2.800 millones de dólares para las empresas: El robo del gas

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Hay que anular el tarifazo del gasMás del 70% de la tarifa del gas se explica por el “precio en boca de pozo”. Con el aumento que momentáneamente se frenó, las gasíferas se quedan con 2.800 millones de dólares. El gobierno de Macri las sigue premiando con el tarifazo y subsidios millonarios que van a los bolsillos de los pulpos del sector.

Escribe: José Castillo

Se llama “Precio de ingreso al sistema de transporte” (PIST). Es lo que se paga a las empresas extractoras: YPF, Tecpetrol (Techint), Panamerican Energy (Bulgheroni más capitales británicos y chinos), Total (francesa), Pluspetrol (Pérez Companc), Oil & Gas Development (Shell). Luego estas firmas monopólicas se lo venden a una de las transportadoras (Gas del Norte y Gas del Sur), y finalmente estas últimas a las distribuidoras locales (Metrogas, Camuzzi, etcétera), que son las que emiten la boleta que llega al usuario.

Pero la crema del negocio queda en el primer paso. Empecemos por “la pregunta del millón”, la que sistemáticamente se negó a responder el ministro Aranguren en la audiencia de la Cámara de Diputados de la semana pasada: ¿cuál es el costo de extracción de ese gas? “Es imposible responder; en cada pozo es distinto”, se excusó Aranguren. Veamos.

En el año 2002, el costo medio por millón de BTU (unidad de medida inglesa) era de 0,70 centavos de dólar. En Loma de la Lata (el mayor y más moderno de los yacimientos) oscilaba entre 0,14 y 0,25. El gas off-shore (que era el más caro de extraer) costaba 0,97 centavos. Luego vino el alza internacional de los precios del petróleo y todas las empresas inflaron sus costos para cobrar más también por el gas. Lo pudieron hacer porque desde la privatización de YPF nadie controla in situ nada. El “costo” es el que dicen las empresas en sus declaraciones juradas.

Expertos de la Fundación Bariloche insisten que bajo ningún punto de vista el costo del gas argentino supera los 2 dólares el millón de BTU. ¡Sin embargo el gobierno macrista aumentó el precio en boca de pozo a 5 dólares, 100% más que el valor anterior! ¡Un auténtico regalo de 2.800 millones de dólares anuales a las petroleras! Entre ellas Oil & Gas Development, propiedad de Shell, de la que el ministro es accionista. La situación es más escandalosa aún si observamos que ya antes de este aumento, las empresas cobraban por el gas a boca de pozo 2,60 dólares el millón de BTU, un precio 30% superior al que se paga en Canadá o los Estados Unidos (donde los usuarios residenciales pagan 1,80 y 2,20 dólares).

Acá está el corazón del saqueo. Si no se les paga lo que quieren, los pulpos petroleros bajan la producción, dejando que el gas “se ventee” (o sea, que se pierda) o lo reinyectan a los pozos cuando extraen petróleo. Y de esa forma chantajean diciendo que “no les dan los costos”.

Tampoco es cierto que los nuevos valores son para garantizar nuevas inversiones en exploración y explotación de gas no convencional. En lo que fue uno de los tantos regalos del kirchnerismo (ver Cómplice del saqueo) por ese “gas nuevo” los pulpos petroleros ya tienen garantizado que cobrarán 7,5 dólares el millón de BTU. En definitiva, se trata de un robo brutal, que quieren hacernos pagar a los usuarios.

Todo esto desnuda que la salida de fondo, además de anular el tarifazo, pasa por terminar con este esquema, intocable desde las privatizaciones de 1992, donde se desguazó una de las empresas gasíferas ejemplo en el mundo (ver Cuando el gas fue estatal). Hay que rescindir todas las concesiones de gas y petróleo, y construir una gran empresa estatal, una YPF monopólica que concentre todo el negocio de la exploración, extracción, refinado y comercialización de combustibles. En el caso del gas, esto significa rescindir también los contratos de las transportadoras y distribuidoras, e integrarlas a esta mega-empresa estatal, gestionada por sus propios trabajadores y las organizaciones de usuarios. Así, tomando el gas y el petróleo como lo que son, recursos estratégicos y fundamentales y no mercancías para las superganancias de las multinacionales, podremos construir un nuevo sistema energético que, articulado a las otras fuentes de energías renovables, aporten a un plan de desarrollo para el pueblo trabajador.

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