El peronismo le garantiza al FMI la continuidad del ajuste
Escribe Guido Poletti
Gerry Rice, vocero del Fondo, fue clarísimo: “La misión del FMI es apoyar a los países miembros, en este caso Argentina, y vamos a continuar apoyando al país más allá de los cambios políticos. Es algo normal para el FMI. Los gobiernos pueden cambiar, pero el FMI continúa apoyando al país” (declaraciones levantadas por Perfil, Clarín y La Nación, 7 de marzo).
No es casual que estas expresiones surjan al finalizar la auditoría llevada adelante por el organismo, que incluyó reuniones con todo el arco peronista opositor, incluyendo a Axel Kicillof, Juan Manuel Urtubey y Roberto Lavagna, además de “los infaltables de siempre en estos casos”: la cúpula de la traidora CGT.
Es que el FMI se llevó una idea clarísima de esas reuniones. Todos, sin excepción, se comprometieron, en caso de llegar al gobierno, en no romper el acuerdo con el Fondo. Urtubey recibió a los funcionarios del organismo rodeado de economistas del establishment que decían que había que avanzar con la reforma laboral y jubilatoria, además de profundizar el ajuste. Fueron tan enfáticos defendiendo el ajuste, que los propios funcionarios del FMI quedaron sorprendidos: “parecían ustedes los del Fondo”, les dijeron.
Posteriormente tuvieron la reunión con Kicillof. Más allá de la puesta en escena (el diputado y principal economista kirchnerista los recibió con mate y bizcochitos de grasa), lo concreto es que también les garantizó que bajo ningún punto de vista piensan romper con el organismo.
Finalmente, el FMI tuvo su reunión con Lavagna, que ya se estaba poniendo celoso porque no lo llamaban (“supongo que me van a llamar. Estoy esperando”, llegó a decir ansioso en los días previos”). De la reunión surgió lo mismo: tranquilidad para el Fondo, no hay ninguna posibilidad de ruptura.
El FMI entonces deduce, con razón, que luego de entregar a Macri los más de 50.000 millones de dólares del préstamo destinado a garantizar los pagos de deuda externa a los acreedores, el “próximo gobierno”, sea de Macri o de cualquier sector del peronismo, se compromete a continuar con el acuerdo, léase a seguir con el ajuste pactado, que significa continuar achicando el gasto en 2020 y 2021 (más aún que en este año) y, por sobre todo, devolver los 50.000 millones, que se suman a los otros 100.000 millones de dólares de deuda externa a pagar en los próximos tres años.
La oposición peronista miente alevosamente cuando dice que, de llegar al gobierno, van a “renegociar” el acuerdo con el FMI y que este les va a permitir desarrollar otra política, “nacional y popular” o de “redistribución de la riqueza”. ¡Mentira! Ahí tenemos una larguísima historia de ejemplos de qué significan los planes de ajuste del FMI. Siempre fue igual: achicar el gasto social, privatizar, reformar las leyes laborales en contra de los trabajadores y reventar a los sistemas de jubilaciones. Para, desde ahí, “exprimir” el dinero que se destina a los pagos de deuda. Es absolutamente falso que el FMI “cambió”, que ahora hay un “FMI bueno”, o planteos similares. Si alguien tiene alguna duda no tiene más que mirar a Grecia, sometido a un ajuste infernal de 10 años por parte del Fondo.
El mensaje del FMI, en síntesis, es ilustrativo de lo que va a pasar. Le pusieron efectivamente 50.000 millones de dólares al gobierno de Macri. Pero tomaron nota de que los gobernadores firmaron también el acuerdo. Y de que la oposición peronista se comprometió y cumplió con aprobar el presupuesto de ajuste para el 2019. E incluso de que la burocracia sindical se encargó de desarmar cualquier reclamo fuerte contra este en las calles, vaciando las manifestaciones el día que se aprobó el presupuesto y luego canjeando cualquier atisbo de paro general por un “bono trucho” de fin de año, que incluso muchos trabajadores ni siquiera cobraron. Por eso están tranquilos: todo “está bien” con la oposición peronista, van a seguir cumpliendo.
De todo esto surge una lección: el peronismo no sirve para “sacarse de encima a Macri”. Porque lo que bajo ningún punto de vista sucederá es que nos “saquemos de encima al FMI”. Sólo la izquierda sostiene lo básico para poder empezar a plantear un programa alternativo: romper con el Fondo, dejar de pagar la deuda y poner todos esos recursos al servicio de resolver las más urgentes necesidades populares de salario, trabajo, salud, educación y vivienda.