Balance y perspectivas: Un año de ajuste, pacto y luchas

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Macri reunido con la burocracia sindical de la CGTMacri se autocalificó con un ocho para su primer año de gobierno. Las encuestas sobre imagen y gestión de Cambiemos no dicen lo mismo: muestran que la mayoría de los encuestados no lo aprueba. Los trabajadores y demás sectores populares lo califican como “el gobierno de los Ceos”, de centro derecha, con medidas que favorecen a los de arriba y que buscan bajar el salario, empeorar las condiciones laborales y el costo de vida. Es un gobierno que está aplazado con un cero.

Pasado ya un año, queremos analizar en profundidad la gestión de Cambiemos. Creemos que se trata de un gobierno débil, no peronista, que necesita constantemente de acuerdos y pactos para lograr leyes y hacer pasar el ajuste. En esta coyuntura, su fortaleza la ha sacado justamente del pacto “de gobernabilidad” que firmó con la burocracia de la CGT (el triunvirato que lo dirige tiene fuertes lazos con el Frente Renovador), con Massa y el resto del peronismo, principalmente los gobernadores, que también aplican su propio ajuste y con el Papa Francisco.

El rol de los gobernadores fue central. Ya en enero pasado se lanzó un brutal ajuste llevado adelante por la gobernadora kirchnerista de Tierra del Fuego, Rosana Bertone. En los meses siguientes se dieron situaciones similares en Santiago del Estero y Santa Cruz. Tanto el ajuste como las maniobras y pactos para hacerlo pasar, fueron compartidas tanto por Macri como por los gobernadores, en su inmensa mayoría del Frente para la Victoria, pero también por los de Cambiemos, el resto del peronismo y la centroizquierda de Santa Fe.

El objetivo de este “acuerdo no escrito” fue avalar la tregua que impuso de hecho la burocracia cegetista dejando pasar el ajuste: con una pérdida de entre el 10 y el 15% del poder adquisitivo del salario, tarifazo y despidos. Así como canalizando los reclamos sociales más importantes hacia la negociación en el Congreso.

Todo esto no hubiera sido posible sin el rol fundamental que jugó la Iglesia Católica y el Papa Francisco. Esto es parte de una política más general que viene jugando el Papa para garantizar la gobernabilidad. Hasta ayer decía “hay que cuidar a Cristina” y hoy lo reemplazó por “hay que cuidar a Macri” tendiendo lazos con la CGT y con los movimientos sociales para “encauzar” sus reclamos. Al mismo tiempo, busca influir en la interna de la oposición peronista en aras de un futuro recambio de gobierno.

Es en este marco que el presidente Macri, además de su acuerdo con la CGT, pactó con los dirigentes de los movimientos sociales (Movimiento Evita, CCC, Barrios de Pie, CTEP) en llevar los reclamos a una mesa de negociación y votar en el congreso la ley de Emergencia Social. La “contrapartida” de este acuerdo fue la firma de una cláusula de “paz social” hasta 2019, lo que trató de ser ocultado –sin éxito- por las organizaciones sociales involucradas.

Sin embargo, este “pacto por arriba” es muy endeble y está lleno de contradicciones. Primero y principal porque estas concesiones son parches que no resuelven ninguno de los problemas reales de la pérdida de poder adquisitivo de los trabajadores y jubilados y el desempleo y la miseria crecientes. También porque hay sectores patronales que están reclamando un ajuste mayor quejándose porque el déficit fiscal es superior al del año pasado, reclamando devaluación y baja del “costo salarial”. Pero además por las contradicciones crecientes entre un gobierno débil y una oposición patronal en crisis que pretenden canalizar la bronca para su lado, sin sacar a la vez los pies del plato de ser “garantes de la gobernabilidad”. Es que, a medida que avanza el almanaque empieza la postulación de todos los sectores políticos para diferenciarse y tratar de ganar las elecciones legislativas del 2017.

