Deuda externa: La única salida es dejar de pagar
Escribe José Castillo
El endeudamiento sigue creciendo a velocidad astronómica. Incluso los economistas del establishment dicen que “en un par de años esto es insostenible”. Mientras tanto, cada vez pagamos más por vencimientos anteriores. Es una ruleta rusa de la que solo saldremos suspendiendo inmediatamente los pagos.
Los números son de terror. El total del endeudamiento del Estado nacional, reconocido oficialmente, ya superaba los 300.000 millones de dólares a fines de agosto pasado (último dato reconocido por el gobierno, informado por el ministro de Finanzas Luis Caputo al presentar el proyecto de presupuesto 2018 ante la comisión respectiva del Congreso).
Pero el “número real” es mucho más alto. Si le sumamos algunos montos que no aparecen por artilugios contables (como lo pendiente de pago de cupones PBI o la parte todavía existente de deuda con fondos buitres) llegamos rápidamente a 350.000 millones.
Y la cuenta no termina ahí. Sucede que durante la gestión macrista hubo una “fiesta” de endeudamiento de las provincias. El total de deudas provinciales (que aumentó 75% sólo este año) hoy asciende a 650.000 millones de pesos (aproximadamente 37.000 millones de dólares). Seguimos sumando entonces, y ya estamos en 387.000 millones de dólares.
Todavía hay más. El Banco Central se está superendeudando en Lebac: se trata de un instrumento en pesos, que vence a cortísimo plazo (una parte incluso a 30 días) y que paga una tasa de interés altísima (más del 30% anual). Actualmente es “el negocio preferido” para los especuladores internacionales, que obtienen una tasa “que no se consigue” en ningún lugar del mundo. El Banco Central ya está endeudado en Lebac en un monto increíble: 1,2 billones de pesos. ¡Sí, leíste bien: billones de pesos, o sea millones de millones! Esto significa 68.000 millones de dólares más.
Por lo tanto, si sumamos todo, tenemos un endeudamiento total real superior a los 450.000 millones de dólares, ¡impagable por donde se lo mire! Y lo más grave es que el plan del gobierno de Macri es continuar aumentándolo. Para 2018 programa tomar nueva deuda por 35.000 millones de dólares, además de mandar a endeudarse al Banco Nación y seguir aumentando las Lebac en 600.000 millones de pesos más (otros 34.000 millones de dólares).
Cada vez pagamos más de intereses, a costa del ajuste al pueblo
Cada vez se acumulan más intereses. En 2017 terminaremos pagando en efectivo 16.000 millones de dólares, el doble del presupuesto de educación y tres veces el de salud. Y el año próximo los pagos serán mayores.
Tomamos más deuda para pagar la anterior y para financiar la fuga de capitales. El gobierno se autoelogia por el ajuste que logró este año, fundamentalmente en la baja de subsidios a las privatizadas, a las que compensó con los tarifazos. Pero la realidad es que todo ese dinero que el Estado argentino “se ahorró”, terminó saliendo por los mayores intereses de deuda que pagamos este año. Ahora, para 2018, proyecta ahorrar más de 100.000 millones de pesos sacándoselos a los jubilados. ¿Adivinen a dónde irá esa plata? ¡Acertaron! Al pago de mayores intereses de deuda.
¿Hasta cuándo aguanta esta bola de nieve?
El gobierno insiste en que “todo está bajo control”, ya que sigue consiguiendo financiamiento en el exterior. Esto último es cierto, más aún con las altísimas tasas que ofrece y que son todo un negocio para cualquier especulador o fondo buitre. Pero, como ya pasó otras veces en la historia argentina reciente (en 1982, en 1989 y por última vez en 2001), al final la cuerda termina cortándose. El financiamiento se acaba, los acreedores exigen la “devolución” de lo que pusieron y no hay ajuste que alcance para pagar. La hiperinflación de 1989 y los ajustes y el corralito de 2001 son ejemplos de cómo termina todo.
Cada vez hay más economistas del establishment que empiezan a avisar, ya que obviamente tienen que tener informados a sus clientes. Así, Juan Carlos De Pablo dijo en un reportaje en TN: “Así como vamos, chocamos”. Claudio Loser, ex economista jefe del FMI, afirmó: “Estamos en una zona amarilla en el nivel de deuda pública. En un año más hay un problema” (Ámbito Financiero, 6/12). Idénticas expresiones se pueden encontrar en otros economistas dedicados a asesorar a las principales empresas y bancos locales y extranjeros.
Es evidente que el aumento de la deuda externa sólo genera en el corto plazo cada vez más ajuste para pagarla, y en el mediano nos estrella contra una crisis de inflación galopante, devaluaciones y sus consecuencias con salarios y jubilaciones de hambre, desocupación y más miseria. Por eso insistimos: hay que explicar pacientemente que el aumento de la deuda es el gran problema, generado por la dictadura y no resuelto en los 40 años siguientes por ningún gobierno. Es la gran sangría de nuestras riquezas y lo que nos lleva periódicamente a crisis agudas. Hay que cortarlo de raíz: dejar de pagar inmediatamente la deuda externa, repudiarla por ilegal, inmoral y fraudulenta, y poner todos esos recursos al servicio de resolver las más urgentes necesidades populares.