Debacle político-electoral del gobierno de Macri
En las PASO hubo una debacle política de Macri. El gobierno nacional y la gobernadora Vidal salieron ampliamente derrotados. Millones votaron contra los despidos, la recesión, el robo salarial, la entrega del país y la enorme crisis social. Hubo un voto castigo contra el gobierno del cual fue beneficiada la fórmula peronista de los Fernández. La derrota electoral del gobierno fue aplastante, 47,37% a 32,23%, con 15 puntos de diferencia. El otro hecho distintivo de las elecciones fue que el Frente de Izquierda Unidad, con la fórmula Del Caño-Del Plá, hizo una muy buena elección a pesar del vuelco electoral de millones al peronismo. La debacle electoral de Macri pone al rojo vivo la crisis política y económica que estaba tapada por la campaña electoral.
La aplastante derrota del gobierno de Macri provoca un tembladeral político porque muestra que ya es irreversible el resultado, abriéndose un espacio de cuatro meses con un gobierno muy debilitado, repudiado por millones. La patronal, las multinacionales, la banca, el FMI y el imperialismo tendrán que esperar cuatro meses para hacer el recambio de un gobierno patronal a otro.
La debacle se hizo evidente el día posterior con la conferencia de prensa de Macri-Pichetto tratando de “huir hacia adelante”. Con rostros demacrados, ambos anunciaron que “decidimos dar la pelea”, “vamos a revertir la elección” y, según Pichetto, “esto no termina”. Como si nada hubiera pasado. Mientras pretendían atribuir la subida del dólar y la inestabilidad financiera al voto al peronismo, cuando en realidad se trató de una nueva demostración de la dependencia del país a los intereses de las multinacionales y el capital financiero internacional. Se trata de un nuevo ajuste al servicio de sus ganancias y otra brutal caída del salario.
Empezó el fin del gobierno de Macri
Todo indica que la derrota electoral del gobierno es irreversible. El voto castigo en su contra fue tan contundente que deja abierto que para las elecciones del 27 de octubre se repita su derrota y no haya segunda vuelta. Para ganar en primera vuelta se necesita que la fórmula ganadora tenga el 45% de los votos. Alberto Fernández ya logró el 47%. Esta es la base de la crisis política que tiene el régimen patronal hoy.
La magnitud de la derrota del macrismo se evidencia en que solo logró ganar en dos distritos, CABA y Córdoba. Perdió hasta en Mendoza, Jujuy y Corrientes donde los gobernadores son suyos. La derrota más contundente la sufrió su candidata “estrella” Vidal en Provincia de Buenos Aires. Aquí la diferencia con el peronismo fue de 17 puntos (52,5% a 34,6%). El golpe más contundente fue en el conurbano bonaerense donde perdió las intendencias de Quilmes, Lanús, 3 de Febrero y Pilar. Solo mantuvo las de San Isidro y Vicente López. La declinación de Macri y de Cambiemos se viene dando al compás del ajuste y la caída del nivel de vida del pueblo trabajador. Hay que recordar que Cambiemos había arrasado en las elecciones legislativas de 2017, al punto que en Provincia de Buenos Aires el ignoto Esteban Bullrich le ganó a la lista peronista encabezada por la mismísima Cristina Kirchner. Agrandado con ese resultado, Macri se lanzó a la reforma jubilatoria recomendada por el FMI, que provocó un repudio de masas en diciembre de ese mismo año. Miles se movilizaron frente al Congreso. Fue un antes y después. El pacto con el FMI, a mediados de 2018, lo terminó de hundir. Un anticipo de su caída fueron los resultados de las elecciones provinciales adelantadas este año. En Santa Fe, por ejemplo, donde había llegado a disputar la gobernación con Miguel Del Sel, este año quedó tercero con el 19,78%. Una amplia franja de trabajadores y sectores populares que habían votado a Macri en repudio a los doce años de kirchnerismo fueron rompiendo por el nuevo fraude político que significó Cambiemos. Esto no tiene retorno. Ni los encuestadores lograron registrar la magnitud del odio popular hacia Macri y su gobierno.
El voto castigo lo capitalizó la fórmula peronista de los Fernández.
La fórmula de Alberto y Cristina logró capitalizar abrumadoramente el voto castigo hacia el macrismo. Alberto Fernández recibió más de 10 millones de votos. Ningún encuestador había anticipado tal diferencia, ni los que trabajaban para el Frente de Todos. De esta forma se fortaleció la tendencia que ya marcaban las elecciones provinciales. El voto bronca, el voto castigo, marcaba un retorno de los sectores populares al voto al peronismo. Muchos trabajadores y jóvenes votaron a la fórmula de los Fernández sabiendo que no es seguro un cambio de fondo en sus vidas. Pero primó el odio a Macri y a su ajuste brutal. Primó el “hay que terminar con Macri”, “no se aguanta otro gobierno de Macri”.