Estas contradicciones y crisis son las que se reflejaron en las sesiones extraordinarias del Congreso con la aprobación en Diputados del proyecto de ley de Ganancias del Frente Renovador junto al kirchnerismo (ver página 5). La derrota del proyecto del gobierno profundizó la crisis entre este y el resto de la oposición patronal. Por eso para Macri, Massa pasó de ser el “líder de la oposición responsable” que presentó en el Foro Económico de Davos y que le votó todas las leyes al gobierno nacional al “impostor que se alió con Kicillof y el kirchnerismo para imponer su proyecto”.

Las elecciones de 2017

En 2017 hay elecciones legislativas. El gobierno sabe que necesita ganarlas para seguir garantizando el ajuste y consolidar a Cambiemos como una fuerza patronal de gobierno ante los sectores burgueses que lo cuestionan. Pero hoy están terceros en las encuestas en provincia de Buenos Aires, que es el centro de la contienda electoral. Cuentan a su favor con la “buena imagen” que conserva por ahora electoralmente María Eugenia Vidal pero no tienen candidatos conocidos de peso para encabezar las listas de diputados.

De lado de la oposición patronal, Massa sube en la encuestas, posicionándose primero. Se postula para reorganizar a una parte importante del peronismo a la vez que amplía su alianza hacia la centroizquierda (Stolbizer, Donda). Por otro lado está el resto del peronismo, tanto el PJ “oficial” de Gioja, como los distintos gobernadores, y el bloque escindido en el Congreso de Diego Bossio. Todos sectores que todavía no definieron una cabeza peronista de conjunto, aunque va quedando cada día más claro su separación con respecto a Cristina y los restos del “kirchnerismo puro”.

A pesar de la tregua, sigue la lucha contra el ajuste

La fuerte inflación terminó comiéndose los aumentos de salarios acordados en las paritarias. Se calcula que los trabajadores en blanco perdieron entre el 10 y el 15% de su poder adquisitivo. Los 200.000 despidos que se produjeron y los ajustes provinciales dieron lugar a innumerables luchas sectoriales, mostrando la voluntad combativa de resistencia de los trabajadores. La traición de la burocracia de la CGT impidió que estas se unificaran y por eso pudo pasar parte del ajuste. Ya desde comienzos de año se avizoró la tregua entre los burócratas y el gobierno que se iría profundizando en los meses siguientes hasta llegar al pacto explícito con la mesa de diálogo montada a partir de octubre. La CTA también “aportó lo suyo” a la tregua. En el marco de estar inmersa en una profunda crisis, se dieron procesos de realineamiento entre Yasky y Micheli por un lado, y De Gennaro por el otro. Más allá que el primer sector haya motorizado la Marcha Federal en septiembre, en los dos gremios donde efectivamente tienen peso –docentes y estatales- terminaron dejando las luchas aisladas. Sin embargo, y más allá de desigualdades, ya que en algunos lugares, en particular del movimiento obrero industrial pasaron suspensiones y despidos, hasta fin de año continuaron las luchas, como se puede ver en los paros y marchas de bancarios, judiciales o en salud con la Cicop.

A las luchas sindicales se le sumaron otras, como las enormes movilizaciones de las mujeres contra los femicidios. Y también, aunque en menor medida, varios procesos de movilización estudiantil.

En síntesis, en 2016 se dieron peleas importantes que si bien no alcanzaron a desbordar a la burocracia, sí permitieron que, tal como en años anteriores, se siguiera desarrollando una importante vanguardia de luchadores antigubernamental, antipatronal y antiburocrática.

Sigue habiendo un gran espacio para el sindicalismo combativo y la izquierda

Las elecciones sindicales que se dieron este año expresaron el fortalecimiento y desarrollo de las conducciones combativas. Así se ratificó la Bordó en el ferrocarril Sarmiento, donde después de 16 años de gestión se ganó por un amplísmo margen con el 72% de los votos. Y en el sindicato docente Ademys, donde se impuso por un pocentaje mayor a la elección anterior. Además de ello, el proceso de las listas combativas “multicolores” docentes se fortaleció con el triunfo en Aten Capital, encabezados por nuestra compañera Angélica Lagunas. A esto debe sumarse el triunfo de una lista combativa y antiburocrática en el Sindicato del Neumático, encabezada por Alejandro Crespo y los delegados de Pirelli y Firestone. Y el mantenimiento de todas las posiciones alcanzadas en años anteriores por el sindicalismo combativo (en estatales, docentes, Cicop, judiciales, etcétera).

