Escribe Juan Carlos Giordano

Las confesiones de Calcaterra reconociendo que pagó las coimas son impactantes. Pero lo más impactante es que no vaya preso y salga por la puerta giratoria que le abrió el propio juez Bonadio. Estos corruptos ahora se valen de la ley macrista del “arrepentido”, donde si un gran mafioso aporta pruebas de la trama corrupta… ¡sale beneficiado! Todo mediante un pacto firmado entre el corrupto y el magistrado. Al Capone estaría chocho.

Algunos empresarios han declarado que las coimas eran aportes para la campaña electoral. Una coartada para que el máximo de la pena, en caso de ser condenado, sea de tres años. Pero por ese “delito electoral” solo hubo un juicio desde 1983 y fue contra una puntera de una villa de emergencia. Acá estamos hablando de lavado de dinero y asociación ilícita por parte de tremendos delincuentes. Algunos incluso alegan que fueron “extorsionados” para hacerse pasar por víctimas. Una impunidad total.

Bonadio deja en libertad a delincuentes peligrosos que se pueden tomar un avión y no aparecer nunca más. O anuncia un allanamiento en propiedades de Cristina, que tiene que ser autorizado por el Congreso, posibilitando que se lleven todas las pruebas. Esto es lo opuesto a lo que se hace con los presos comunes, la mayoría desde hace años en las cárceles a pesar de no tener condena. Es lo que dijimos siempre: hay una Justicia para ricos y otra para pobres.
Por su parte, el estudio Rosental, que defiende a la familia Macri, ahora patrocina también al primo del presidente, Calcaterra, y a la contadora que desplazó Vidal por los aportes truchos.

La dupla Stornelli-Bonadio, que llegó a la Justicia por el peronismo menemista de los 90, no tiene nada de “justicia independiente”. Posan como los jueces del Lava Jato argentino, pero la megacausa brasilera no fue por obra de ningún juez benevolente, sino por las luchas contra la corrupción que sacudieron Brasil desde 2013. Por eso desde la izquierda proponemos la elección popular de los jueces y que ganen igual que un trabajador.