Una familia de expertos en negociados con el Estado
Franco Macri, el padre del actual presidente, era nieto de un ministro de Obras Públicas de Benito Mussolini. Cuando cayó el gobierno fascista italiano, la familia tuvo que huir de ese país. Franco vino a la Argentina. Trabajó un breve tiempo de albañil. Pero hábil para las relaciones, logró casarse con la hija de una familia de la oligarquía agropecuaria de Tandil, los Blanco Villegas.
Durante la dictadura del general Onganía en los años ´60 y junto con su familia política, creó una empresa mixta, estatal-privada, que controló las exportaciones de carne. Luego fundó Impresit-Sideco, en asociación con Fiat. Por sus vínculos con funcionarios de la dictadura militar de entonces, logró incidir en decisiones de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), ganando varias licitaciones para el diseño y construcción de plantas industriales, eléctricas, puertos, viviendas y otros proyectos.
En los años ´70 bajo el gobierno de Perón, Franco estableció una estrecha relación con José López Rega, lo que le permitió ganar licitaciones para la construcción de viviendas y expandirse a otros negocios, incluyendo la banca.
Luego del golpe de 1976, con su holding Socma, los Macri también fueron beneficiarios de importantes licitaciones bajo la peor dictadura de nuestra historia. Entre las obras que realizó se encuentran: la represa Yacyretá, la construcción del puente Misiones-Encarnación y las centrales termoeléctricas de Río Tercero y Luján de Cuyo. En la misma época se hizo cargo de la recolección de basura en la ciudad de Buenos Aires con Manliba. También tuvo participación central en la filial argentina de la empresa Fiat, donde llevó a cabo cierre de plantas y despidos masivos.
Hacia el final de la dictadura, con Domingo Cavallo al frente del Banco Central, las empresas de los Macri se beneficiaron -como tantos otros grupos empresarios- con la estatización de su deuda, por un valor de 170 millones de dólares. Al comienzo de la dictadura eran siete las empresas de Socma. A su finalización, más de cuarenta.
Pero ahí no terminaron sus negocios ni su asociación con el Estado. Entre 1974 y 1987 (gobierno de Alfonsín) las empresas de los Macri recibieron 85 millones de dólares en subsidios del Estado.
Macri y su padre estuvieron en 1993 al frente de una operación con la firma Sevel de venta de autopartes e importación de autos de Uruguay, por la que luego serían acusados de recibir ilegalmente reintegros y otros beneficios indebidos.
Además, durante la década del ´90 participaron activamente de las privatizaciones de Menem. El caso más notorio es que tuvieron a su cargo el Correo Argentino entre 1998 y 2003. El gobierno de Néstor Kirchner lo expropió debido a que los Macri no pagaban el canon por la concesión desde el año 2000, llevando a la empresa a la quiebra.
Durante el gobierno kirchnerista, junto con la brasileña Odebrecht, entre otras, la empresa IECSA de los Macri se hizo cargo del soterramiento del ferrocarril Sarmiento, un verdadero nido de corrupción por las coimas y sobreprecios asociados a la obra.
El actual presidente Mauricio Macri, hijo de Franco, ocupó altos cargos de dirección en varias de las empresas del grupo. En particular participó de un gran número de operaciones con el exterior y, a partir de las informaciones divulgadas por el escándalo conocido como Panama Papers, se le atribuye la propiedad de por lo menos cincuenta sociedades no declaradas en distintos paraísos fiscales. Mediante ellas realizaron transferencias de cientos de millones de dólares de la familia al exterior.