El Partido Socialista de los Trabajadores (PST) en la dictadura militar
Escribe Martín Fú
Desde 1974, con Perón en el poder, el PST venía siendo perseguido por las bandas paramilitares de la Triple A. El golpe de 1976 significó un salto cualitativo en el genocidio perpetrado por la Junta Militar. La profundización de la represión y proscripción del PST forzó el pase a la clandestinidad de nuestro partido antecesor. Tomando el decreto 261/75 del 5 de febrero de 1975 (promulgado por el gobierno de Isabel), conocido como “de aniquilamiento de la subversión”, la Junta podía secuestrar, torturar y asesinar cualquier “elemento” que consideraran “delincuente terrorista”.
En la clandestinidad el PST continuó interviniendo en la lucha de clases con el objetivo de derribar a la dictadura militar junto con la clase trabajadora y sectores populares.
El partido siguió adelante, editando el periódico en la clandestinidad. La distribución fue adaptándose a esa situación, y nuestra prensa se hacía envuelta en paquetes de cigarrillos o de yerba, de esa manera se llevaba nuestra política a fábricas, universidades y barrios. Además, casamientos, cumpleaños y distintos eventos sociales servían como excusa para plenarios, reuniones o hasta congresos partidarios. La clandestinidad no hizo mermar nuestra militancia. Las huelgas de Luz y Fuerza, de ferroviarios, de los metalúrgicos, del Smata, de los portuarios, bancarios y tantas otras tuvieron al PST interviniendo desde adentro, organizando a los trabajadores o desde afuera, llevando nuestra solidaridad para que triunfen.
El carácter genocida y proimperialista de la dictadura era eje de nuestras denuncias, luchando junto a los familiares de los desaparecidos, coordinando acciones con los organismos de derechos humanos, reclamando y defendiendo a los presos políticos. Nuestro partido tuvo más de cien compañeros desaparecidos, otros tantos tuvieron que sufrir las torturas y el exilio.
Hoy, desde Izquierda Socialista continuamos la senda del glorioso PST, levantando las banderas de nuestra militancia y de los compañeros que ya no están. La pelea sigue siendo la misma, la construcción de un partido revolucionario, que luche por un gobierno de los trabajadores, socialista e internacionalista.
Ana María Martínez
Ana María fue militante del PST, obrera fabril, se reclamaba feminista y había sufrido la persecución en su Mar del Plata natal. Es por ello que el PST la reubicó en el norte del conurbano bonaerense. Estando embarazada de tres meses y trabajando en una fábrica de Munro, fue secuestrada por una patota en su casa de Villa de Mayo el 4 de febrero de 1982. Una semana después su cuerpo apareció en Dique Luján con signos de haber sido fusilada. Este 24 de marzo tendremos un motivo más para marchar y recordar a todos nuestros compañeros, luego de que tras años de movilización y organización, lográramos la primera condena a perpetua a dos genocidas por el asesinato. El general Norberto Apa y el teniente coronel Pascual Muñoz fueron condenados en diciembre de 2018, 36 años después del asesinato a cadena perpetua por su cobarde crímen. Esto lo logramos, organizados en la Comisión Ana María Martinez, durante años movilizados exigiendo justicia, recabando pruebas, marchando a tribunales, dando charlas, coordinando con otras comisiones de derechos humanos, usando las bancas obreras del Frente de Izquierda para denunciar la impunidad. Y vamos a seguir hasta que el último responsable sea condenado. Porque no perdonamos, no olvidamos y no nos reconciliamos con los genocidas, seguimos levantando bien en alto la bandera de Ana María y de todos nuestros compañeros caídos.