierno se llena la boca hablando de la pelea por los derechos humanos pero cubre a los genocidas, al mismo tiempo que mantiene a cientos aún en funciones en el ejército y el conjunto de las fuerzas represivas. Hay que invertir la carga de la prueba y hacer hablar a los milicos partícipes de esos operativos, para juzgarlos y saber qué hicieron con los chicos apropiados. Pero el gobierno va por otro lado, con la designación de Milani busca una política de “reconciliación”. Nosotros seguimos dando pelea y levantando la bandera de ninguna reconciliación, ni olvido ni perdón.”