Crecen el ajuste y la bronca popular: Se profundiza la crisis del gobierno de Macri
Nueva derrota electoral del gobierno en el interior. Carrió insulta escandalosamente a dirigentes de PRO. Los radicales plantean abiertamente sus dudas sobre si Macri debe ser candidato. Son todas consecuencias de la crisis y el desgaste de un gobierno cada vez más repudiado por el pueblo.
Escribe José Castillo
En La Pampa Cambiemos sumó su novena derrota consecutiva en lo que va del año. Ya ni es noticia. Las encuestas lo dan en picada, e incluso han trascendido algunas que ponen en duda que el gobierno pueda pasar la primera vuelta (sea porque pierda por más de diez puntos o directamente porque termine tercero, superado tanto por el peronismo kirchnerista como por Alternativa Federal). Las novedades que se van conociendo en estos días, como el anuncio de Cristina Fernández de Kirchner de que irá de vice de Alberto Fernández, o incluso las definiciones que se tomarán en el peronismo federal, lo aterrorizan, tal como lo reconoce por lo bajo más de un funcionario. Aunque, por supuesto, “para afuera” se diga que “acá no pasa nada”, “esto nos favorece”, en la clásica versión futbolera del “siga siga”.
Pero Cambiemos hace agua por los cuatro costados. Y ya es imposible de disimular. Elisa Carrió, en otra época el “tanque” electoral que ponía Macri en la Capital, ya ha pasado de impresentable a directamente una figura destructiva para la propia alianza de gobierno. Venía de decir barbaridades en la elección cordobesa. Ahora directamente trató públicamente de “hijo de puta” al diputado de PRO Nicolás Massot (“lo puteé cinco veces”, se encargó de aclarar la propia Carrió a los periodistas acreditados para asegurarse de que saliera la noticia). Otros diputados de Cambiemos se quejaron de que, con sus exabruptos y provocaciones, Carrió termina poniendo en riesgo la ya difícil rosca que tiene que armar el macrismo con sectores del peronismo para lograr sacar las leyes que necesita, tal el caso de la de financiamiento electoral.
Pero Carrió no es el único problema. Los radicales, sumidos en su propia crisis (ver nota en esta página), ya empiezan a decir abiertamente, en las palabras nada más ni nada menos que de Alfredo Cornejo, el presidente del partido, que “lo mejor es que Macri se baje”, volviendo a poner sobre la mesa lo que hace unas semanas se llamaba la opción “V”, por María Eugenia Vidal. En el marco de la crisis se escucha de todo, hasta los que van más allá y proponen una inviable opción “P”, que consistiría en incorporar un peronista “amigable” en la fórmula como vicepresidente. Incluso se llegó a tirar el nombre de Urtubey. Por supuesto que el involucrado inmediatamente lo negó rotundamente. Es lógico, si el barco se hunde, lo más razonable es que las ratas lo abandonen, no que suban nuevos pasajeros.
Todo esto es expresión de una realidad ya visible hace meses, pero que se sigue profundizando: la bronca popular ante el ajuste. Es que ahora no se trata simplemente de que han roto con Cambiemos los sectores populares que equivocadamente pudieron tener alguna expectativa y lo votaron en 2017, sino de algo más profundo: la ruptura con su propia base de clase media y centroderecha. Incluso importantes sectores patronales se animan a decir en voz alta que este gobierno “ya no les sirve más”. Un dirigente de Cambiemos, sin identificarse, dejó trascender en los medios: “Cómo quieren que salgamos a timbrear (la tradicional forma macrista de campaña electoral) si la gente ya ni nos abre la puerta, solo nos putea”. En este marco, resultan patéticas las declaraciones de Dujovne y otros funcionarios del equipo económico del gobierno, tratando de mostrar como “buena noticia” que la inflación de abril fue de 3,4%, menor que la de marzo, como si ese número no siguiera siendo totalmente astronómico, sumando anualizado un 55%. Es que, más allá de las estadísticas, cualquiera observa en la calle que los salarios y las jubilaciones cada vez alcanzan menos, que siguen los despidos y suspensiones y que crece la desesperación de muchos que ya no saben cómo hacer para llegar a fin de mes, pagar una factura de luz o comprar un remedio.
El único punto a favor que le va quedando al gobierno de Macri es el apoyo abierto del gobierno de Trump y el dinero que le sigue llegando de las cuotas del acuerdo con el FMI. Con eso, y una brutal bicicleta financiera, donde, a cambio de enormes superganancias para los bancos y los especuladores, trata de evitar que se dispare el dólar, se juega a “aguantar” hasta las elecciones. Todo, absolutamente todo, atado a cumplir a rajatabla el ajuste comprometido con el Fondo y a pagar la deuda externa.