No al pacto Macri CGT PJ

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La realidad nacional sigue cruzada por el pacto que mantiene el gobierno de Macri con la CGT, del cual, como venimos denunciando, también participa la cúpula de la Iglesia Católica monitoreada por las directivas del Papa Francisco, junto a los políticos patronales del PJLa realidad nacional sigue cruzada por el pacto que mantiene el gobierno de Macri con la CGT, del cual, como venimos denunciando, también participa la cúpula de la Iglesia Católica monitoreada por las directivas del Papa Francisco, junto a los políticos patronales del PJ, en especial los gobernadores del peronismo, el Frente Renovador de Sergio Massa y en las últimas negociaciones se ha incorporado el kirchnerismo “duro” con Axel Kicillof. Un pacto con el objetivo de hacer pasar el ajuste y garantizar la “gobernabilidad” de Macri, mientras todos quieren sacar tajada reacomodándose ante las elecciones legislativas del año próximo. Macri posando como que “atiende a los más pobres”, y la oposición Massa- Frente para la Victoria diciendo que, con algunas críticas parciales en el Parlamento, “le estamos sacando algo al gobierno”. Pero no hay que dejarse engañar. Los fuegos artificiales de Massa y compañía, mostrándose como “opositores”, están al servicio de avalar una tregua en perjuicio del pueblo trabajador.

El pasado jueves 24 se levantó una sesión especial en la Cámara de Diputados impulsada por la oposición patronal para tratar las leyes en danza sobre el impuesto al salario (Ganancias) y la ley de emergencia tras el acuerdo con los movimientos sociales. Massa “se pintó la cara”, mostrándose como pro-obrero. Corriendo al gobierno “por izquierda”, propuso alcanzar con el impuesto al salario a un poco menos de trabajadores que Macri. Pero Massa es quien prometió en la campaña electoral, igual que Macri, que había que eliminarlo, y su proyecto actual es para que sigan pagando millones de trabajadores asalariados.

Para no sufrir un nuevo costo político teniendo que vetar ambas leyes, Macri llegó a un acuerdo con el Frente Renovador levantando la sesión del 24 y pasando el tema para la semana que viene. También pactó con los movimientos sociales (Movimiento Evita, CCC y Libres del Sur, entre otros). Aflojó algunas concesiones para frenar las movilizaciones de los desocupados hacia fin de año. “Están cubiertas las fiestas”, resumió el dirigente del Movimiento Evita, Emilio Pérsico, tras el acuerdo (Clarín, 27/11), el cual no resuelve ni la pobreza ni la desocupación, como explicamos en la página 4 de este semanario.

En Ganancias, específicamente, se está negociando un proyecto común entre el gobierno, Massa y el resto del peronismo, al que se sumó el propio Kicillof, quien dijo que aspira a que paguen “un millón de trabajadores” (ver página 3). Pero aunque salga un proyecto común Macri-oposición patronal, o no, son parches que no solucionan el problema de fondo. Solo el sindicalismo combativo y la izquierda vienen peleando en las luchas y en los paros generales del año pasado -y ahora con los diputados del Frente de Izquierda en el Congreso- que ese impuesto se anule y lo paguen, en cambio, los de arriba.

Este pacto por arriba es parte de una política más general de Cambiemos con la CGT y el peronismo. Hay una explicación: el triunvirato cegestista está ligado al Frente Renovador que aspira a garantizar la gobernabilidad... ¡mientras la CGT deja pasar el robo salarial, los tarifazos y los despidos! Y si alguien creía que el Papa juega un rol “progre”, lo volvemos a desmentir. El Papa es parte del pacto con un doble rol: mantener la estabilidad del gobierno ajustador de Macri y ser parte de un recambio en la interna peronista ante una futura crisis del gobierno, buscando disminuir la protesta social ante el aumento de la carestía de vida y la bronca, mientras las patronales y el gobierno se niegan a pagar más que un bono miserable y reabrir las paritarias.

El rol traidor de la CGT es sumamente claro. La burocracia sindical sigue recibiendo el dinero por la deuda de las obras sociales y levantó el “paro sin fecha”, avalando el robo salarial de más del 10% anual y la no reapertura de las paritarias. Negándose a enfrentar los despidos y el tarifazo, dejando aisladas las luchas. A tal punto llega la claudicación que la CGT aceptó discutir cambios en los convenios colectivos en la mesa de diálogo con los empresarios y el gobierno, más allá de las críticas para la tribuna. El rol de la burocracia sindical lo grafica Luis Barrionuevo: “Nosotros somos los que más aportamos a la gobernabilidad con el sacrificio de los trabajadores: devaluación, inflación, recesión, desempleo” (Clarín, 27/11). Por su parte, las CTA vienen llamando a “jornadas” de lucha y convocando a algunos paros aislados en los gremios que dirigen (docentes y estatales), sin ninguna continuidad.

El pacto es endeble, por la debilidad del gobierno y la crisis de la oposición patronal. Aunque intenten hacer primar los acuerdos, surgen contradicciones, como por ejemplo el fracaso de la reforma política a la que Macri aspiraba ver aprobada ahora. Por eso es que a pesar de los esfuerzos por frenar la bronca popular y las luchas, el repudio al ajuste crece, lo mismo que el desgaste del gobierno; hay peleas por el salario (como el paro de esta semana de los judiciales) y los bancarios lograron la reapertura de las paritarias. Por su parte, el sindicalismo combativo vuelve a ganar importantes elecciones, como las de ferroviarios del Sarmiento, Ademys (docentes de capital) por amplio margen y en Aten Capital, Neuquén, con una lista unitaria de la izquierda, lo que reafirma el proceso de surgimiento de nuevos dirigentes combativos al calor de aprovechar el vacío que deja la burocracia sindical.

También hay un importante espacio político para la izquierda. Lo demostró el masivo acto del FIT en Atlanta, donde se ratificó la necesidad de seguir postulando una alternativa política de la mano de la unidad de la izquierda, levantando las propuestas de fondo ante el ajuste y el pacto del gobierno con la CGT y el PJ en sus distintas variantes. Solo luchando por un plan alternativo obrero y popular, que deje de pagar la deuda, reestatice las privatizadas e imponga un fuerte impuesto a las multinacionales, bancos y oligarcas del campo, se podrá dar pasos para empezar a combatir los graves problemas sociales, evitando que el ajuste lo paguen los trabajadores.

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