El PST y la dictadura
Escribe Martín Fú
El golpe en marzo de 1976 encontró al PST (Partido Socialista de los Trabajadores, antecesor de Izquierda Socialista) en la semiclandestinidad, con la Triple A de Perón que venía dándonos duros golpes como los de la Masacre de La Plata, la de Pacheco o el asesinato de numerosos militantes. La llegada de la dictadura significó la proscripción del PST con el pase definitivo a la clandestinidad de nuestra organización, soportando la profundización de la persecución contra el activismo y nuestro partido. Ya en la clandestinidad el partido se puso como tarea, desde el primer día, intervenir en la lucha de clases para derrotar a la dictadura. Esto sólo sería posible a través de la acción de las masas, del movimiento obrero organizado y no de aventuras guerrilleras como las que venían llevando adelante organizaciones como Montoneros o el ERP.
Para nuestra corriente era dar la pelea junto a la clase, no prescindiendo de ella. Por eso nuestra militancia se siguió desarrollando, a pesar de las peores condiciones. La dictadura estaba lanzada a una verdadera cacería humana, amparada en la “lucha contra la subversión”, llevando adelante lo que terminaría siendo un auténtico genocidio.
Ante este escenario, el PST continuó con la publicación de sus periódicos (elaborados en la clandestinidad), acercándolos a los lugares de trabajo, barrios y universidades. Siempre con muchísimos recaudos, nuestros compañeros continuaron organizando reuniones políticas, pasándose los periódicos y materiales camuflados en paquetes de cigarrillos o de yerba. Al mismo tiempo, se intervenía y daba el apoyo a los diferentes conflictos obreros que se iban dando, como el de portuarios (noviembre 76), metalúrgicos (marzo 1976), Luz y Fuerza (1976-77), o de las terminales automotrices y las huelgas ferroviarias, entre otros. Al mismo tiempo denunciábamos el carácter genocida de la dictadura, luchando junto a los familiares de desaparecidos, participando en las acciones de los organismos de derechos humanos, visitando y defendiendo a los presos políticos y organizando campañas a nivel nacional e internacional, exigiendo su libertad y el fin de las “desapariciones”. Fueron más de cien compañeros del PST asesinados y desaparecidos, junto a decenas que sufrieron la cárcel y el exilio forzado.
Las luchas que se dieron desde un primer momento y la bronca creciente, canalizada en las movilizaciones obreras y la derrota militar de Malvinas, terminaron de sellar la suerte de la dictadura. Fue una revolución democrática encabezada por la lucha obrera y popular la que tiró abajo una dictadura sangrienta. Cuarenta y dos años después, Izquierda Socialista levanta esas mismas banderas, las del glorioso PST, protagonista de esa resistencia contra la dictadura. El enemigo es el mismo: el capitalismo, y seguiremos peleando por un gobierno obrero y socialista en la Argentina y en el mundo, como lo quisieron nuestros compañeros del PST.