El confederal de la CGT oficializó la tregua
El tan postergado confederal de la CGT anunciado por Schmidt el 22 de agosto en Plaza de Mayo, asegurando que votaría un plan de lucha, se realizó finalmente el 3 de octubre. Como titula el diario La Nación, lejos del enfrentamiento la reunión “oficializó la etapa de diálogo con el gobierno”. La prenda de paz sería que la liquidación de conquistas vía la reforma laboral se haría en negociación con los sindicatos y por gremio y que habría más beneficios para las obras sociales, es decir más plata para que se roben los dirigentes sindicales ladrones.
Todos apoyaron la tregua, desde los más dialoguistas hasta los que posaban de opositores. Entre ellos los kirchneristas, como Palazzo y su Corriente Federal kirchnerista que lidera unos diez gremios. Palazzo avaló plenamente la tregua y el diálogo con el gobierno, diciendo que sería una “insensatez lanzar un paro”. Es que, tal como venimos insistiendo, más allá de los discursos de campaña, Cristina y el kirchnerismo dejan pasar el ajuste.
El motivo concreto de la razón para abandonar toda postura “combativa” de Palazzo fue el pedido expreso que había hecho Cristina a la cúpula de la CGT para que no hubiera conflictos durante las elecciones.
En síntesis: al confederal fueron todos los sectores en que se encuentra dividida la burocracia sindical, desde los más dialoguistas hasta los más opositores. Todos, sin excepción, avalaron la tregua.
Esto demuestra que ninguno le sirve a los trabajadores para pelear contra el ajuste. Por ello, hay que fortalecer al sindicalismo combativo, que pelea para echar a la burocracia y construir un nuevo modelo sindical, democrático y donde prevalezcan realmente los intereses de los trabajadores.
Mientras las distintas variantes del peronismo (Cristina, Massa, Randazzo o los peronismos provinciales) apoyan a las distintas variantes de esta burocracia entreguista, el Frente de Izquierda apoya a los nuevos dirigentes que conforman el sindicalismo combativo que se referencian en él. Por eso el 22 de octubre, el voto al FIT es también un paso para fortalecer la pelea por una nueva dirección del movimiento obrero.