El peronismo kirchnerista supo aprovechar electoralmente esa bronca de millones. Para ello debió reubicarse y cambiar su política electoral. Aunque el gobierno acentúe que enfrenta al “kirchnerismo”, el Frente de Todos es una nueva alianza peronista. En realidad Cristina, en su debilidad (nunca pasó del 30-35%), tuvo que aceptar un armado superior al peronismo K. Sabía que con La Cámpora no era seguro que pudieran ganar. Por eso tuvieron que armar otra alianza, empezando con poner a Alberto Fernández de candidato a presidente que había sido años crítico de Cristina. Esa decisión fue clave para una alianza superior. Y terminaron pactando con Sergio Massa y gran parte del Frente Renovador, el Movimiento Evita y la mayoría de la burocracia sindical. Daer, Moyano y las CTA hicieron campaña por los Fernández. Y centralmente tejieron una alianza con los gobernadores, los mismos que vinieron aplicando el ajuste macrista en las provincias. Además sumaron a sectores de la alicaída centroizquierda como Pino Solanas, Victoria Dona y Víctor De Gennaro. Así fueron liquidando o reduciendo a su mínima expresión al posible “tercer frente” del Peronismo Federal. De esta forma Lavagna, Urtubey y Graciela Camaño solo lograron el 8,3%.
Ni esta alianza ni el casi seguro próximo gobierno de los Fernández significa que el peronismo haya superado su crisis histórica. Pero sí significa una recomposición coyuntural importante. Millones volvieron a votar al peronismo como voto bronca pero también con cierta leve esperanza de que van a estar “mejor” que con Macri. Reflejando que todavía no se ha producido una ruptura final con la equivocada creencia de que dirigentes políticos patronales puedan “solucionar” la pobreza y la decadencia social de las masas. Esa es aún la herencia del viejo peronismo de las “conquistas sociales” del ´45, que no van a volver. No volvió durante los doce años de kirchnerismo y menos lo va a hacer ahora. Ya Alberto Fernández dijo que va a renegociar con el FMI, que van a seguir pagando la deuda, o sea, van a seguir gobernando para los de arriba y aliados a la burocracia sindical. Los trabajadores y sectores populares se verán otra vez enfrentados a un gobierno peronista.
Por eso es equivocada cualquier posible interpretación, desde sectores de izquierda, de que se vaya a abrir un “nuevo orden” en el país en el cual el imperialismo y las multinacionales vayan a tener un fuerte choque con un gobierno de Alberto y Cristina. Macri era el candidato preferido de Trump, el FMI y Bolsonaro, pero otra cosa es creer que ya el FMI y el imperialismo no están prestos a negociar con un nuevo gobierno peronista. Ya lo hicieron con el kirchnerismo, durante doce años, que pagó la deuda, atacó el salario y pactó con la Barrick, Monsanto y Chevron.
Una gran elección del FIT Unidad
El Frente de Izquierda Unidad hizo una muy buena elección. Logró 700 mil votos a presidente con la fórmula Del Caño-Del Plá y 760.000 votos a diputados nacionales, superando ampliamente el piso proscriptivo de las PASO y ubicándose como cuarta fuerza nacional. Es muy importante la votación al FIT-Unidad frente al hecho objetivo del vuelco masivo hacia el voto castigo con el peronismo. Muestra que existe en todo el país una franja importante de votos que se ha consolidado con el Frente de Izquierda Unidad apoyando una salida por izquierda ante la crisis del país y que le da la espalda a las distintas variantes patronales. Y un reconocimiento por haber sido consecuentes en el enfrentamiento al ajuste de Macri y los gobernadores, en la lucha de las mujeres, en defensa de la juventud y postular el sindicalismo combativo contra la burocracia sindical.
El voto al FIT-Unidad fue parte de voto de repudio al gobierno de Macri y de apoyo a una salida de independencia de clase. También a la clara campaña de que no hay salida para la clase trabajadora y los sectores populares sin romper con el FMI y dejar de pagar la deuda externa.
Fue un voto a favor de la consecuencia del FIT Unidad en mantener y luchar por más unidad de la izquierda. Como también se mostró el fracaso electoral del sectarismo del Nuevo Mas y de su candidata presidencial, Manuela Castiñeira, que no pudo pasar a octubre, y el retroceso evidente de Luis Zamora. Ambos rechazaron la propuesta de sumarse a la unidad en una sola lista de la izquierda.
Pasadas las PASO tenemos por delante dos tareas fundamentales. La primera, salir a enfrentar el nuevo ajuste con la subida del dólar y su consecuente aumento en los precios y la baja salarial y jubilatoria. Desde Izquierda Socialista en el FIT-Unidad consideramos que debemos salir unificados a reclamar a la CGT-CTA un paro de 36 horas y un plan de lucha para imponer medidas de emergencia como un aumento de salarios y jubilaciones acorde a la canasta familiar, que se suspendan los pagos de la deuda y que se nacionalice la banca para evitar la fuga de capitales y la especulación contra el pueblo trabajador y el país.
La segunda, pasa por prepararse para seguir la pelea político-electoral hacia octubre, para consolidar y aumentar el voto a los candidatos del FIT Unidad y fortalecer una alternativa política que ante las posibles convulsiones sociales prepare una salida de fondo. Una nueva buena elección nos fortalecerá para seguir la lucha contra el nuevo gobierno y los nuevos ajustes que vendrán.