El capitalismo verde es otro “cuento de hadas”
Los diagnósticos del mundo científico son categóricos: de no ocurrir una reducción drástica de las emisiones de gas invernadero en la próxima década que frene el calentamiento global, la vida de las generaciones futuras sobre la faz de la tierra está seriamente comprometida. ¿Esto tiene solución dentro de los márgenes del capitalismo?
Escribe Nicolás Núñez, candidato a legislador porteño
Ante este panorama, hace un tiempo que viene ganando espacio la idea de una “New Deal Verde” impulsado por la congresista demócrata Alexandria Ocasio-Cortez en Estados Unidos, Jeremy Corbyn en Inglaterra, ahora Pedro Sánchez en el Estado Español, y también intelectuales como Naomi Klein. Recordemos que el “New Deal” había sido el programa económico impulsado por Roosvelt para hacer frente a la crisis de 1929 en Estados Unidos. Hablan de una “movilización de recursos sin precedentes” para frenar el calentamiento global, pero el centro de su propuesta se concentra en la subvención estatal a las multinacionales para que adecuen sus procesos productivos. O sea, es un premio a las empresas que más atacan el ambiente, como las automotrices y petroleras, para que sostengan sus ganancias con los impuestos que pagan las mayorías populares.
Pero ni aun así, las 100 empresas que generan el 71% de las emisiones de gas invernadero están interesadas en modificar su actual lugar de privilegio en la economía mundial, y las emisiones siguen aumentando año a año. En suma, en Estados Unidos al completo rechazo de Trump, se le suma el sector mayoritario del Partido Demócrata que no apoya el proyecto por miedo a perder votos.
En este contexto, un documento de especialistas del Fondo Monetario Internacional sobre políticas macroeconómicas y financieras ante el cambio climático distribuido frente a la cumbre mundial de las Naciones Unidas concluye con un reconocimiento a ser tenido en cuenta: no existe en su “literatura” (su reserva de teoría y lineamientos) alguna respuesta para hacer coincidir estabilidad económica con “mitigar” el cambio climático. A confesión de partes, relevo de pruebas: no hay forma de hacer congeniar la economía capitalista con las drásticas medidas necesarias para la protección del ambiente. El “capitalismo verde” no pasa de ser una utopía, otro “cuento de hadas” del imperialismo (utilizando la expresión de la activista sueca Greta Thunberg en su discurso en la Cumbre de Acción Climática).
“Estamos a punto de sacrificar nuestra civilización por las oportunidades de ganar enormes cantidades de dinero para un reducido número de personas.” había dicho Greta en diciembre de 2018 en otra conferencia de la ONU. En sus denuncias y en las pancartas que entre los millones que ganan las calles piden “cambio del sistema, no del clima”, empieza a emerger una denuncia con un fuerte contenido anticapitalista. Los socialistas revolucionarios tenemos que aprovechar estas expresiones de lucha para fortalecer una franja dentro del movimiento que se proponga dar pelea por una salida de fondo, la única efectiva para frenar la destrucción ambiental capitalista: pelear por gobiernos de la clase trabajadora que le quiten los resortes de la economía a las multinacionales, y planifiquen la economía al servicio de las necesidades populares y el cuidado de la naturaleza.
Por un gran movimiento de lucha contra la destrucción ambiental capitalista
Tenemos que ser parte de cada una de las movilizaciones que están convocando a nivel mundial y en nuestro país. Lo hacemos levantando un programa de fondo, que parta de la estatización de los recursos naturales para quitarlos de las manos del saqueo y la contaminación capitalista que desarrollan las multinacionales. Le decimos basta en la Argentina a un modelo productivo que se asienta en la explotación contaminante como la megaminería y el fracking para juntar dólares para la deuda. Exigimos plata para el desarrollo científico, tecnológico y productivo. Plata que debe provenir de no pagar la deuda externa y romper con el FMI.
También denunciamos a Macri que, por decreto, acaba de habilitar la importación de materiales plásticos contaminantes para que Argentina sea basurero del mundo, y en la Ciudad de Buenos Aires con Larreta habilitaron quema de residuos a cielo abierto, cosa prohibida hace décadas. Pero también decimos que no se puede luchar por preservar el ambiente de la mano del proyecto político de Alberto Fernández que incluye como prioridad transformar en Vaca Muerta un “paraíso” para las multinacionales de fracking, precarización laboral y ausencia de controles ambientales.
Avancemos en la coordinación para dar estas peleas junto al Frente de Izquierda-Unidad y las organizaciones socioambientales que vienen haciendo crecer la preocupación ante estas problemáticas. Sumemos a nuestro país a la ola mundial que tiene por horizonte evitar que el capitalismo termine con la propia existencia humana.