Daniel Scioli fue señalado por el kirchnerismo como el candidato de los `90 y de las corporaciones. Pero Cristina lo terminó proclamando, bajando a Randazzo de un plumazo y colocándole a Zanini. Un manejo autoritario que ha generado crisis en votantes del Frente para la Victoria. Muchos trabajadores y jóvenes se resisten a optar por el actual gobernador de la provincia de Buenos Aires. Un espacio que el FIT tiene que salir a disputar.

Escribe: Atilio Salusso

El kirchnerismo y Scioli terminaron de pactar para las presidenciales. Esto ha descolocado a gran parte de los votantes K. Es que el Frente para la Victoria vino diciendo que Scioli era el candidato de los fondos buitre, Clarín, el ajuste de los años `90, las corporaciones y Estados Unidos. Incluso, que Scioli era igual que Macri y Massa. Eso se la pasaron diciendo los intelectuales de Carta Abierta, hasta el propio Randazzo, Hebe de Bonafini y D ́Elía. Postulando en cambio al “hombre de los trenes y los documentos de identidad”, como le dicen al ministro Randazzo, a quien bajaron de un día para el otro. Ante esto, honestos sectores kirchneristas que equivocadamente aún creen que el gobierno es “progresista”, se niegan a tragarse el sapo de tener que votar a Scioli. Se puso en evidencia que “el relato” es un gran doble discurso.

Por su parte, Scioli venía postulando su slogan “continuidad con cambio”. Intentaba mostrar que iba a mantener las políticas “virtuosas” del kirchnerismo (para capitalizar el voto K) y “rever” las negativas (para ganar a los que están abandonando al gobierno). Pero desde el momento en que le pusieron de vice al monje negro que venía actuando en las sombras, Carlos Zannini, a Scioli se le esfumó la consigna: ahora es pura “continuidad”. Continuidad de un modelo de pobreza y corrupción. Y si miramos la actuación de Zannini en estos años, será muy difícil encontrar diferencias con el “derechista” Scioli: Zannini fue el protector de Boudou y junto con Kicillof, el promotor de los pagos al Club de París (donde se pagó hasta los intereses punitorios); de los 10.000 millones de dólares para indemnizar a Repsol (a pesar del saqueo del petróleo y el gas) y ahora, el mentor de una futura renegociación global de la deuda externa, incluidos los fondos buitre.

Scioli prepara un mayor ajuste

Scioli ya adelanta lo que podría pasar si llega a la presidencia. Hace algunos meses le dejó de pagar el sueldo a 700 docentes de Tigre. Son 60.000 los docentes bonaerenses a quienes se les liquida mal sus salarios, generando deudas en algunos casos de 5 a 6 mil pesos por docente. A Scioli le ha dado su apoyo la burocracia sindical oficialista de Caló, Pignanelli y Gerardo Martínez. Viajó para ser bendecido por Estados Unidos. Se apresta a gobernar con los grandes empresarios y, ante la inseguridad, lo único que hace es nombrar a más policías y comprar más patrulleros, como si esto fuera la solución.

En el conurbano la pobreza crece. Las villas miseria se han extendido. Ni qué hablar de la salud y educación públicas. Y es al día de hoy que los inundados de La Plata están esperando las obras que Scioli les prometió, dejando a los vecinos ante el peligro de una nueva catástrofe evitable. Los Familiares de las Víctimas de la inundación recuerdan siempre cuando Scioli negó la cantidad real de muertos.

El economista de Scioli (Miguel Bein) habla de devaluar; de reducir el gasto público (menos personal en hospitales y escuelas y menos partidas sociales para salud, educación, vivienda). Dejando la vía libre, no solo para continuar con este “modelo” de salarios y jubilaciones de pobreza, sino para avanzar aún más sobre los derechos elementales de los trabajadores y demás sectores populares.

Por eso, amigo lector, si tenía la idea de votar por Scioli, le advertimos que no lo haga. Porque le va a salir De Vido, Alperovich, Viviani, Aníbal Fernández, Othacehé, Curto y tantos otros impresentables que van de candidatos en los distintos distritos por el Frente para la Victoria.