Se conocieron los resultados del escrutinio definitivo de las PASO en la provincia de Buenos Aires, donde Cristina se impuso en la elección de senadores por apenas 0,21%, unos 20.000 votos, pero perdió por 1,95% con su lista a diputados. Con este resultado tan magro, el kirchnerismo intentará de todos modos presentarlo como una gran victoria, relanzarse con un acto en La Plata y asegurar que es la alternativa para derrotar a Macri en octubre. Para ello, Cristina

apunta no sólo a retener los votos de las PASO, sino a convencer a quienes apoyaron a Randazzo y a otras fuerzas de que el único voto útil para derrotar a Macri es por ella.

Sin embargo, la realidad no avala sus palabras. En realidad lo que es necesario explicar es por qué no se dio el aluvión de votos contra el gobierno y a favor del kirchnerismo. Y la razón es que hubo un voto castigo: hubo sectores de trabajadores que votaron contra el kirchnerismo porque no querían que volvieran Milani, Guillermo Moreno o D’Elía, entre otros.
Además porque, a lo largo del último año y medio los senadores y diputados kirchneristas, lejos de enfrentar al gobierno, votaron a favor de todas las leyes que permitieron a Macri pagarle a los fondos buitres, aumentar la deuda externa en casi 100.000 millones de dólares y avanzar con las medidas de entrega y ajuste.
Los gobernadores kirchneristas y peronistas en general vienen aplicando en sus provincias las mismas medidas de ajuste que lleva adelante Cambiemos. Tanto es así que Alicia Kirchner en Santa Cruz bate récords con el congelamiento de los salarios y la represión a los trabajadores y jubilados que reclaman por el cobro de pagos atrasados.
A pesar de la creciente bronca entre los trabajadores y el pueblo por la inflación, la baja de los salarios y jubilaciones, los despidos y suspensiones, Cristina aconsejó a los dirigentes sindicales kirchneristas frenar toda movilización y concentrarse exclusivamente en el voto.
A lo que hay que agregar el repudio que provoca en millones de trabajadores la corrupción rampante de los De Vido, Boudou, José López o Báez. Son muchos los que piensan y con razón que la plata que faltó para resolver los problemas de la salud y las escuelas públicas, la falta de cloacas y de gas en los barrios, los salarios y el empleo fue a parar en importante medida a los bolsillos de los corruptos.
Por todo eso, para enfrentar a Macri y al ajuste, la alternativa es el Frente de Izquierda, que ha estado presente en las luchas de AGR-Clarín, de PepsiCo, de Cresta Roja, en los paros y movilizaciones docentes y en general en todas las acciones con las que los trabajadores y el pueblo vienen resistiendo el ajuste de Macri. Nuestros diputados rechazaron todas las leyes del gobierno en el Congreso. Estamos en primera fila de las luchas que se han dado en Santa Cruz contra el congelamiento salarial y la represión de Alicia Kirchner y los reclamos obreros y populares en las provincias. Y nuestros dirigentes son conocidos precisamente por su honestidad y su combate permanente contra la corrupción.
Junto con ello levantamos un programa alternativo al del ajuste de Macri y sus cómplices, que empieza por plantear el no pago de la deuda y la estatización de las principales palancas de la economía para poner todos los recursos al servicio de las necesidades de los trabajadores y el pueblo: la prohibición de despidos y suspensiones, el salario igual a la canasta, el 82% para los jubilados y un plan de obras públicas con la construcción de viviendas, hospitales, escuelas, redes cloacales y de gas y todo lo que reclama la población.
Por eso insistimos una vez más en que el único voto útil para enfrentar el ajuste de Macri y sus cómplices es al Frente de Izquierda. Para poner más diputados de izquierda en el Congreso y seguir construyendo una salida obrera y socialista para la Argentina.

Escribe Gabriel Massa