Córdoba: Murió “el Negro” Carlos Freites
El domingo 3 de marzo se fue, llevándose un montón de experiencia y tradición partidaria, Carlos Freites Bazán. El Negro Freites para nosotros. Una fulminante enfermedad terminó con su vida. Convencido de la necesidad de construir el partido revolucionario y nuestra internacional, había ingresado a principios de la década del 70 a nuestro glorioso PST, desde allí contribuyó a atravesar los peligros y horrores de una de las más sangrientas dictaduras de nuestra historia. En esa larguísima trayectoria se formó como un sólido cuadro político de la regional Córdoba y también como un reconocido dirigente sindical de los estatales cordobeses, enfrentando consecuentemente a la patronal y a la burocracia sindical peronista de todo pelaje desde su lugar de empleado público en el Ministerio de Desarrollo Social. Aunque, como dijera nuestra compañera Liliana Olivero en su discurso de despedida de sus restos, él fue un “Carlos sin fronteras”, porque la solidaridad de clase con la que se había formado trascendió largamente su ámbito laboral. Hecho que fue reivindicado por sus compañeros de trabajo y de otros partidos políticos que se hicieron presentes en su funeral.
El homenaje de Izquierda Socialista, cuyas banderas adornaban su ataúd, reunió junto a sus familiares a gran cantidad de compañeros de varias generaciones que escucharon conmovidos los discursos y las estrofas de nuestra Internacional. El gran vacío que Carlos deja quedó reflejado en el pedido de una joven militante, referido a las compañeras y compañeros de más trayectoria y experiencia: “Por favor, ustedes cuídense que son la nafta que alimenta a nuestra juventud”. El compromiso fue poner un poquito más de cada uno de los militantes para cubrir ese vacío.
Durante más de cuarenta años Carlos levantó las banderas del leninismo, del trotskismo y el morenismo. ¡Esas son las banderas que fuimos a recoger a su homenaje, para levantarlas bien alto y llevarlas al triunfo del socialismo con democracia obrera!
Por eso entre esas cuatro paredes resonó tan fuerte nuestro grito de guerra permanente: ¡compañero Carlos Freites hasta el socialismo siempre!