Polémica con el Che Guevara

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Polémica con el Che Guevara

Incluye texto de Ernesto Guevara "Guerra de guerrillas: un método"

Ernesto Che Guevara, décadas después de su asesinato en Bolivia en 1967, sigue presente como símbolo del revolucionario cabal, de la entrega militante a la lucha de los pueblos por su liberación y el socialismo. Decía Nahuel Moreno en uno de los textos que presenta CEHuS: “Guevara, que se jugó la vida cuantas veces fue necesario, hasta perderla, por la revolución cubana y latinoamericana, no tuvo temor de enfrentar y dar respuesta a los problemas más graves planteados a la revolución. Desde la defensa de Cuba hasta la construcción del socialismo en la etapa de transición, pasando por las relaciones económicas entre los países socialistas, no hubo problema de importancia decisiva en la lucha de los trabajadores que Guevara no abordara, para darle una salida: la revolución permanente.” Dentro de ese reconocimiento, también Moreno fue principal protagonista del rechazo a la vía del foco guerrillero rural propiciado por el Che. Construyendo partido en el movimiento obrero y polemizando, como “de rodillas”, con el Che.

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Presentación

Nuestro homenaje al Che Guevara

Por Gabriel Schwerdt - Miembro de la Dirección Nacional de Izquierda Socialista.

El 8 de octubre de 1967 caía asesinado Ernesto Che Guevara en el paraje Las Higueras, Bolivia. Murió tal como había vivido: peleando por la revolución. Un camino que comenzó en 1951 cuando de joven sale a recorrer Latinoamérica y que unos años después lo llevará a unirse a Fidel Castro y al Movimiento 26 de Julio, que luchaban por derrocar al dictador cubano Fulgencio Batista.

Nuestra corriente, encabezada por Nahuel Moreno, reivindicó y defendió la revolución que tiró a Batista, y el surgimiento de Cuba socialista desde 1960-61, encabezada por Fidel y el Che.

Para nosotros, al igual que para millones de luchadores en todo el mundo, el Che es un ejemplo de vida militante, honesta, de entrega a un ideal de cambio revolucionario y de lucha. De su experiencia el Che fue sacando conclusiones que expresó a través de consignas y en sus escritos. Reivindicamos muchas de estas posiciones.

“Revolución socialista o caricatura de revolución”

En esta frase que fue parte del Mensaje a los pueblos del mundo a través de la Tricontinental (abril 1967), el Che sintetizó la experiencia de la revolución cubana. La única manera de terminar con el hambre y la miseria es el socialismo. Es decir, quitarles las refinerías, los ingenios azucareros, los campos, fábricas y bancos a los yanquis y a los grandes patrones nacionales. Y poner toda esa riqueza al servicio de los trabajadores y el pueblo. Esto permitió en su momento que Cuba no tuviese pobres, ni analfabetos ni chicos descalzos. Hacer otra cosa era para el Che una “caricatura de revolución”.

“Por dos, tres… muchos Vietnam”

El Che también comprendió que aún cuando la revolución triunfase en un país aislado, el imperialismo continuaba dominando el mundo. Para derrotarlo, la revolución socialista debía ser internacional, luchar por su extensión a todos los países; en nuestro caso, luchar por una revolución continental, de todos los pueblos de América latina. Por eso su consigna fue “por dos, tres… muchos Vietnam”. Tomó el ejemplo del pequeño país asiático que en esos días le estaba dando una paliza al imperialismo yanqui. Era su forma práctica de plantear: “luchamos por la revolución en todos los países”. Y eso fue a hacer a Bolivia, donde lo asesinaron: a impulsar desde allí la revolución socialista en todo el continente.

La polémica con el foco guerrillero

La prédica guerrillera de la dirección cubana ejerció una presión brutal sobre Latinoamérica. Se produjeron alas procastristas y escisiones, dispuestas a hacer los “focos” en prácticamente todas las organizaciones del continente, tanto en los grandes partidos burgueses como en los partidos comunistas dominados por la burocracia estalinista de la ex URSS y toda la izquierda. En Venezuela del partido Acción Democrática se formó el MIR (Movimiento de Izquierda Revolucionaria), en Perú surgió el APRA (Alianza Popular Revolucionaria Americana) Rebelde; también en el seno del peronismo argentino hubo sectores castristas y en la democracia cristiana de todo el continente.

También se abrió un gran debate en el trotskismo. Para una mayor ilustración sugerimos leer el trabajo de Martín Mangiantini, El trotskismo y el debate en torno a la lucha armada, (Colección Controversias, 2014) especialmente su segundo capítulo, “Trotskismo, guevarismo y revolución cubana”.

