27 de agosto de 1917: El levantamiento de Kornilov

(Tiempo estimado: 4 - 8 minutos)

KornilovLas masas de obreros, campesinos y soldados rusos organizados en los soviets bajo la dirección de los bolcheviques derrotaron el golpe de Estado planeado por las fuerzas contrarrevolucionarias contra el gobierno provisional, un triunfo que les abriría el camino hacia la toma definitiva del poder en octubre.

Las Jornadas de Julio habían sido un reflejo contundente de la radicalización del proceso revolucionario en Rusia. Es que el gobierno provisional no resolvía los problemas más acuciantes para la población: el fin de la guerra, la reforma agraria y las terribles condiciones de vida de los obreros urbanos. Mientras los bolcheviques explicaban pacientemente que la única salida era la toma del poder por los soviets, el gobierno provisional buscaba la forma de imponer el orden, acabar con la crisis y retomar con fuerza la guerra.
A principios de agosto de 1917, el jefe del estado mayor ruso, general Kornilov, ordenó el traslado de cuatro divisiones de caballería a las afueras del “Petrogrado bolchevique”. Consideraba que el gobierno provisional había resultado demasiado “débil” para terminar con el desafío creciente de los obreros y soldados y el doble poder de los soviets. Kornilov contaba con unos 2.000 “patriotas” perfectamente armados en la ciudad y un contraespionaje secreto para vigilar a los obreros, soldados y revolucionarios. La diplomacia extranjera, particularmente la inglesa, participaba activamente del complot golpista.
Hacia el 20 de agosto Kornilov hizo avanzar dos divisiones de caballería más hacia las afueras de Petrogrado. Se planteaba que lo hacían ante al riesgo de un “levantamiento” de los bolcheviques. Éstos habían quedado muy golpeados después de la represión que había seguido a las Jornadas de Julio. Trotsky estaba en prisión junto con otros líderes del partido. Lenin había tenido que pasar a la clandestinidad. No había ninguna posibilidad ni intención de “golpe bolchevique” en ese momento. Sin embargo, este obstáculo fue salvado por los conspiradores quienes habían previsto “reemplazar a los bolcheviques” emprendiendo una acción provocadora que apareciera como preparada por los revolucionarios.
Kornilov presionaba para que se le entregara el poder del gobierno provisional. Empezaba a ser claro que bajo la apariencia de un único plan contrarrevolucionario había dos planes, uno dirigido contra el otro. “Mientras Kerenski se disponía a librarse de los bolcheviques, Kornilov se proponía librarse asimismo del gobierno provisional” (Trotsky, Historia de la Revolución Rusa, tomo II).

Kornilov comienza el golpe contrarrevolucionario

El 27 de agosto, en una ciudad extraordinariamente tranquila y con las calles desiertas pese a la tensión que la prensa se había encargado de exacerbar, Kornílov recibió la orden telegráfica de renunciar a su cargo y trasladarse a Petrogrado. El comandante en jefe contraatacó abiertamente en un manifiesto en el que informaba al pueblo que “el gobierno provisional, bajo la presión de los soviets bolcheviques y en acuerdo con el estado mayor alemán, obraba para destruir el ejército en vista del próximo desembarco de fuerzas enemigas”. Kerenski destituyó a Kornilov pero, para ese entonces, el gobierno provisional ya no existía, el 26 por la noche todos los ministros habían presentado la renuncia.
Kornilov ordenó que tres divisiones de caballería avanzaran hacia Petrogrado, mientras en los círculos militares y obreros de la ciudad empezaba a circular el rumor de la participación de Kerenski en el complot. Hubo febriles negociaciones entre los dos bandos conspiradores en el Palacio de Invierno para presentar todo lo ocurrido a la opinión pública como una “mala interpretación”. Kerenski se encontraba en un callejón sin salida. En la mañana del 28, cuando la ruptura entre el gobierno y el comandante supremo era un hecho consumado, la Bolsa de Moscú reaccionó ante la sublevación de los generales con el alza de todos los valores, expresando el optimismo de la burguesía por un triunfo de Kornilov. También lo respaldaban la mayoría de la oficialidad y de los cuerpos del ejército y la flota, y las misiones diplomáticas. Se le sugirió a Kerenski que renunciara y siguieron deliberaciones sobre su reemplazo por el poder fuerte de un directorio.

