Un presupuesto para pagar la deuda
Este miércoles 14 se terminará votando en el Congreso el presupuesto 2019. Tal como sucedió en su momento en Diputados, el peronismo termina aportando los votos necesarios para su aprobación, ahora en el Senado. Fue hecho a medida de las exigencias del FMI, que lo consideraba la “señal” de compromiso tanto del gobierno de Macri como de los gobernadores y la oposición peronista para sostener el ajuste. De ahí el apuro que mostró el gobierno en que se terminara aprobando antes de la cumbre del G20.
El presupuesto es un muestrario del superajuste que se viene, mayor aún que el que ya está en curso. Todas las partidas se achican en forma impresionante. Miles de trabajadores del Estado corren serio peligro de ser despedidos. El aumento salarial pautado para todo el año próximo es de 8%, con una inflación proyectada de 34%. Los trabajadores pagarán más impuesto a las ganancias y los empresarios cada vez menos. Los pulpos del gas y el petróleo recibirán enormes subsidios para seguir saqueando Vaca Muerta. Es un auténtico regalo a los empresarios y usureros internacionales al servicio de perjudicar al pueblo trabajador.
Esto tiene un único destino que se destaca en la única partida que crece: 750.000 millones de pesos serán destinados al pago de la deuda externa, un 50% de incremento con respecto al año pasado. Será casi el doble de lo que se destinará a salud, educación, protección social, redes de agua potable y trabajo juntos. No es otra cosa que la consecuencia lógica de una deuda que viene creciendo cual bola de nieve a lo largo de todo el gobierno de Macri. Subió en este período 150.000 millones de dólares, y va camino a terminar el año superando largamente los 400.000 millones de dólares. Los vencimientos para los próximos años son siderales. Se repite lo que viene sucediendo desde hace más de cuarenta años: más pagamos, más debemos.
Todo esto recaerá sobre el bolsillo de los trabajadores, ya enflaquecido por las consecuencias de la devaluación de este año, aumentando la pobreza y la desigualdad social. La pérdida salarial en 2018 es superior al 15% y todavía falta la inflación del último trimestre del año. Esto no se compensa, ni de lejos, con el miserable bono pactado entre el gobierno, las patronales y la burocracia de la CGT. En los lugares de trabajo la discusión de todos los días es que la plata no alcanza ni para llegar a la mitad del mes, que los precios siguen aumentando, que los tarifazos no paran (ahora le tocó al subte) y que crecen los despidos y suspensiones por todos lados. A ello se le suma que, otra vez, la desidia de los gobiernos nacional y de la provincia de Buenos Aires (de Cambiemos) y de las intendencias (la mayoría de peronistas) hizo que una tormenta se transformara en un drama para miles de inundados.
Mientras la burocracia de la CGT, por enésima vez, le garantiza la paz social al gobierno, el Frente Sindical para el Modelo Nacional de Moyano, Palazzo y Pignanelli y las CTA posan de opositoras de palabra, pero no mueven un dedo, planteando que hay que apostar a “votar bien en 2019”, lo que significa, en concreto, no hacer nada, dejar pasar el ajuste y llamar a confiar en el peronismo para las elecciones del año próximo. Por eso no hicieron nada cuando se votó el presupuesto.
La izquierda y el sindicalismo combativo sostenemos lo opuesto: hay que pelear ahora contra el ajuste, reclamando un real aumento de emergencia para recuperar lo perdido y la inmediata reapertura de las paritarias. Exigiendo que, para lograrlo, se convoque a un paro general de 48 horas y un plan de lucha contra el ajuste de Macri, los gobernadores y el FMI. Sosteniendo además que la única salida pasa por romper con el FMI y dejar inmediatamente de pagar la deuda. Este planteo lo lleva adelante sólo la izquierda. El kirchnerismo que posa de opositor para capitalizar la bronca contra Macri hacia el 2019, se cuida muy bien de aclarar que va a “renegociar el acuerdo con el Fondo” (tal lo planteado por Agustín Rossi en su momento) o “reestructurar la deuda” como reconoce La Cámpora. Revelando que ahora es Cristina quien llama a la unidad del peronismo con los cómplices del ajuste de Macri, es decir, con Pichetto, Urtubey y Massa.
Desde Izquierda Socialista y el Frente de Izquierda somos claros: no hay salida si la política económica está al servicio de pagar la deuda y la sigue dictando el FMI. Solo dejando de pagar y romper los lazos con ese organismo explotador habrá recursos suficientes para dar trabajo, salario, salud, educación y vivienda. Al servicio de esta salida haremos el acto del 8 de diciembre en Ferro.