Estados Unidos: La juventud sale a protestar contra Trump
A dos semanas de la elección de Trump, las protestas estudiantiles y populares contra el presidente electo recorren las principales ciudades, enfrentando el programa racista y xenófobo con el que hizo campaña y desafiando los llamados de Obama y el partido Demócrata a la unidad nacional.
Escribe Simón Rodríguez
Luego de una campaña cargada de propuestas fascistoides como la de realizar deportaciones masivas de inmigrantes o crear un registro nacional de ciudadanos musulmanes, las primeras designaciones del equipo de gobierno de Trump no dejan lugar a dudas en cuanto al rumbo que tendrá su gobierno. Su jefe estratega será Steve Bannon, ex director de Breitbart News, página extremista en la que ventilan opiniones activistas de la llamada “derecha alternativa”, quien incluye en su abanico de posiciones reaccionarias un gran repertorio de opiniones públicas machistas y antisemitas. El jefe de gabinete es Preince Priebus, presidente del Comité Nacional Republicano y bisagra entre el presidente electo y el partido Republicano, que controla las dos cámaras parlamentarias. El fiscal general es el senador Jeff Sessions, un connotado racista cuyo nombramiento como juez federal años atrás fue vetado por su apoyo a los fascistas del Ku Klux Klan. El nuevo jefe de la tenebrosa Agencia Central de Inteligencia (CIA por sus siglas en inglés), entidad dedicada a realizar ejecuciones y torturas, apoyar golpes de Estado e intervenir en la política de otros países, será Mike Pompeo, quien es miembro del “Tea Party”, sector de ultraderecha del partido Republicano. El consejero de seguridad será el militar retirado Michael Flynn, un islamófobo enloquecido, protagonista de las invasiones criminales de EEUU contra Irak y Afganistán y un entusiasta defensor de la aplicación de la tortura contra “enemigos” de EEUU, quien ya desempeñó un alto cargo en inteligencia militar con Obama. El vicepresidente, Mike Pence, es un ex gobernador conocido por su fanatismo religioso. De otros extremistas como Newt Ginrich y Rudolph Giuliani se espera que vayan a cargos importantes.
Las primeras felicitaciones a Trump luego de su elección vinieron del dictador egipcio Al Sisi. Los aliados europeos de EEUU como Merkel y Hollande se limitaron a expresar saludos en estrictos términos diplomáticos. En cambio el primer ministro húngaro, Viktor Orban, Marine Le Pen del Frente Nacional Francés, Nigel Farage del Ukip británico, Gert Wilders de Holanda, y los neonazis de Amanecer Dorado de Grecia, todos celebraron. El jefe sionista, Benjamin Netanyahu, felicitó eufórico a Trump. El parlamento ruso ovacionó a Trump y Putin envió felicitaciones.
El chavismo también vio elementos positivos en el resultado electoral yanqui. El vicepresidente boliviano García Linera habló de una “revolución pasiva” y un supuesto golpe a la globalización. La cancillería de Nicolás Maduro felicitó a Trump y declaró que espera que ayude a resolver “los problemas de la humanidad”. El presidente mexicano, Peña Nieto, quien realizó una muy repudiada reunión con Trump siendo candidato, reiteró que las relaciones con EEUU seguirán desarrollándose.
Por una alternativa independiente
Trump era repudiado por la mayoría de los votantes. Sin que aumentara la votación del partido Republicano (un millón de votos menos que Bush en 2004 y dos millones más que Romney en 2012) y pese a perder la votación general con Clinton por un millón de votos, Trump obtuvo más delegados en el colegio electoral, ganando la elección de segundo grado. Comparada con 2008, la votación del partido Demócrata cayó casi 8 millones de votos, especialmente en el llamado “cinturón de óxido”, regiones industriales arruinadas por la deslocalización de las empresas multinacionales, que se han reubicado en países asiáticos con mano de obra semiesclava.
El hundimiento del partido de Obama y Clinton refleja el amargo repudio de millones a las políticas de ajuste y salvataje de bancos y grandes multinacionales a partir de 2008. Como parte de un proceso de incipiente izquierdización de sectores juveniles y de las minorías oprimidas, surgieron movimientos como Occupy Wall Street en 2011, denunciando la concentración de la riqueza en el 1% más acaudalado y cuestionando la ideología capitalista del “sueño americano”, que supone que la desigualdad no obstaculiza la movilidad social en un país de “oportunidades”. La candidatura en las primarias del socialdemócrata Bernie Sanders reflejó este proceso, con millones votando a un autoproclamado socialista en un país en el que tradicionalmente se ha estigmatizado e incluso criminalizado al socialismo.
Por su parte, Trump partió de una base social de las zonas rurales dominadas por el fanatismo cristiano, que tradicionalmente votan por los Republicanos, y movilizó a todo el activismo de extrema derecha.
Obama y los demócratas han intentado reducir los antagonismos y hacer llamados de unidad nacional. El mismo Sanders se mostró abierto a apoyar las medidas de Trump “si benefician a los trabajadores”, y a repudiar sus medidas regresivas. Pero el repudio mayoritario a Trump ya se refleja en los miles de estudiantes que han salido en estas dos semanas en las principales ciudades del país al grito de “No es mi presidente” y con consignas contra la deportación de estudiantes inmigrantes. Es el momento de que se reorganicen todos los que se preparan para enfrentar a Trump y a las políticas de persecución a los inmigrantes, al recrudecimiento de la brutalidad policial y el racismo, a las agresiones imperialistas a lo largo del mundo, y a la ofensiva de la burguesía para recomponer sus márgenes de ganancia destruyendo las conquistas de los trabajadores. Este reagrupamiento tiene que ser por fuera de los aparatos del partido Demócrata, y hay que emplazar a Sanders a que sea parte de ese proceso de ruptura, comenzando por ejercer una oposición sin medias tintas a Trump. Hay que construir un partido de izquierda, de los trabajadores y la juventud que ofrezca una salida obrera y popular a la crisis, en solidaridad con los pueblos del mundo que luchan contra el imperialismo.