Escribe Martín Fú

Los medios dieron cuenta, con bombos y platillos, de dos hombres que fueron fiscales para Cambiemos en las elecciones: Cristiano Rattazzi, presidente de Fiat, en una escuela de González Catán, y Santiago Soldati, titular del Holding del Plata y símbolo de las privatizaciones bajo el gobierno de Menem, fiscalizando en Villa Domínico. Eso sumado a los miles que fiscalizaron para Cambiemos, como para el kirchnerismo, Massa y Randazzo de manera rentada y a través de los aparatos punteriles y financiados desde los municipios. Esto último no es una novedad.

Pero hay que reconocer el guiño que han hecho Rattazzi y Soldati, históricamente dos de los empresarios más poderosos del país, con el gobierno de Cambiemos. Empresarios fiscalizando votos para un gobierno de empresarios, todo un “gesto”.

Del otro lado estamos nosotros, los que fiscalizamos para el Frente de Izquierda. Trabajadores, estudiantes, amas de casa, jubilados y todo aquel vecino que se anotó como fiscal para cuidar los votos de la verdadera oposición, la de la izquierda. Son esos fiscales que a todo pulmón y garantizando cuidar el voto asombraban a los demás de los partidos patronales cuando le explicábamos que no recibíamos dinero a cambio y que lo hacíamos con un gran orgullo militante, convencidos de esta crucial tarea. Así fue como un millón doscientos mil votos pasaron por la atenta mirada de nuestros fiscales. Todo esto no fue noticia en ningún medio. Tenemos que saber que la tarea que realizamos fue cumplida con creces. Tener a Rattazzi y Soldati del otro lado no hace más que confirmar nuevamente la importancia de una alternativa de los trabajadores como el Frente de Izquierda y la desinteresada militancia de nuestros compañeros y quienes nos acompañaron como fieles guardianes de nuestros votos. A todos esos compañeros queremos dedicarles estas palabras, de trabajador a trabajador, de un revolucionario a otro.