Ebola: una enfermedad del capitalismo
Escribe: Miguel Lamas
Desde la más remota antigüedad hay registros de pestes que afectaron a miles o millones de seres humanos. El gran avance de la medicina, que se produjo en la etapa de ascenso del capitalismo, desterró o redujo al mínimo muchas de ellas, como el cólera, la peste negra, etcétera. Pero la decadencia del capitalismo y la feroz disputa por la ganancia, una dinámica inevitable del sistema, está produciendo nuevas plagas (como anteriormente el sida y ahora el ébola), y reviviendo viejas.
Se curan las enfermedades de los países más ricos, pero las que se propagan durante años en los países pobres no merecen atención (porque no dan ganancia para las multinacionales de la producción de medicamentos). Eso ocurrió con el ébola, que fue detectado en Africa hace casi 30 años y nunca mereció atención, hasta ahora que amenaza con propagarse a Europa y Estados Unidos. Lo mismo había ocurrido hace 30 años con el sida.
El profesor de la Universidad Nacional Autónoma de México, Alberto Palacios Boix, ha vinculado el origen del ébola con la pobreza alimentaria existente en ciertas zonas de África Occidental, donde las fuentes de proteínas escasean y los nativos comen antílope, murciélago o puercoespines junto con ciertos primates, que actúan como vectores naturales del ébola y, con ello, contraen la enfermedad. ¿Por qué comen animales sin ningún control sanitario los nativos? Es obvio, porque no tienen comida mejor y generalmente fueron despojados de sus tierras y fuentes antiguas de alimentación. Tampoco tienen agua potable en muchos casos, ni adecuado control sanitario.
En este sentido, Palacios Boix remarca que el ébola es una plaga actual, que ya ha tenido varias oleadas en la penumbra del Africa “más depauperada”, y que “no tiene cura”. Se trata, añade, de un virus de la familia ‘filoviridae’ descubierto en 1976 y que “penetra los tejidos a través de heridas por contacto directo con secreciones o fluidos corporales del paciente infectado” (Europa Press). Con el ejército están custodiando los hospitales de Sierra Leona para que los pacientes no intenten escaparse. Muy probablemente están condenados a muerte.
Hay estimaciones que señalan que desde febrero ha habido en África 600.000 muertes por tuberculosis y 300.000 por malaria. Recordemos que la mortandad por tuberculosis está asociada al sida: según la Organización Mundial de la Salud, en África, el 37% de las muertes por esta enfermedad corresponden a personas infectadas por el VIH. En estos momentos no hay ni 2.000 muertes por el ébola.
La diferencia es que el ébola, por ahora, es imparable y puede propagarse a occidente. En medio de este clima de terror, las multinacionales del laboratorio ya olfatearon altas ganancias. La empresa estadounidense Mapp Biopharmaceutical Inc quiere probar su medicamento experimental, y ha tenido que ser el propio presidente Barack Obama el que ha pedido prudencia en el uso de esos fármacos.
En cualquier caso se demuestra que el capitalismo, sus multinacionales y gobiernos, de la mano de la Organización Mundial de la Salud, supuestamente creada para proteger “la salud” mundial, cada vez protegen menos. Sin desterrar al capitalismo, la vida humana está cada vez más expuesta.