¡Basta de ajuste y corrupción!
La mayoría de la clase trabajadora y los sectores populares sostienen que están peor o mucho peor que en el pasado. Más aún, perciben que la situación se pondrá más difícil en el futuro. Este es el resultado de una reciente encuesta de la consultora Management & Fit. No se trata de una simple “sensación”. El Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina ha vuelto a confirmar lo que ya viene anticipando en informes anteriores: seis millones de argentinos son pobres y pasan serias dificultades, muchos de ellos no cubriendo siquiera sus necesidades alimentarias. A esto sumémosle que la Dirección de Estadísticas de la Ciudad de Buenos Aires desmintió todos los discursos oficialistas acerca de la recuperación del empleo: la tasa de desocupación se elevó al 9,4% en la Capital, justamente donde se suponía que la economía se había empezado a recuperar. Los miles de jóvenes haciendo cola por un puesto de trabajo en la Feria Expo-Empleo Joven son una postal de los tiempos que corren.
Esa es la realidad que sigue pegando con todo en el bolsillo de la clase trabajadora: precios de artículos de consumo masivo que siguen subiendo, boletas de servicios públicos que empiezan a llegar con los tarifazos incluidos, nuevos despidos, jubilados que se encuentran con que cada día hay más medicamentos que ya no están cubiertos por el PAMI y un largo etcétera. La conclusión de todo esto es que crece la bronca ante el ajuste macrista, que también aplican los gobernadores de distintos signos políticos.
Al mismo tiempo que tenemos esta realidad económica y social, siguen apareciendo y estallando los casos de corrupción. Odebrecht es el más resonante y la muestra más completa de lo que está pasando. Por un lado una procuradora (jefa de fiscales), Alejandra Gils Carbó, que trata de congelar la investigación para que los ex funcionarios kirchneristas, con De Vido a la cabeza, no se vean involucrados. Y por el otro, un gobierno macrista que a su vez trata de no quedar pegado vía Gustavo Arribas, jefe de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI, ex SIDE), y los beneficios cobrados por Iecsa, la empresa hasta hace poco propiedad del primo del presidente Macri. Y además del escándalo de la multinacional brasileña, tenemos los casos del Panama Papers o el Correo, con el macrismo directamente involucrado. Por el lado kirchnerista, a los ya clásicos Lázaro Báez o José López, esta semana se les sumó el escándalo de Aldo Ducler, ex financista de Néstor Kirchner, involucrado en los fondos de Santa Cruz y el vaciamiento de YPF. La conclusión es tajante: la corrupción es, junto al ajuste, la otra realidad que corre paralela en nuestro país. Y, aunque macristas y kirchneristas tratan de “tirarse los muertos” unos a otros, la realidad es que hay un entramado que alcanza a todos los políticos y partidos patronales juntos a los negociados empresarios.
Pero volvamos a la ya citada encuesta de Management & Fit. El otro dato destacable es que señala que más del 50% declara que no se siente parte de la polarización macrismo versus kirchnerismo. Son miles y miles de trabajadores que vivieron los doce años anteriores, con las mentiras del Indec, los salarios perdiendo frente a la inflación, el trabajo en negro, que no se creen el relato de Cristina de “la década ganada”. Pero que a la vez sufren las consecuencias del ajuste macrista en curso. Que se dan cuenta de que la corrupción no es algo exclusivo del kirchnerismo ni del macrismo, sino que los involucra a ambos.
Por eso se abre un gran espacio sindical y político. Que se expresó en las calles en las marchas de marzo y el paro general del 6 de abril. Que si no se siguió desarrollando fue por la nueva tregua de las direcciones burocráticas de la CGT y la CTA, pero que volvió a manifestarse en el repudio al 2x1 a los genocidas. Y el fin de semana pasado se expresó nuevamente en las marchas del #NiUnaMenos.
Porque crece la necesidad de construir una nueva dirección para la clase trabajadora, fortaleciendo al sindicalismo combativo y peleando por una alternativa política, contra el ajuste de Macri, planteando que no son salida ni Cristina ni otras variantes peronistas, tampoco Massa y Stolbizer. Una alternativa que plantee desde la izquierda un programa de emergencia, obrero y popular, para enfrentar la crisis. Este es el desafío y la oportunidad que tiene planteada el Frente de Izquierda. Por eso, más que nunca, tenemos que salir ya mismo, con una lista única para las PASO, respetando el equilibrio entre los tres partidos del FIT, que nos permita salir todos juntos a disputarle a los partidos patronales.