¿A dónde va el país?
La frase “esto no va más” se empieza a escuchar cotidianamente en los lugares de trabajo, en los colegios o en las mesas familiares. Es la conclusión que empiezan a sacar miles y miles de trabajadores a dos años y medio de un gobierno que se la pasó diciendo que después del ajuste “nos íbamos a salvar”. Pero resulta que después de los despidos masivos, el robo salarial y el saqueo a los jubilados de fin de año, no vino la reactivación, sino el caos. Los funcionarios que anunciaban un “crecimiento” pasaron a reconocer que estamos en recesión; de la inflación del 10% se pasó al 42% proyectado para este año y del dólar a 9,80 pesos a los actuales 40 y sin techo. El endeudamiento record fue para tapar el agujero de la bicicleta financiera y pagar más y más deuda externa.
Mientras el gobierno decía que “todo iba bien”, de repente Macri anunció que la única salida era pedirle al FMI un salvataje porque nos estábamos hundiendo. El gobierno pactó con el Fondo un ajuste feroz, pero apenas dos meses después estamos otra vez al borde del colapso. La imagen que da Cambiemos es patética. Con sus funcionarios viajando a preguntarle al FMI que les permiten hacer, dejando en claro que quien dirige la economía no son los funcionarios del gobierno, sino Christian Lagarde y su equipo. Que, por supuesto, no plantearán otra cosa que más y más ajuste, como pasó en todos los países que en los últimos años recurrieron a este organismo, como Haití, Nicaragua, Jordania o Grecia. O como pasó tantas veces antes en la historia argentina. Es que el FMI es el ajuste perpetuo y el organismo explotador que ya nos llevó a las crisis anteriores.
Crece la crisis económica, y eso realimenta la crisis política. Ese es el origen del odio popular al gobierno de Macri, que ya es masivo. Es que motivos no faltan. Con Macri pierden los trabajadores, los jubilados y la clase media; pierden las universidades, los maestros y profesores y los científicos. Y ganan cada día más los banqueros, los acreedores de la deuda externa, los monopolios agroexportadores y todos aquellos a los que se les garantizan ganancias dolarizadas, como las petroleras y las gasíferas. Esta es la conclusión que el gobierno nunca hubiera querido que el pueblo sacara, pero es la que ya se empezó a hacer de masas. Por todo esto es que se dice masivamente que “esto no va más”. Ya no queda nadie de aquellos sectores populares que, confundidos priorizando su odio al kirchnerismo, los habían votado en octubre pasado.
Ni los cuadernos del remisero Centeno mostrando la tremenda y cierta corrupción del gobierno anterior puede tapar semejante catástrofe social. Millones ven en las conferencias de prensa a un presidente del cual dicen “o este hombre no sabe, o no quiere, o no puede” conducir un país. Los minutos grabados varias veces por Macri, las escenas del fin de semana con un Dujovne “renunciado” cuatro veces o un Melconián que subía y bajaba de ministro con el correr de las horas, muestran ante millones a un gobierno a la deriva. Hasta Carrió hizo referencia “al helicóptero”. Es que a este gobierno ya no le cree nadie. Que Macri diga que está en el peor momento de su vida y espera que esta crisis sea la última, no solo no da “confianza” a los mercados (léase bancos y especuladores), sino que fundamentalmente no logra revertir el repudio popular. Le echa más leña al fuego. La crisis social y la miseria creciente nos llevan a escenas terribles como la muerte de un chico de 13 años tras un intento de saqueo a un supermercado en Roque Sáenz Peña en el Chaco.
La preocupación pasa ahora por cuál es la salida a semejante crisis. El gobierno quiere mostrar que hay que aguantar un mayor ajuste porque es la única alternativa ante lo que denomina el “populismo” del gobierno anterior. Los políticos patronales peronistas, por su parte, agitan que contra el “neoliberalismo de Macri” no hay otra que volver al “modelo” patronal peronista, ya sea en versión Massa, Urtubey o Pichetto, o en versión “nacional y popular” con la vuelta de Cristina Kirchner, como fogonea el peronismo K. Pero precisamente estos políticos que vienen del tronco del PJ son los que vienen sosteniendo desde el principio a Macri, junto a la burocracia sindical de la CGT peronista.
Para estos días se espera una foto entre Sergio Massa, Urtubey, Schiaretti y algún otro. Será la foto de la complicidad con el macrismo. Son los que están negociando con el gobierno el presupuesto 2019. Y si no lo votan, no será porque están en contra del FMI, sino porque se reacomodan con algunas críticas para simular que son opositores mientras ajustan en sus provincias. Son estos políticos patronales peronistas los que le vienen garantizando la “gobernabilidad” a Macri, reconocido hasta por el propio presidente en su discurso de este lunes. “Si le va mal a Macri al pueblo le va a ir peor”, dijo Urtubey para encubrir su complicidad.
Como parte del mismo “movimiento” peronista, la burocracia sindical de la CGT, que viene de meses pactando una tregua, ante la presión desde abajo y al ritmo del crecimiento de las luchas, se vio obligada a convocar a un paro general. Pero cuando crece el reclamo para que sea ahora, se cuidaron de ponerlo lo más lejos posible, el 25 de setiembre.
Macri dice que su ajuste son los dolores de parto para terminar con “70 años de decadencia”. Pero si hay una decadencia de décadas es precisamente culpa de todos los gobiernos, el actual y los anteriores. La pregunta es: ¿por qué un país lleno de recursos naturales y de riquezas, con un movimiento obrero calificado y profesionales y técnicos de excelencia como parte de las generaciones que hicieron historia, hace décadas que viene barranco abajo y de crisis en crisis? La explicación radica en que los sucesivos gobiernos, tanto del PRO, los radicales y peronistas en sus distintas variantes, fueron los responsables de mantener esta decadencia capitalista gobernando para los mismos de siempre, los grandes empresarios, las multinacionales, los bancos y los oligarcas del campo. Son estos gobiernos patronales quienes mantuvieron al país de rodillas, sometiéndolo a los dictados del imperialismo, el FMI, el Banco Mundial y las grandes potencias. Estos gobiernos, sean de centroderecha o “nacionalistas” son quienes sometieron a nuestro pueblo a ajustes permanentes pagando la sangría de la deuda externa fraudulenta desde la dictadura para acá.
El cambio de fondo que necesita el pueblo trabajador pasa por imponer otro gobierno. Un gobierno de los trabajadores y la izquierda, junto a la juventud y a las mujeres que luchan por una salida de fondo. Un gobierno que nos libere de las ataduras históricas al gran capital. Que deje de pagar la deuda externa. Que rompa con el imperialismo, el FMI y las multinacionales. Que planifique la economía y ponga todas nuestras riquezas al servicio de resolver las urgentes necesidades populares. Un gobierno que avance hacia una Argentina socialista. Esto es lo que nunca ocurrió y hay que lograr.
Mientras luchamos por esta salida de fondo preparando una alternativa política de los trabajadores y la unidad de la izquierda, como lo venimos haciendo con el Frente de Izquierda -y luchando por una nueva dirección del movimiento obrero con el sindicalismo combativo-, llamamos a apoyar todas las luchas para imponer urgentes medidas de emergencia, como parte de un plan económico alternativo, obrero y popular, como mostramos en las páginas centrales. Exigiendo el paro general de 36 horas ya, con movilización a Plaza de Mayo y a todas las plazas del país, como primer paso de un verdadero plan de lucha hasta tirar abajo el ajuste de Macri, el FMI y los gobernadores.