En marzo de este año se conoció que del presupuesto 2018 se destinaron 130 millones de pesos para pagar el sueldo de los obispos. Por supuesto que esa noticia cayó muy mal. Porque esa plata sale del bolsillo de todos y todas las ciudadanas, creyentes y no creyentes.

Luego del rol nefasto que jugó la Iglesia Católica en el debate por el derecho al aborto, se empezaron a cuestionar estos beneficios económicos que recibe la institución por encima del resto de las religiones y cultos. Tal fue el rechazo que se anunció que para el presupuesto 2019 esto se modificaría. Sin embargo nada de eso sucedió. Es más, en el proyecto de presupuesto del año próximo continúa apareciendo una cifra destinada al pago de sueldos de obispos y arzobispos, ahora por 126.508.661 pesos. Pero eso no es todo.

Además premian a la Iglesia Católica con un aporte de 290 millones de pesos destinados a reformar sus templos. Millones de pesos que no irán a mantener los edificios públicos escolares, pero sí para reformar la basílica de San Francisco de Asís, la parroquia San Pedro González y el Descanso del Peregrino de la Basílica de Luján. El presupuesto 2019 de Macri, el FMI y los gobernadores es más ajuste para el pueblo trabajador y más beneficios para la Iglesia Católica.