Frente al ajuste de Macri y el FMI, el peronismo no es salida
Editorial
“No sé si voy a poder reelegir”, dijo el fin de semana pasado el presidente Mauricio Macri en la reunión ampliada que realizó María Eugenia Vidal con su equipo en Chapadmalal. Es el primer reconocimiento público de un secreto a voces: la bronca creciente ante el aumento de la pobreza, los precios por las nubes, los despidos y las suspensiones ya han generado una fuerte crisis en el propio seno del gobierno. Por eso se escuchan todo tipo de rumores (como el llamado “plan V”, con Vidal como candidata presidencial), o desmentidas (“confirmando” que el candidato será Macri). El radicalismo, a la vez, está cada día más dividido, con sectores importantes que plantean irse de Cambiemos.
La sensación creciente en las fábricas, oficinas, escuelas y barrios populares es que esto no se aguanta más. Frente a esta realidad, esta semana se agiganta la traición de las cúpulas de la CGT y las CTA. La primera, después de levantar en noviembre pasado cualquier posibilidad de paro, se tomó cuatro meses de vacaciones para terminar convocando a una marcha este jueves, sin paro y sin que siquiera se acerque a ningún lugar simbólico del poder. Los sectores de la CTA Yasky y Micheli, que también participarán de la convocatoria, reclaman “una mesa de diálogo social ante la crisis con empresarios, centrales sindicales, partidos políticos, movimientos sociales e Iglesia a fin de acordar un programa de salida a la crisis” (Página 12, 1°/4). Lo mismo vienen proponiendo la Corriente Federal y la Iglesia. ¡Cualquier cosa con tal de no plantear el paro general y un plan de lucha para derrotar el ajuste!
Las palmas de las declaraciones entreguistas esta vez se las llevó uno de los jefes de la CGT, Héctor Daer, quien afirmó que “uno de los motivos por los que no hay huelga es que no existe consenso en el movimiento obrero para un paro” (Clarín, 2/4). ¿A quién consultó Daer para afirmar eso? ¿Acaso lo preguntó en alguna asamblea de trabajadores o reunión de cuerpo de delegados? Por supuesto que no nos extraña, nada podemos esperar de estos burócratas traidores que estuvieron con todos los gobiernos. Fueron “oficialistas” de Menem, de De la Rúa, de Duhalde, del kirchnerismo. Ahora, ya hace tres años, le vienen garantizando la tregua social al gobierno permitiendo así que pase este brutal ajuste. Por eso es que el plenario del sindicalismo combativo se posicionó frente a la convocatoria de este jueves 4 llamando a marchar en forma independiente, del Obelisco a Plaza de Mayo, exigiendo paro y plan de lucha (ver declaración en esta página).
La CGT, las CTA y la Corriente Federal son todos agrupamientos burocráticos que coinciden esencialmente en dos cosas. Una ya la desarrollamos en los párrafos precedentes: no parar ni salir a dar ninguna pelea contra el ajuste. La otra es “unir al peronismo”, o más en general “unir a todos en un gran frente anti-Macri”. Todo esto no es más que una expresión de la propia crisis que recorre a un peronismo dividido y que no termina de resolver cómo va a ir a las elecciones, más allá de que, obviamente, se prepara para ser el gran receptor del “voto castigo” contra el macrismo. Hoy, a dos meses de los cierres de listas, no se sabe cómo terminará (¿habrá una sola lista peronista?, ¿dos?), ni quiénes serán los candidatos (¿Cristina, otro kirchnerista? ¿Lavagna? ¿Massa? ¿Urtubey?). Lo concreto es que, por el lado del kirchnerismo, la orden de Cristina fue bajar su propia lista para apoyar a otros sectores del peronismo (como Schiaretti en Córdoba, el mejor alumno de Macri en su provincia), dando así una señal a su propia militancia de que deberán estar dispuestos a tragarse cualquier sapo en aras de su conveniencia. Lavagna, por su parte, sigue también con su propio planteo de “unidad”, rodeado por Luis Barrionuevo y otros burócratas sindicales, y con figuras como Sergio Uñac, que viene de ganar las PASO en San Juan y se autopostula como vicepresidente (a la vez que insiste en incluir en ese espacio al propio kirchnerismo). Y apuesta también a que lo apoye un sector del radicalismo y la centroizquierda (en la figura de Margarita Stolbizer y el socialismo de Santa Fe).
Nada bueno puede salir de cualquiera de estos alineamientos electorales patronales para la clase trabajadora. Unidos o divididos en diversas candidaturas, ya gobernaron contra el pueblo trabajador. Como Cristina que, tenemos que recordarlo, no fue “nacional y popular” como nos quieren hacer creer ahora, sino que lo hizo con la Barrick, Chevron y pagó en efectivo casi 200.000 millones de deuda externa. Otros ahora están gobernando sus provincias (y aplicando allí el mismo ajuste que el gobierno nacional). Y todos ellos sin excepción se comprometieron, y lo dicen en declaraciones y reuniones, a no romper el acuerdo con el FMI y seguir pagando la deuda externa, que tiene vencimientos inminentes de 150.000 millones de dólares los próximos tres años. Endulzan estas declaraciones con planteos de “renegociar” con el Fondo como si alguna vez en la historia hubiera autorizado otra cosa que programas de ajuste.
Frente al ajuste de Macri, los gobernadores y el FMI, el peronismo (Cristina, Lavagna o cualquier otra variante) no es salida. La única alternativa a todo esto es la izquierda, la única que dice que hay que romper con el FMI y dejar de pagar la deuda, que hay que reestatizar las privatizadas, que hay que nacionalizar la banca y el comercio exterior para así tener recursos que permitan resolver las más urgentes necesidades populares de salario, trabajo, educación, salud y vivienda.
El Frente de Izquierda viene fortaleciéndose. Ya pasamos la prueba en Neuquén, donde no solo reelegimos a nuestros legisladores, sino que incrementamos nuestra votación en diputados respecto de elecciones anteriores, a pesar de la fuerte polarización. En las próximas semanas tendremos un gran desafío en Córdoba y en otras provincias. Mientras tanto, nuestros diputados y dirigentes siguen diciendo presente y apoyando todas las luchas. Así vamos por la gran tarea: fortalecer una nueva alternativa política. Porque somos los que planteamos que frente a todas las variantes patronales que ya nos ajustaron, tienen que gobernar los que nunca lo hicieron, los trabajadores y la izquierda.