¿Nos desendeudamos con el kirchnerismo?
Escribe Guido Poletti
Hay un punto en que macristas y kirchneristas dicen exactamente lo mismo: que durante los años de Néstor y Cristina la deuda externa se redujo sustancialmente, hasta dejar de ser un problema. Los kirchneristas lo llaman “el desendeudamiento”. Los macristas lo aprovechan como excusa para sostener que la nueva deuda que están tomando (140.000 millones de dólares en poco más de dos años) no sería un problema al arrancar de un nivel “tan bajo”.
Todo esto es rotundamente falso. No nos desendeudamos en la era kirchnerista. Al contrario, luego de pagarle al contado y con intereses astronómicos al Fondo Monetario y al Club de París, de hacer dos canjes de deuda en 2005 y 2010, de transformarnos en “pagadores seriales” (expresión de la propia Cristina Fernández de Kirchner en un discurso) abonando 200.000 millones de dólares, llegamos a 2015 con una deuda que superaba largamente los 240.000 millones de dólares.
Los economistas kirchneristas mostraban números de desendeudamiento donde no contaban la deuda pendiente con los buitres, o sostenían que lo que se adeudaba en pesos no “afectaba” en nada ya que lo tenían organismos como la Anses o el Banco Central y se podrían “renovar” indefinidamente. Esos mismos economistas son los que hoy reconocen que esa deuda nominada en pesos, ahora en el gobierno de Macri, “sí importa y es un problema”, como se acaba de comprobar la semana pasada con el vencimiento de las Lebac.
Tampoco es cierto que “nos liberamos del FMI”. De hecho, el último acuerdo con el Fondo, anterior al que actualmente negocia el gobierno de Macri, fue firmado por el entonces presidente Néstor Kirchner el 20 de septiembre de 2003, a los pocos meses de haber asumido su mandato. Ese fue el préstamo que se canceló por anticipado y en efectivo en enero de 2016. Este hecho tampoco fue ninguna “señal de soberanía”, como se lo quiso vender entonces. Era el propio Fondo quien presionaba para cobrar por anticipado, y de hecho ya había logrado en las semanas previas que lo hicieran Turquía y Brasil.
En síntesis, la deuda externa es el mayor problema de la economía argentina de los últimos 40 años. Nació y creció fraudulentamente durante la época de la dictadura militar. Y fue pagada, con el hambre del pueblo, por todos los gobiernos posteriores, llámese Alfonsín, Menem, De la Rúa, los Kirchner o ahora Macri. Varias veces, como en 1982 al final de la dictadura, en 1989 con la hiperinflación, o en 2001 con el corralito, esas políticas nos llevaron a la crisis total. Por eso la única salida es la que, desde hace décadas, venimos planteando desde la izquierda: dejar de pagar ya mismo esa deuda inmoral, ilegal, fraudulenta e impagable y romper con el FMI y todos los organismos financieros internacionales como primer paso para oponerle un plan económico alternativo obrero y popular.