La capitulación del triunvirato de la CGT
La cúpula cegetista ratificó, multiplicado por cien, el pacto de entrega que venía sosteniendo con el gobierno. El gobierno de Cambiemos terminó presentando un proyecto de ley de reforma laboral que incluso rompía los propios acuerdos que la burocracia había tejido con el ministro de Trabajo Triaca, en el que iban a avanzar con la flexibilización laboral “gremio por gremio”. Pero ni siquiera esto hizo inmutar al triunvirato cegetista, que se lanzó a negociar con el gobierno que no se tocaran ninguno de sus privilegios, básicamente en el manejo de las obras sociales y en el control de las cajas gremiales.
Una vez que lo logró, no tuvo vergüenza en entregar en bandeja las conquistas históricas de los trabajadores. El gobierno, obviamente, había colocado en el proyecto de ley algunos artículos escandalosos, que no hubieran pasado ni siquiera los marcos generales de la OIT, para “negociarlos” y permitirles a los triunviros “mostrar” que ganaron. Incluso Triaca se pudo dar el gusto de “deschavar” al mismísimo Hugo Moyano (hijo), cuando, ante la incógnita de cuál sería la posición de Hugo Moyano (padre), afirmó que el hijo había estado presente en las reuniones donde se firmó el texto final.
El gobierno y las patronales buscan avanzar en un marco legal general que facilite la flexibilización, la tercerización, que abarate los despidos y haga más dificultoso para los trabajadores hacer juicios para defender sus derechos. Al mismo tiempo que se plantean seguir avanzando con los acuerdos “gremio por gremio”, reventando los convenios colectivos uno a uno, como ya hicieron con los petroleros de Vaca Muerta, los lecheros de Atilra o, más recientemente, con el congelamiento salarial por dos años para los trabajadores metalúrgicos de Tierra del Fuego. Ninguna de estas medidas servirá para que aumenten los puestos de trabajo. Estas políticas flexibilizadoras ya fueron puestas en marcha en la década del 90 y el desempleo, lejos de bajar, subió a niveles históricos. Sólo servirán para aumentar las ganancias de las patronales a costa de la mayor explotación de los trabajadores.
El triunvirato de la CGT, vergonzosamente, dice que, luego de la negociación, el proyecto de ley es “bueno” y que por eso lo firmó. Tras lo cual, la gran mayoría de los jerarcas partieron raudos hacia el Vaticano. El mismísimo Miguel Ángel Pichetto, jefe de la bancada peronista en el Senado, que está comprometido con garantizarle al gobierno la aprobación de la ley, les hizo un reproche: “por lo menos vengan a defender el proyecto en las comisiones del Senado”.
La burocracia de la CGT ha entregado de pies y manos a los trabajadores. Tenemos que salir a pelear y movilizarse, llamando a la más amplia unidad a todos aquellos que, plantearon oponerse a la reforma.
En ese camino, seguimos peleando por fortalecer al sindicalismo combativo para lograr una nueva dirección combativa y democrática de la clase trabajadora que reemplace a la burocracia traidora.