Suben el dólar, las tasas y las tarifas: Con Macri perdemos los trabajadores
La semana pasada fue la más movida en mucho tiempo en términos económicos. El dólar empezó a subir: primero de 20,30 a 20,50; luego siguió y pasó la barrera de los 21 pesos. El gobierno, con el presidente del Banco Central Federico Sturzenegger a la cabeza, salió a vender dólares para tratar de que no se le escapara tanto. Pero el billete verde igual terminó subiendo después de que se perdieran 3.000 millones de dólares de reserva y de que el gobierno aumentó la tasa de interés de 27,25% a 30,25%. Hasta aquí los hechos. En los lugares de trabajo muchos se hacían dos preguntas: ¿qué es lo que efectivamente está pasando? Y, la más importante: ¿cómo nos afecta a los trabajadores?
Expliquemos el primer interrogante. Macri desde el comienzo de su mandato se dedicó a endeudarnos a niveles astronómicos. Miles de millones de dólares pasaron a engrosar nuestra deuda externa. ¿Para qué se usaron? Terminaron financiando una vertiginosa bicicleta financiera. Los grandes pulpos de la especulación, que no son otra cosa que fondos de inversión de multinacionales extranjeras, se hacían de esos dólares, los pasaban a pesos y compraban Lebac (letras del Banco Central que, en estos años, llegaron a rendir más de 30% anual, una superganancia que no se obtiene en ningún lugar del planeta). Por supuesto, el final del negocio se da cuando esos especuladores deciden “volver al dólar” y fugar ese dinero porque aparece otra operación más rentable en algún lugar diferente del planeta. Eso fue exactamente lo que pasó la semana pasada: se calcula que 3.000 millones de dólares que estaban en Lebac (o sea en pesos) “se pasaron” rápidamente a dólares, provocando la suba de la divisa norteamericana, demostrando la fragilidad extrema de la política de mayor endeudamiento del gobierno de Macri y de todo el plan económico, dependiente de las idas y venidas de los capitales imperialistas, que sólo puede sostenerse cada día aumentando la deuda externa para refinanciar los vencimientos anteriores y que, al menor cimbronazo internacional, hace agua por todos los costados.
Ahora bien, vamos a la segunda pregunta: todo este tembladeral, con un gobierno que pierde reservas y bandas de especuladores internacionales que, después de hacer su negocio, “huyen” del país con los dólares bajo el brazo, ¿en qué nos afecta a los trabajadores? No es muy difícil la respuesta, basta apelar a la memoria cercana: cada vez que hay una devaluación, aun cuando luego el dólar se aquiete y deje de ser noticia en la tapa de los diarios, lo que sigue es un aumento generalizado de todos los precios. Eso fue lo que ya pasó en el verano, cuando el salto del dólar de 17 a 20 pesos ocasionó una inflación que ya lleva el 9% en apenas cuatro meses, pulverizando salarios y jubilaciones. Encima, tenemos que sumarle que el gobierno trató de evitar que se le fueran más Lebac aumentando el “premio” para los especuladores que se queden con ellas, por eso aumentó la tasa de interés. La consecuencia será créditos más caros, que todos pagaremos cada vez que financiemos un saldo de tarjeta de crédito o tengamos que abonar la cuota de un crédito hipotecario.
Claro que las cuotas más caras ya no son únicamente porque cambiamos un electrodoméstico. También resultará más caro el financiamiento de las cuotas de la factura del gas. ¡La calefacción se tornó en un auténtico artículo de lujo, que hasta lo vamos a terminar pagando en cuotas! Es que la suba de precios no sólo es fogoneada por el dólar. También tenemos la otra “política macrista”: los tarifazos para garantizarles las ganancias a las privatizadas, nuevamente con la excusa de que “hay que bajar los subsidios para reducir el gasto público”. La consecuencia está a la vista: los subsidios se achican, pero a las privatizadas se les mantienen las ganancias a costa de nuestro bolsillo, mientras que ¡el gasto público sigue igual, o incluso aumenta, producto de que cada día pagamos más intereses de deuda!
Mientras la inflación se come nuestros salarios, la burocracia sigue firmando paritarias al 15%. Y la oposición peronista no hace nada más que buscar algún circo parlamentario sin plantearse ninguna pelea en serio contra el tarifazo ni contra el techo salarial.
La deuda externa, que sigue creciendo astronómicamente, no sólo hace que para pagarla el gobierno ajuste salarios, despida, meta tarifazos, reviente la educación y la salud pública. La deuda también es el mecanismo que aceita la bicicleta financiera, esa que vimos provocar la corrida cambiaria de la semana pasada, que pagaremos todos con más inflación. Por eso, amigo lector, volvemos a insistir en lo que venimos diciendo desde hace años: el problema central de la Argentina es la deuda externa. Y no hay salida para los trabajadores, ni programa económico alternativo viable si no comenzamos por repudiarla, suspendiendo inmediatamente sus pagos y volcando todos esos recursos a un programa de emergencia que priorice el salario, el trabajo, la educación, la salud y la vivienda.