El fraude de los partidos tradicionales no se lleva a cabo solo en Tucumán. Se impone, bajo distintas formas, en todo el país. ¿Cómo combatirlo?

Escribe: Juan Carlos Giordano Diputado nacional electo

El fraude en Tucumán ha generado una enorme crisis política. A tal punto que hubo un fallo inédito de una cámara tucumana que anuló la elección del pasado 23 de agosto, y resolvió que se hagan nuevas elecciones. Esto motivó una cadena nacional de Cristina, diciendo que esto era “un golpe de estado judicial” y un “atentado al sistema democrático”.

El abogado constitucionalista del kirchnerismo, que viene del Partido Comunista, Eduardo Barcesat, dijo que fue una “sedición”.

¡Pero para la presidente no es ningún “atentado” la quema de urnas y un sistema de acoples (como hay en Tucumán), sumatoria de votos o ley de lemas, como la que se usa en Santa Cruz, para perpetuarse en el poder! También Cristina dijo que “no quieren que voten los pobres”. No. Lo que no se quiere es que se haga el peor de los clientelismo con la pobreza.

Ahora, de apuro, y trabajando hasta ¡un sábado!, la Corte Suprema tucumana, adicta al gobernador Alperovich del Frente para la Victoria, revocó el fallo que anuló la elección y proclamó ganador a Manzur, el candidato de Scioli y Cristina. A tal punto es una justicia adicta que la noticia la hizo pública... ¡el apoderado del Frente para la Victoria de esa provincia! Controversia que se dirimirá en la Corte Suprema de la Nación.

Incluso se puede dar el caso que si esto no está resuelto el 29 de octubre, cuando se debe operar el cambio de gobierno, haya una acefalía. Por eso el gobierno nacional amenazó con la intervención federal, un recurso antidemocrático para que el kirchnerismo pueda seguir haciendo lo que quiera en esa provincia. Un recurso que se implementó en décadas pasadas por gobiernos anteriores, sin nada favorable para el pueblo trabajador.

Por su lado, la oposición patronal (Macri, UCR, Massa) se hace la “transparente”, pero la UCR y su candidato José Cano nunca pidieron la nulidad de la elección. Solo ese reclamo quedó en manos del Frente de Izquierda. El logro de que se haya cuestionado de fondo la elección fue por la movilización de amplios sectores populares, no de la UCR o Macri.

Se sigue imponiendo en esa provincia que se lleven a cabo elecciones libres y democráticas, sin “acoples”, para que se respete la voluntad popular.

El fraude es nacional

La Cámara Nacional Electoral, el 15 de este mes, abrió el paraguas. Convocó a una reunión a los apoderados de todos los partidos de la cual solo salieron “consejos” para limar algunas irregularidades que pudieran ocurrir el 25 de octubre, sin que tome ninguna medida concreta para evitar el fraude.

Muchos dicen que la boleta única o el voto electrónico evitaría el robo de boletas, pero ni siquiera la implementan, más allá de los reparos sobre esos sistemas de votación.

Aquellos que quieran limitar el fraude a Tucumán, se equivocan. El fraude y el sistema electoral antidemocrático reina en todo el país. Si se quiere de verdad com- batir el fraude, además de terminar con la pobreza (carne de cultivo del clientelismo), hay que democratizar todo el sistema electoral. Empezando por anular las PASO y su piso proscriptivo, y todas las leyes que permiten sumar votos entre distintas listas para los viejos aparatos (acoples, ley de lemas, sumatorias, etcétera). También hay que eliminar el piso del 3% del padrón electoral que se exige para poder entrar en el reparto de los cargos, ocasionando que muchas veces la izquierda saque cientos de miles de votos y no llegue a tener diputados por esa disposición, cuando con mucho menos votos las bancas se las quedan los partidos tradicionales.

Se tendría que considerar el país como distrito electoral único con diputados electos proporcionalmente, sumando todos los votos que se saque nacionalmente, posibilitando de esa manera que la izquierda acceda al Congreso, legislaturas y concejos deliberantes en igualdad de condiciones.

Todos hablan de “democracia”, pero estamos ante un sistema completamente antidemocrático. Bajo un régimen presidencialista con plenos poderes; una cámara de Senadores que habría que eliminar por antidemocrática (que cobija con fueros a políticos corruptos corridos por la bronca popular, como Menem y Angeloz); y terminar con la perpetuidad de los jueces, quienes deberían ser elegidos por el voto popular y ganar como una maestra, igual que los diputados.

Estas reformas solo podrán ser impuestas con lucha y movilización. La lucha contra el fraude en Tucumán es un aliciente para pelear por más garantías democráticas al servicio de que se respete la voluntad popular del electorado, en contra de todas las maniobras fraudulentas de los aparatos clientelares de los partidos patronales.

No al fraude contra la izquierda

Recientemente se supo que el Partido Obrero (en el FIT) pasó las Paso en Chaco, previo a que se abrieran muchas urnas donde aparecían cero votos para dicho partido. Apertura de urnas que se negaron a respaldar tanto el Frente para la Victoria como el PRO y la UCR.

Recordemos cuando en la elección de 2013 en Córdoba se le impidió mediante fraude al FIT que Liliana Olivero de Izquierda Socialista sea diputada nacional. Le pusieron las boletas de las Paso en las elecciones generales y consideraron nulos esos votos. La justicia, el PJ y la UCR se negaron a abrir las urnas.

En las pasadas elecciones en Santa Fe, se paró el escrutinio provisorio cuando faltaba contar 800 mesas (240.000 votos). El FIT, según decían, no había pasado las PASO, pero al contarse los votos en el escrutinio definitivo, la superó. Y en las Paso de La Rioja y San Juan, directamente el correo no distribuyó las boletas del Frente de Izquierda en gran parte de las escuelas. Esto muestra que la izquierda muchas veces tiene los votos y “no llega”, por el fraude. Por eso hay que anotarse como fiscal para defender los votos del FIT el 25 de octubre.