El movimiento “Me too” avanza: Cuando las mujeres rompen el silencio
Escribe Malena Zetnik
Tras la denuncia al productor de cine Harvey Wainstein, el movimiento que devela situaciones de violencia sexual vividas por actrices de Hollywood traspasa fronteras y genera la reacción de los que defienden el patriarcado. Tenemos que romper el silencio sobre la violencia sexual en todos los ámbitos de la vida.
A fines de 2017, un grupo de artistas comenzaron a denunciar una serie de discriminaciones de género, acosos sexuales y hasta violaciones vividas desde el inicio de sus carreras, que habían sido perpetradas por actores varones de mayor prestigio, directores, productores y otros representantes de la industria del espectáculo. En la reciente entrega de los premios Globos de Oro, a comienzos de enero de este año, el conjunto de las asistentes se vistieron de negro como forma de seguir impulsando esta campaña de denuncia y la reconocida Oprah Winfrey realizó un aguerrido discurso contra el racismo y el acoso sexual, apuntando, incluso al presidente de Estados Unidos, Donald Trump. Lejos de tratarse de un hecho frívolo, la catarata de denuncias de las diferentes actrices demuestra que no se trata de casos aislados, sino de una práctica común y hasta casi naturalizada. Y señala que la opresión patriarcal se expresa en todos los ámbitos de la vida y sectores sociales. La mayoría de las veces, las mujeres vivían los hechos con vergüenza y silencio, pero al calor del alza del movimiento de mujeres en todo el mundo ellas comenzaron a hablar.
“Me too” (yo también), “I believe you” (yo te creo) y “Times up” (se acabó el tiempo) fueron los lemas que encontraron para impulsar la denuncia de las distintas modalidades de violencia sexual vividas. En Francia, China, Colombia, el Estado Español y otros países comenzaron a sentirse los ecos del silencio que se rompe con denuncias a profesores universitarios, funcionarios públicos, miembros del mundo del espectáculo, diputados y otras personalidades. Sucede que, luego de la visibilización de los femicidios (es decir, los asesinatos de mujeres por el hecho de ser mujeres), ahora el movimiento ha comenzado a señalar a otro componente sistemático de la violencia patriarcal: la violencia sexual. Esta se presenta en el trabajo, los lugares de estudio, las organizaciones sociales, la pareja y las familias. La cultura de la violación es justamente una expresión de la desvalorización de las mujeres y las personas lesbianas, gays, travestis, transexuales, transgénero, bisexuales, intersexuales u queers (LGTBIQ), sobre quienes el orden patriarcal pretende disponer de sus cuerpos y sexualidades.
En Argentina, la denuncia de la actriz Calu Rivero sobre el acoso sexual del actor Juan Darthés y el repudio a los dichos televisivos del cantante Cacho Castaña (“si la violación es inevitable, relájate y goza”) dan cuenta de esta misma oleada en nuestro país, en donde se denuncian cincuenta ataques sexuales por día, y se estima que una de cada cinco niñas y uno de cada trece niños han sido abusados sexualmente (Unicef, 2016).
Ante la reacción machista, respondamos con nuestro grito contra la impunidad
Hace pocos días el diario francés Le Monde, con la firma de cien artistas e intelectuales (como la actriz Catherine Deneuve o la escritora Catherine Millet), publicó una declaración presentada como un manifiesto contra el “puritanismo” que supuestamente promueve el movimiento “Me too”. En él señalan que condenan a la violación como un crimen, pero agregan que dicho movimiento confunde seducción con agresión machista. Este tipo de respuestas, tan levantadas por los medios y que van en sintonía con aquellos que acusan al feminismo de extremista o exagerado, solo buscan encubrir los modos tradicionales de la violencia sexual contra los que las mujeres han comenzado a rebelarse con fuerza. Hostigar y acosar no es seducir. Menos si se usa como chantaje para conseguir un trabajo u obtener una calificación. Toda situación sexual que no cuente con el consentimiento expreso, sin presiones y libre de las personas, implica violencia. Por eso nos sumamos con fuerza a esta campaña para terminar con el silencio que encubre a acosadores, pedófilos y violadores, vengan de donde vengan ¡Abajo la cultura de la violación! Basta de impunidad para los que reproducen, legitiman y aplauden estas prácticas. Salgamos a las calles a gritar: ¡Basta de violencia hacia las mujeres y las personas LGTBIQ! Presupuesto ya para la ley 26.485, de erradicación de todas las formas de violencia contra las mujeres.