Aborto legal: Un derecho a favor de la vida
Escribe Malena Zetnik
Muchas son las discusiones que se presentan frente a la cuestión del aborto. Entre los sectores que se oponen, el principal argumento es la supuesta defensa de la “vida” del feto desde la concepción. Incluso llegan a igualar la condición de feto con la de persona humana. Más allá de las creencias personales y religiosas en cuanto al tema del aborto, resulta necesario encarar este debate de manera amplia.
Algunos sectores reclaman por el derecho de la vida del feto considerándolo como un “niño por nacer”. Frente a ello decimos que desde el punto de vista biológico y social, vida humana no es igual a persona humana. Alberto Korblitt (doctor en Ciencias Químicas, licenciado en Ciencias Biológicas, investigador superior del Conicet y docente en Ciencias Exactas y Naturales de la UBA) señaló: “Un embrión en gestación no es un ser humano, es un embrión. Un embrión no podría llegar a término fuera del útero materno. No es correcto decir que un embrión es una persona porque no es una persona desde el punto de vista biológico y social”.
También desde el punto de vista jurídico hay diferencias si el feto aún no nació o si nació con vida. Marisa Herrera, abogada investigadora del Conicet, plantea que “si aún no nació, los derechos civiles que se le puedan reconocer quedan latentes hasta el nacimiento con vida, cuando la protección de la persona es plena. La posibilidad de reconocer a una persona está sujeta al nacimiento con vida. La Corte Interamericana de Derechos Humanos habla de protección gradual, no es lo mismo ser persona que feto. El feto tiene menos protección que una persona nacida”. Esto es evidente también en el caso de la criogenia de óvulos fecundados. Nadie está a favor de mantener congeladas a personas humanas. Sin embargo, ante las clínicas de fertilización asistida, ni la iglesia se opone al congelamiento de óvulos fecundados, ni se habla de genocidio cuando se desechan los embriones si sus dueños dejan de pagar la cuenta para su mantenimiento.
Según un reciente informe de Cedes, Relas y Ela (2018), se estima que hay un aborto por cada dos nacimientos en nuestro país, lo que implica que en la Argentina se produzcan entre 370.000 y 522.000 abortos al año, sean éstos voluntarios o espontáneos. En 2013, 49.000 mujeres estuvieron internadas en hospitales públicos por complicaciones de un aborto y desde hace casi dos décadas el aborto clandestino ocupa el tercer lugar entre los egresos hospitalarios por causas relacionadas con el embarazo, parto y puerperio a nivel nacional. Es la principal de causa de muertes de mujeres gestantes desde 1980, en su mayoría pobres y jóvenes.
En contrapartida, en los países en los que el aborto voluntario es legal (el 61% de las mujeres vive en estos países), se reduce la cantidad de abortos realizados porque hay más acceso a la atención en salud y a los métodos anticonceptivos. También baja la cantidad de camas hospitalarias por consecuencia de los abortos mal realizados, se achica el gasto en salud y se reduce casi a cero la cantidad de muertes por abortos. Por ejemplo, el Programa de Interrupción Legal del Embarazo de la Ciudad de México ha atendido desde su creación en 2007 191.356 mujeres sin reportar complicaciones ni muertes. Por lo tanto, la legalización del aborto implica garantizar el derecho a la vida de las mujeres.
Oponerse al aborto no es defender la vida, sino que es sostener una doble moral. Además, defender el aborto legal, no obliga a nadie a abortar, sino que establece el derecho a que las mujeres podamos decidir sobre nuestras vidas. Por eso la consigna de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto es integral: “Educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar y aborto legal para no morir”.
Favaloro y el aborto
“Los ricos defienden el aborto ilegal para mantenerlo en secreto y no pasar vergüenza. Estoy harto de que se nos mueran chicas pobres para que las ricas aborten en secreto. Se nos mueren nenas en las villas y en sanatorios hacen fortunas sacándoles la vergüenza del vientre a las ricas. Con el divorcio decían que era el fin de la familia y sólo fue el fin de la vergüenza de los separados ilegales. Con el aborto legal no habrá más ni menos abortos, habrá menos madres muertas. El resto es educar, no legislar”.