Las perspectivas del 2017

El gobierno de Macri necesitará seguir con el ajuste y mostrarle a las patronales que es capaz de “bajar el costo laboral” de la clase trabajadora. Por eso insiste en cada reunión que realiza con empresarios nacionales o de multinacionales en que el centro es modificar los convenios y aumentar la “productividad”, mostrando como modelo el acuerdo antiobrero y flexibilizador de Vaca Muerta que se dará a publicidad en estos días. Ésta es la línea que intentará llevar adelante el macrismo, recorrida ya por gobiernos anteriores y fracasada por la fortísima resistencia de la clase trabajadora. En lo inmediato, la pulseada va a estar concentrada en las paritarias, donde el gobierno tratará de poner un techo del 17 - 18%, muy por debajo de la inflación real, buscando que los trabajadores “se coman” lo perdido en 2016. Esto ya aparece en el primer acuerdo firmado entre la gobernadora Vidal y la burocracia de UPCN. También será tema de conflicto la continuidad del impuesto a las ganancias sobre el salario. Cualquiera sea la resolución en el Congreso seguirá afectando a millones de trabajadores. Así como las nuevas suspensiones y despidos en puerta.

A esto se le pueden sumar hechos “inesperados” que pueden dar lugar a reacciones es- pontáneas, como movilizaciones por los clásicos cortes de luz en pleno verano por falta de energía. O, como vimos este año, cuando se dio el paro de mujeres contra los femicidios. Rapidamente va a volver a plantearse la necesidad de dar la pelea por un paro general y un plan de lucha. Junto con apoyar todos los conflictos, esta será una de las grandes tareas que tendrá planteadas el sindicalismo combativo y la izquierda.

A medida que avance el año, a todo esto se irá sumando la disputa electoral. Y ahí es donde vemos un gran espacio para el Frente de Izquierda, que terminó el año fortalecido por el masivo acto unitario de Atlanta. Porque a las luchas que daremos hay que complementarlas con una salida alternativa a la que plantean tanto el gobierno como la oposición patronal. Donde se polemice, frente a las excusas de “no hay plata”, explicando que el dinero está si se deja de pagar la deuda externa. Frente a los tarifazos y los pésimos servicios, se plantee las reestatización de las empresas privatizadas bajo control de trabajadores y usuarios. En síntesis, que mientras se quiere que la crisis la paguen los trabajadores, se plantee el modelo opuesto, que garantice un salario igual a la canasta familiar para todos, el 82% para los jubilados y se resuelvan las urgentes necesidades populares de trabajo, salud, educación y vivienda.


 

Los desafíos del Frente de Izquierda

El acto de Atlanta fue un gran paso en el fortalecimiento para el Frente de Izquierda y abre importantes perspectivas para el 2017. El FIT deberá asumir la responsabilidad que le corresponde, a partir de sus dirigentes sindicales, estudiantiles y en el movimiento de mujeres, en el apoyo y promoción de todas las luchas contra el ajuste de Macri y los gobernadores. Una vez más, será necesario avanzar en la tarea pendiente de la coordinación del sindicalismo combativo.

El año termina con una nueva rotación de bancas, ya tradicional en los acuerdos del FIT, que permitirán esta vez la llegada al Congreso Nacional y a las legislaturas porteña y bonaerense de diputados de Izquierda Socialista. La actuación en el Parlamento será un gran desafío, donde tendremos que plantear con claridad las propuestas programáticas del Frente de Izquierda y a la vez denunciar no sólo al gobierno, sino también las trampas con que las distintas fuerzas de oposición buscarán lavarse la cara en vista a los comicios.

Por supuesto, el FIT tendrá el gran desafío de postularse en las luchas y en las elecciones. El primer paso deberá ser la presentación de una lista única para las PASO, evitando cualquier divisionismo y denunciando el piso proscriptivo que busca dejar afuera a la izquierda. Y a partir de ahí, saliendo a plantear con fuerza nuestra propuesta alternativa frente a las distintas variantes patronales.

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