Tanto en Argentina como en Perú importantes dirigentes de la corriente morenista sucumbieron a la presión del castrismo y el foquismo guevarista. En 1961 comenzó en Palabra Obrera de Argentina una desviación militarista guevarista, que culminó con la ruptura de un grupo de compañeros encabezados por el Vasco Bengochea a mediados de 1963. También desde 1961 había comenzado una desviación similar en Perú, que llevó a un grupo de compañeros del Frente de Izquierda Revolucionaria (FIR) a realizar expropiaciones bancarias. Estas acciones eran totalmente contrarias a toda la orientación que el SLATO (Secretariado Latinoamericano del Trotskismo Ortodoxo, encabezado por Moreno) había elaborado hacia el trabajo campesino de Hugo Blanco en los valles del Cuzco. (ver Perú: dos estrategias, Ediciones CEHuS, Buenos Aires, 2015).

La posición de Nahuel Moreno sobre la revolución cubana y su dirección

Nahuel Moreno fue redondeando durante esos años sus elaboraciones y política sobre el proceso cubano y sobre la revolución triunfante. Fue definiendo al naciente castro-guevarismo según su evolución, es decir según la realidad. Marcó que la lucha para derrotar a Batista pasó por varias etapas, desde el fracasado intento de putsch llevado adelante por un grupo de jóvenes de la burguesía y la pequeñoburguesía liderado por Fidel Castro, pasando por la instalación en las montañas de Sierra Maestra y la incorporación a la guerrilla de crecientes sectores de la pequeñoburguesía urbana y del campesinado, con el apoyo masivo a su lucha, hasta llegar a la derrota de Batista en enero de 1959.

Una vez que asumieron el gobierno Fidel, el Che y el M26, Moreno fue siguiendo la renuncia del presidente Urrutia, juez de la Suprema Corte y antibatistiano, y la crisis de julio-agosto de 1959 que dio lugar a la ruptura con el sector de la patronal que habiendo apoyado a Castro intentaba frenar la revolución y encauzarla en los moldes de una democracia burguesa formal; hasta la implementación, presionado por el movimiento obrero y la situación internacional, de una serie de medidas muy progresivas: la instalación de milicias armadas, profundización de la reforma agraria, para llegar al enfrentamiento decidido al imperialismo yanqui y el comienzo de las expropiaciones de las empresas multinacionales en suelo cubano. Luego, a fines de 1960, el gobierno del M26 nacionalizaría sin titubeos prácticamente toda la industria, el comercio exterior, la tierra y el sistema bancario. Con estas medidas surgió Cuba socialista, como lo proclamó la Segunda Declaración de La Habana en febrero de 1962. El trotskismo lo fue definiendo como un estado obrero, el primero de América y del mundo occidental.

Como se ve, las acciones de la dirección guerrillera y luego del gobierno de Fidel y el Che fueron cambiando al ritmo de la presión de las masas cubanas y de la situación internacional. Por eso es correcto que Moreno fuera cambiando las definiciones y tareas que se desprendían hacia la revolución cubana según su desarrollo, pero sin dejar de señalar en ningún momento el carácter pequeñoburgués de la dirección del movimiento revolucionario castrista. Ni la disyuntiva de hierro del proceso cubano: “La experiencia revolucionaria mundial nos obliga a ser tajantes: o la revolución se extiende en forma permanente en el interior o en el exterior, o muere. Internamente debe imponer un verdadero gobierno de la clase obrera, apoyado en el campesinado y en la clase media urbana. […] La extensión exterior de la revolución, se logrará haciendo que la misma se comprenda, apoye y desarrolle por el movimiento obrero latinoamericano.” (Revista Qué Hacer Nº 1, del 13/06/1960).

En septiembre de 1964, Nahuel Moreno publicaría en la revista Estrategia el texto “Dos métodos frente a la revolución latinoamericana”, que ahora reedita CEHuS, en el cual detallaría sus críticas a la concepción del foco guerrillero impulsada por Guevara.

Resumiendo podemos decir que con la expropiación de la burguesía Cuba se había transformado en un estado obrero, pero como estos triunfos revolucionarios se lograron bajo una dirección independiente del estalinismo pero profundamente pequeñoburguesa y nacionalista, el nuevo estado era burocrático desde su nacimiento. Por lo tanto, estaba planteada, al igual que en los otros países donde se había expropiado a la burguesía del este europeo, China y la propia ex URSS, la necesidad de la revolución política y la necesidad de construir un partido trotskista. Esta definición se mostró correcta con el pasar de los años, aunque como ya vimos la corriente morenista no se vio exenta de las desviaciones y escisiones producidas por la presión del castrismo.

