Otro masivo repudio al ajuste y la represión
Este miércoles 24 se volvió a mostrar un masivo repudio al gobierno de Macri y de Cambiemos frente al Congreso. Se dio con decenas de miles movilizados en las calles como parte de un rechazo mucho mayor aún, obrero y popular, ante un gobierno decidido a aplicar un ajuste sin fin, con un recorte de 400.000 millones de pesos para pagar la deuda externa a costa de seguir esquilmando partidas en salud, educación, vivienda, trabajo y tantos otros ítems sociales.
El país se sigue hundiendo de la mano de Macri, más con este presupuesto hecho al servicio de salvar a una minoría de banqueros, grandes empresarios, multinacionales y usureros de la deuda. Tal es el saqueo que aprobaron el dictamen sin que estén los cambios por escrito y se aprestaban a votarlo en Diputados a libro cerrado. Se trata de un gobierno y un Congreso puestos de rodillas ante los dictados del organismo imperialista, el FMI.
Desde Izquierda Socialista y el FIT venimos denunciando que este presupuesto dispone 750.000 millones de pesos sólo para pagar intereses de la deuda externa. Es casi el doble de lo que se va a destinar a salud, educación, ciencia y tecnología, protección social, agua potable y trabajo juntos. Es un brutal saqueo y entrega que nos llevará a un mayor caos social, al crecimiento de la pobreza y a la miseria para millones. Un ajuste que también afecta a la clase media, con tarifazos y una brutal inflación que superará el 45%, mientras los salarios, las jubilaciones y los planes sociales siguen en picada.
Pero si el repudio en las calles no fue mayor se debió al papel traidor de las conducciones sindicales peronistas. La CGT directamente se borró. Ante el brutal ajuste y la feroz represión, con casi treinta detenidos, no abrió la boca. Es una más de las defecciones de una burocracia cómplice directa del ajuste macrista. Frente a la pelea contra el presupuesto, dejaron a miles de trabajadores y activistas solos enfrentando el ajuste y la represión, al igual que docentes y estatales que pararon masivamente contra el ajuste. Esto no quita que, producto de la bronca y el repudio a la política de hambre contra el pueblo trabajador, estén obligados a hacer un llamado a alguna medida de fuerza, como ya lo vienen anticipando Daer y Acuña.
Por su parte, los dirigentes kirchneristas que integran el llamado Frente Sindical por el Modelo Nacional, encabezado por Hugo y Pablo Moyano y Ricardo Pignanelli, el burócrata del Smata, priorizaron el acto con la Iglesia en Luján en vez de llamar a marchar masivamente este 24. Ayudaron así al propio juego de la cúpula católica, donde el papa Francisco y los obispos se juegan a garantizar la gobernabilidad llamando al “diálogo” y poniendo paños fríos “para evitar un estallido social”, coincidiendo en esto con los planteos del peronismo, de “esperar las elecciones del año que viene”.
Estas conducciones del peronismo, tanto políticas como sindicales, no quieren derrotar hoy el presupuesto ni el ajuste de Macri y el FMI. Se volvió a mostrar el contraste entre la predisposición a la lucha de la clase trabajadora y el freno a la movilización por parte de estos dirigentes. Lo critican de palabra, pero no lo enfrentan. ¿Qué hubiera pasado si se paraba 48 horas, con movilización, como lo reclamamos desde la izquierda? Otro habría sido el panorama.
Macri se aprestaba a votar el presupuesto en Diputados con la complicidad de la oposición patronal, esencialmente del peronismo. En los próximos días la escena se repetirá en el Senado. En el caso de la Cámara baja, Cambiemos tiene 108 diputados. Para llegar a los 129 del quórum contó con los legisladores de Schiaretti y Urtubey y, fundamentalmente, con la nota de color de los diputados de San Luis, quienes, después de que su gobernador se opusiera a firmar el nuevo acuerdo del gobierno con las provincias, terminaron siendo quienes le garantizaron el número para sesionar. También aportaron los diputados del gobernador de Tucumán Manzur, el que compartió el acto peronista del 17 de octubre con Daniel Scioli. Por su parte, Kicillof y Rossi, por el kirchnerismo, y Graciela Camaño, por el massismo, hicieron encendidas intervenciones en el circo parlamentario mientras sus conducciones sindicales afines no movían un dedo en las calles. Esta es la realidad del peronismo, más allá de sus dobles discursos.
A pesar de las trabas sindicales y políticas que tiene la clase trabajadora, la bronca se expresó y va a seguir creciendo. Si hay ajuste y represión va a haber más lucha. En las próximas semanas se volverán a dar nuevos capítulos de esta pelea. Desde cada lugar de trabajo, de estudio o en los barrios sobran ganas para enfrentar estas políticas. Se avecinan nuevos choques contra este gobierno hambreador al ritmo de mayores ataques al nivel de vida de las masas.
Desde el sindicalismo combativo y la izquierda llamamos a la más amplia unidad para derrotar el ajuste de Macri, el FMI y los gobernadores. Hay que exigir el paro de 48 horas y una movilización a Plaza de Mayo, junto con un plan de lucha nacional contra el ajuste. Y, fundamentalmente, salir a dar pelea por medidas de emergencia: por salario, por la anulación de los tarifazos y, esencialmente, por romper el pacto con el FMI y dejar de pagar la deuda externa. Para todo esto hay que fortalecer al sindicalismo combativo contra la burocracia sindical y al Frente de Izquierda como alternativa política. Ante un pueblo trabajador que empieza a decir cada vez con más fuerza que esto no va más, hay que plantear que la salida es un gobierno de los trabajadores y la izquierda.
En lo inmediato, llamamos a seguir fortaleciendo las luchas contra el ajuste y por derrotar esta política antiobrera y entreguista de Macri y sus cómplices.