“Disparar contra Kornilov por sobre el hombro de Kerenski”

En esas circunstancias hizo su intervención el Comité de Defensa (también llamado Comité Militar Revolucionario), creado el 27 por la tarde con delegados de los tres partidos soviéticos (bolcheviques, mencheviques y socialistas revolucionarios), los dos comités ejecutivos (de obreros y soldados y de campesinos), los sindicatos y el Soviet de Petrogrado. Frente a nuevas negociaciones para lograr una capitulación pacífica de Kornílov, el Comité de Defensa combativo se pronunció por una lucha declarada contra los conspiradores.
Finalmente, el complot se desmoronó sin que se derramara una sola gota de sangre ni que los golpistas llegaran a Petrogrado. Las contradicciones entre los complotados, los sabotajes de los ferroviarios y la agitación política bolchevique entre sus tropas neutralizaron el golpe. El estado mayor zarista era incapaz de organizar una operación militar de esa envergadura, los “patriotas” conspiradores de Petrogrado eran borrachos, defraudadores y traidores, que no dieron señales de vida. El mismísimo Kornilov alegó que no había podido avanzar en persona sobre Petrogrado por un ataque de malaria. Por otro lado, en las tropas lanzadas sobre la ciudad no había ni un solo destacamento de infantería, Kornilov no había podido acercarse a los campesinos porque representaba los privilegios de generales y terratenientes, y por su apuesta a la continuidad de la guerra.
Pero lo que definió todo fue la actitud masiva de los destacamentos de soldados y marinos y su organización soviética. Del mismo modo, la movilización de los obreros de barriadas como Viborg. Quedaba fuera de toda duda la dirección efectiva de los bolcheviques en todas esas organizaciones. Los dirigentes del partido, Trotsky incluido, pasaron directamente de la cárcel a ponerse al frente del Comité de Defensa. Lo hicieron declarando que no depositaban ninguna confianza en el gobierno de Kerenski: “Disparar contra Kornilov apoyando el fusil por sobre el hombro de Kerenski, después ajustaremos cuentas con él”, fue la metáfora que planteó Trotsky.
Los bolcheviques, desde el citado comité, tomaron todas las medidas para advertir al pueblo de la amenaza y organizar la defensa en sus manos. Entre otras tareas, dispusieron el movimiento de las tropas, emprendieron la destrucción de los nidos kornilovianos y realizaron pesquisas y detenciones en las organizaciones militares. En los barrios obreros los soviets de barriada se articularon para constituir milicias, servicios permanentes de vigilancia en las fábricas y destacamentos para detener a los agitadores contrarrevolucionarios. Los obreros formaron brigadas para cavar trincheras y extender alambradas; los sindicatos pusieron a disposición del combate a sus trabajadores y recursos. Contingentes de soldados, venidos de todas partes a Petrogrado, más que hacer uso de las armas se mezclaban con las tropas de Kornilov para explicarles el engaño. Los trenes militares de Kornilov eran detenidos por los ferroviarios y telegrafistas. La vitalidad inagotable de la organización soviética fue un factor decisivo para la victoria y a la par se ratificaba que los bolcheviques eran el corazón de los barrios obreros. El 30 de agosto el Comité Ejecutivo envió a todos los soviets la noticia de que las tropas patrióticas de Kornilov se hallaban “en pleno estado de descomposición”.
Al mismo tiempo, no hubo un solo mítin en aquellos días en Petrogrado donde no se exigiera la liberación de todos los detenidos de julio. Ante la negativa del gobierno provisional, no sorprendió que las masas lucharan contra Kornilov pero, al mismo tiempo, no tuvieran ninguna confianza en Kerenski. Era claro que para ellas se trataba no de una defensa del gobierno, sino de la defensa de la revolución.
Si Kornilov hubiera triunfado, no estaba planteada la vuelta atrás al régimen zarista. Ese golpe prenunció algo que luego, ante los avances revolucionarios de las masas, se repetiría en la historia europea de las décadas siguientes: la instauración de regímenes capitalistas contrarrevolucionarios de terror contra el movimiento obrero, tales como el fascismo y el nazismo.
Pero las masas, por primera vez claramente lideradas por los bolcheviques, derrotaron la intentona. El prestigio de Lenin, Trostky y su influencia sobre los soviets creció astronómicamente, a la par que aumentaba el descrédito de Kerenski, visto por muchos como sospechoso de convivencia con los propios golpistas.
Las masas revolucionarias salieron fortalecidas y con mayor confianza en su propia capacidad de organización y movilización. Muy pronto, los bolcheviques comenzarán a ganar la dirección de todas las organizaciones soviéticas de Petrogrado. Se avizoraba el Octubre Rojo.

Escribe Mariana Morena

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