Más pagamos, más debemos
Escribe José Castillo
Todo el plan de ajuste de Macri y el FMI tiene un solo objetivo: “despejar” cualquier duda de que el gobierno no puede pagar los vencimientos de deuda de acá hasta el final de su mandato. Tanto en el primer acuerdo con el Fondo (junio pasado), como en el reciente, lo primero que se escuchó de parte del ministro Dujovne y el resto de los funcionarios fue que “ahora sí, no cabía ninguna duda que la Argentina tenía el dinero para hacer frente a todos sus compromisos”. El FMI, por su parte, aportaba lo suyo clarificando que “el dinero de su préstamo es para garantizar los pagos de deuda y no para intervenir en sostener al dólar”. Por último, el propio proyecto de ley de presupuesto 2019 lo especifica, al establecer que se achican todas las partidas, menos las de pago de intereses de deuda, que crecen hasta 600.000 millones de pesos.
Todo esto deja más claro que nunca que la deuda externa se ha transformado, una vez más, en una bola de nieve. Como pasó en 1982, se repitió en 1989, y luego otra vez en 2001. Llegamos a esta situación producto de que el gobierno de Macri nos endeudó astronómicamente en 150.000 millones de dólares, sumando a una deuda anterior que existía y no era nada despreciable, negando así la falsa afirmación del kirchnerismo de que “estábamos desendeudados”.
La suma de estas dos cuestiones (con las responsabilidades que les caben a ambos gobiernos) nos lleva a un endeudamiento extremo, donde si sumamos lo que el gobierno informa “oficialmente” como deuda pública, más la deuda de las provincias, más el fenomenal endeudamiento del Banco Central, tenemos que a finales de 2018 deberemos 435.000 millones de dólares. ¡Más de un PBI entero, toda la riqueza que la Argentina genera en un año! Esto ya viene generando una “corriente” de pago de intereses anuales de alrededor de 20.000 millones de dólares (al tipo de cambio actual, unos 800.000 millones de pesos). Blanco sobre negro: pagar solo los intereses, que significa no cancelar nada del capital de la deuda, nos condena a un superajuste perpetuo. No sólo para 2019, sino para todos los años venideros.
La única salida a esta situación es la que, insistentemente, venimos planteando desde Izquierda Socialista y el Frente de Izquierda: hay que suspender inmediatamente los pagos de deuda, desconocerla definitivamente por su origen ilegítimo, ilegal y fraudulento, y proceder a volcar todos esos recursos, que hoy año a año regalamos a los buitres acreedores, para generar trabajo, mejores salarios, educación, salud y vivienda.