Fuera el FMI, no al pago de la deuda externa

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fuera el fmi no al pago de la deuda externaEl endeudamiento de nuestro país ya supera largamente los 400.000 millones de dólares. De ellos, 150.000 millones tienen vencimientos inmediatos en los próximos tres años. Al mismo tiempo, toda nuestra economía está atada a las decisiones del FMI, que nos exige un feroz plan de ajuste. No hay otra salida que romper con el Fondo y suspender inmediatamente
los pagos de deuda.

Escribe José Castillo

No es un problema nuevo. La deuda externa se ha transformado desde hace décadas en el mayor flagelo que sufre el pueblo argentino. Toda nuestra riqueza, el trabajo de varias generaciones, se ha ido por los agujeros de ese barril sin fondo. Fue generada fraudulentamente durante la dictadura genocida y después pagada por todos los gobiernos que la sucedieron. Varias veces, con Menem primero y con los Kirchner después, nos quisieron vender que “ya no era más un problema” o que “nos habíamos desendeudado”. Pero era falso. La deuda externa, cual un fantasma, siempre vuelve.

Ahora debemos un PBI entero (el equivalente a toda la riqueza que produce el país en un año). El último salto grande se dio durante el actual gobierno de Cambiemos. El mismo que, cuando ya los acreedores no quisieron seguir prestándonos y comenzaron a exigir la “devolución”, recurrió al FMI, que nos dio otros 57.000 millones de dólares con el único objetivo de garantizar el pago de vencimientos anteriores a cambio de que se lleve adelante un brutal ajuste (y de aumentar en ese monto más aún el endeudamiento).

Hoy, con la economía absolutamente hundida, con una inflación que no cesa de comerse el poder adquisitivo de los salarios y las jubilaciones, con una desocupación creciente y con millones cayendo en la marginación y la miseria, todo producto de esas políticas de ajuste, surge cada vez más acuciantemente la pregunta de cuál es la salida a todo esto.

La bronca absoluta al gobierno de Macri hace que muchos trabajadores, jóvenes, vecinos de los barrios populares, miren con expectativas a lo que se presenta como la oposición mayoritaria, encarnada en las distintas variantes del peronismo. Y dentro de ellas, muchos ponen sus esperanzas en el kirchnerismo, hoy encarnado en la fórmula Alberto Fernández- Cristina Fernández de Kirchner.

¿Qué dicen todos estos candidatos y partidos con respecto al problema más importante que hoy enfrenta la economía argentina?
Todos, absolutamente todos, acuerdan en continuar bajo la tutela del acuerdo del FMI. Y también unánimemente se cansan de decir que garantizarán como sea los pagos de deuda externa. En eso coinciden Macri, Alberto Fernández, Massa, Lavagna, Pichetto y Urtubey. A partir de ahí abren un abanico de demagogia, alegando que igual se puede implementar una política “progresista”, “de redistribución de la riqueza” o “nacional y popular”. Alberto Fernández ha llegado al extremo de decir, cuando se le preguntó cómo haría para llevarla adelante si a la vez se cumple con el Fondo y con los acreedores, que “hay que recurrir a la creatividad”. Otras veces se argumenta que bastaría con “renegociar” con el FMI y que a partir de ahí se nos abrirían todas las facilidades.

Desde la izquierda somos clarísimos y advertimos al pueblo trabajador: todo esto es mentira. Si se continúa con el acuerdo con el FMI y se sigue pagando la deuda externa no hay absolutamente ninguna oportunidad de hacer la más mínima política de reactivación, o tomar medida alguna a favor de los trabajadores. Iremos de crisis en crisis, que cada vez serán mayores, y nos hundiremos cada vez más rápido. Y el Fondo nos exigirá cada vez más ajuste.

Por eso insistimos en aquello que la izquierda ha quedado proclamando sola. Ya es cuestión de vida o muerte: hay que romper con el FMI y suspender inmediatamente los pagos de deuda externa. Esas son las medidas elementales para comenzar un programa de emergencia obrero y popular. Que debemos complementar con otras, como nacionalizar la banca y el comercio exterior, o reestatizar las privatizadas. A partir de allí contaremos con los recursos para efectivamente garantizarle a todos los trabajadores un salario mínimo igual a la canasta familiar (hoy calculada por la junta interna de ATE Indec en 40.000 pesos), el 82% móvil para los jubilados, más plata para la educación y la salud pública, planes de viviendas para resolver el flagelo del desempleo y a la vez terminar con el déficit habitacional (se necesitan construir cinco millones de viviendas). En suma, poner los miles de millones de dólares que hoy se van a manos de los pulpos acreedores al servicio de resolver las más urgentes necesidades populares.