Frente a una crisis que se profundiza: Romper con el FMI y no pagar la deuda
La inflación sigue creciendo y a los “precios esenciales” no se los ve por ningún lado. Las subas y bajas del dólar y el riesgo país hacen que crezca la incertidumbre. El gobierno de Macri toma medidas distintas cada semana. El peronismo le jura al establishment que va a continuar el acuerdo con el Fondo y los pagos de deuda. Solo la izquierda dice que hay que enfrentar ahora el ajuste, romper con el FMI y no pagar la deuda.
Escribe José Castillo
El hundimiento de la economía macrista se torna cada vez más rápido. Recapitulemos los últimos acontecimientos: el martes antes de Semana Santa se conoció la inflación de marzo (4,7%). Al día siguiente Macri salió con su paquete de medidas cosméticas, la más publicitada fue la de los “precios esenciales”: 64 productos con valores congelados hasta octubre, que hasta hoy siguen sin aparecer en las góndolas. Pero eso no fue lo peor. Pasado el fin de semana largo, el dólar empezó a subir velozmente, al igual que el “riesgo país”, que llegó a superar los 1.000 puntos. Recordemos que este último indicador refleja, a medida que crece, las posibilidades de que la Argentina no pueda pagar su deuda externa en un futuro inmediato.
El presidente Macri pasó de decir que “todo era culpa de las encuestas que daban ganadora a Cristina” a afirmar resignado que “hay que acostumbrarse a la volatilidad del dólar”. Claro que, al mismo tiempo, envió desesperadamente una misión a Washington para rogarle al FMI que le diera más herramientas para frenar un dólar que se venía desbocando. Y, como siempre pasa, detrás de la suba del dólar viene la de los precios. Por si todo eso fuera poco, volvió a subir la nafta. Y, a contramano de los anuncios de que se habían “congelado” los tarifazos, este mes viene el aumento del agua.
En síntesis, el verdadero culpable de esta situación es el propio gobierno, que aun ajustando ferozmente sigue sin poder estabilizar nada ya que la resistencia popular le impidió implementar las reformas laboral y jubilatoria que le exige el establishment económico internacional.
La especulación a full
Finalmente el martes pasado el FMI autorizó al gobierno a salir a vender parte de las reservas para intentar bajar un dólar que, otra vez, se había disparado. Explicando la medida: el FMI le deja al gobierno que se use parte del dinero que le presta el propio organismo para que juegue contra los especuladores, en concreto que permita que se fuguen (ya en el último período se fueron 3.500 millones de dólares). Ese dinero, que ahora es utilizado en el cortísimo plazo para intentar que Macri logre cierta “estabilidad” de acá a las elecciones, estaba guardado para garantizar el pago de deuda en el futuro próximo. En síntesis Macri, con aval del Fondo, usa esa plata ahora para calmar a los especuladores, acrecentando las posibilidades de que no tenga con qué pagarle a los acreedores en el futuro próximo. Es la anécdota de la manta corta: si se tapa la cabeza, se destapan los pies, y viceversa.
Lo concreto es que sigue la “fiesta” para los especuladores financieros, a los que se les ofrece hoy una tasa récord por las Leliq (75%) y se les garantiza que van a tener más dólares a su disposición para la fuga de capitales. La contrapartida para los trabajadores, los jubilados y demás sectores populares es la continuidad del ajuste, la inflación, los despidos y la incertidumbre total hacia el futuro.
¿Qué va a pasar? Primero y principal: no va a haber ningún tipo de reactivación. Todas las medidas económicas del gobierno tienen como objetivo profundizar el ajuste y la recesión. Segundo, como venimos viendo desde fines de febrero, el gobierno no puede siquiera garantizar una mínima estabilidad y que el dólar no se le dispare. El FMI está autorizando cada día un poco más al gobierno argentino a que salga a desperdiciar dólares en el camino de la especulación. Pero nada ni nadie puede garantizar que esto alcance y que Macri pueda llegar a octubre sin que antes el dólar se dispare por el aire sin control y ello impacte sobre precios y salarios.
Pero a todo esto le tenemos que agregar un tercer elemento: ya es un secreto a voces que la Argentina no podrá pagar los próximos vencimientos de deuda, a menos de que haga un ajuste feroz muy superior al actual. Esto es lo que se viene para 2020, independientemente de que el gobierno logre evitar o no la corrida del dólar de este año. Y también independientemente de quien gane las elecciones.
Frente a esta realidad los distintos referentes del peronismo, en absolutamente todas sus variantes (Kicillof, Agis, Alberto Fernández, Felipe Solá, Pichetto, Marcos Lavagna, Massa, por enumerar solo a los que hablaron esta semana) hacen cola para decirle al FMI, al establishment económico internacional y a las patronales locales que ellos no romperán el acuerdo con el Fondo y cumplirán con los pagos de deuda.
Mientras todo se hunde y los trabajadores nos seguimos ajustando van quedando dos grandes bandos: de un lado todos los que rinden todo ante el altar de seguir pagando la deuda y de los compromisos con el FMI. Ahí está el gobierno, asegurando que cumplirá cueste lo que cueste; pero también el conjunto del peronismo en todas sus vertientes. Tanto macristas como peronistas van a terminar renegociando con el FMI ante la imposibilidad material de cumplir con los pagos. Se les exigirá mayor ajuste y reformas estructurales, como la flexibilización laboral y la liquidación del sistema jubilatorio.
Del otro lado solo queda la izquierda, con la única propuesta que permite realmente poner en marcha un programa alternativo obrero y popular: romper con el FMI y dejar de pagar la deuda externa.
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