¿Otro canje más? Se sigue agrandando la deuda

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El kirchnerismo llega así al final de su mandato dejando, tal como todos los gobiernos de las últimas décadas, una hipoteca agrandada: la bola de nieve infernal de la deuda externaTermina el 2014. El año que se derrumbó definitivamente el doble discurso del “desendeudamiento”. Después de pagarle al Ciadi, a Repsol y al Club de París, los yanquis “no se sintieron conmovidos en lo más mínimo” por el “gesto” del gobierno. Juez Griesa mediante, apareció la exigencia del pago a los fondos buitre. Ahí nos desayunamos que los dos canjes anteriores (2005 y 2010) no habían sido ninguna genialidad de los Kirchner. Salieron a la luz las cláusulas que nos colocaban ante un callejón sin salida: si no le pagábamos a los buitres, Griesa no dejaba transferir los fondos al resto de los acreedores. Si le pagábamos, los otros acreedores podían exigir igual trato. El propio ministerio de Economía reconoció que corríamos el riesgo que la deuda se disparara arriba de los 500.000 millones de dólares.

Los meses que siguieron fueron de exacerbación de ese doble discurso. Mientras la presidente Cristina Fernández y Kicillof se desgañitaban con la consigna “Patria o Buitres”, al mismo tiempo se despositaban religiosamente los vencimientos a los bonistas en una cuenta del Banco Nación, “a disposición de los acreedores”, y se seguía aumentando el endeudamiento vía el lanzamiento de un nuevo Bono (el llamado Dollar Linked) con el objetivo de estabilizar provisoriamente el tipo de cambio.

La realidad es que, mientras la deuda siguió creciendo (el gobierno reconoce ya más de 200.000 millones de dólares, pero lo cierto es que ya estamos en 300.000), el año próximo hay vencimientos por 15.000 millones. Con reservas disponibles apenas por encima de los 17.000 millones, y teniendo además que pagar “la factura” del combustible, no hay dinero que alcance.

Por eso Kicillof apela a la remanida estrategia de un “nuevo canje”. Ofrece pagar ahora el Boden 2015 (el mayor vencimiento del año próximo, por 6.000 millones de dólares) canjeándolo por un nuevo Bono al 2024, con la tasa de interés más alta del mundo y pagos semestrales de intereses. Como siempre, “patear la pelota para adelante”, más allá de la frontera de diciembre del año que viene. Esta ingeniería financiera nos costará 3.000 millones más de dólares de nuevo endeudamiento. Pero eso no es lo peor: sigue quedando pendiente la negociación con los fondos buitre, que se “abre” a partir del primero de enero. Más allá de cómo terminen los avatares de esa comedia, la voluntad del gobierno es clarísima: reconocer esa deuda y pagarla.

El kirchnerismo llega así al final de su mandato dejando, tal como todos los gobiernos de las últimas décadas, una hipoteca agrandada: la bola de nieve infernal de la deuda externa. La oposición patronal, más allá de sus cacareos contra el gobierno por otros temas, cierra filas con el oficialismo: todos están por pagar. Por eso se torna urgente pelear por la salida que sólo plantea el programa del Frente de Izquierda: dejar de pagar ya cualquier concepto de deuda externa, y poner todos esos recursos al servicio de las necesidades más urgentes del pueblo trabajador.

J.C.

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