El “ala más revolucionaria”

Moreno no dejaba de señalar en qué marco desarrollaba las críticas: “Trotsky, al comentar incidentalmente las polémicas de Bujarin con Lenin, señalaba que las hacía de rodillas, como pidiendo perdón, del mismo modo que un hijo discute con su padre o un alumno con su maestro: como si fuera una desgracia. Nosotros nos ubicamos frente a Guevara o Fidel Castro en una posición similar. Nuestra admiración respeto, reconocimiento hacia ellos, como jefes del proceso revolucionario latinoamericano, no tiene límites.”

Así es cómo recordando su encuentro con el Che en la reunión de Punta del Este, Moreno no dudó en ubicarlo en el “ala más revolucionaria”, que se oponía a la subordinación a la burocracia de la URSS, en el proceso cubano, aunque sin pasar por alto sus posiciones pro chinas. (Ver El Tigre de Pobladora, Ediciones El Socialista, 2006).

Es que además de infatigable defensor de las expropiaciones y la centralización económica, Guevara se planteaba hacer “participar a los trabajadores en la dirección de la economía nacional planificada” (véase por ejemplo su discurso del 8/8/61).Y tuvo una particular y temprana preocupación por denunciar y combatir los privilegios que comenzaban a usufructuar los funcionarios del gobierno y el Partido Comunista cubano. Mantuvo una vida personal y familiar absolutamente austera y se ponía cada domingo al frente de brigadas de trabajo, para educar con su ejemplo. Su visión internacionalista lo llevó a entender la defensa de Cuba como parte de la extensión de la revolución socialista al resto de Latinoamérica y a chocar cada vez más con las posiciones de la burocracia soviética. Criticó duramente los términos de intercambio económico de la URSS con los demás países del llamado “campo socialista”. En febrero de 1965 pronunció un célebre discurso en Argel. Llamó a unir las luchas contra el imperialismo hasta acabar definitivamente con su dominio en todo el mundo, a fortalecer el internacionalismo proletario y a la pelea mundial por el socialismo. Condenó la política de coexistencia pacífica entre la conducción de la URSS y el imperialismo, exigió el apoyo incondicional, con armas gratis, a los vietnamitas, denunció el yugo de las deudas externas y las bases militares yanquis. Esas posiciones revolucionarias iban perdiendo apoyo dentro de Cuba, y poco después se fue para no volver.

Bajo la reivindicación de la figura del Che, se defienden políticas que tienen poco y nada que ver con su trayectoria.

Hace ya unos años que los gobiernos de Venezuela, sobre todo en vida de Chávez, y de Bolivia con Evo Morales proclaman un llamado “Socialismo del Siglo XXI”. Defienden la economía mixta capitalista, la convivencia entre distintas formas de propiedad (incluyendo los negocios de las grandes multinacionales) y los mecanismos del mercado. Para el caso de Cuba, desde fines de la década de los ochenta, con el lema de la “actualización del socialismo”, se impuso la restauración del capitalismo.

Los fracasos de Chile en los setenta y de Nicaragua en los ochenta ya fueron pruebas contundes de adónde conduce ese neorreformismo. Tanto entonces, en 1973 o 1979, como actualmente, el Partido Comunista de Cuba defiende esas políticas equivocadas. En todos estos países se tomó un camino opuesto al de Cuba, manteniendo el capitalismo. El Che ya no estaba. Pero dejó su concepción socialista revolucionaria e internacionalista. Para Guevara eran una totalidad la necesidad de la revolución, las expropiaciones, la planificación y la participación consciente de los trabajadores en la construcción de la economía de transición, la extensión de la revolución, y la solidaridad mutua entre los países que se llamaron “el campo socialista”. Para su enfoque, no había medias tintas. Si lo que prima es el mercado, y no la planificación y la centralización, es capitalismo, no es socialismo. Por eso ya en 1963 rechazaba las posiciones que defendían un funcionamiento mercantil para la economía cubana y criticaba al gobierno de la URSS que lo alentaba.

Las experiencias de las “reformas hacia el mercado” de los burócratas chinos y de los soviéticos, que dieron lugar a la restauración del capitalismo en aquellos países, seguidos por los cubanos, y los renovados intentos de hacer “socialismo” en el capitalismo, como el chavismo, actualizan la vigencia de aquella frase por la cual dio Guevara su vida: “revolución socialista, o caricatura de revolución”.

Héroe y mártir de la revolución permanente

Con ese título, días después de que el ejército boliviano asesinara al Che, Nahuel Moreno publicaba su homenaje al revolucionario. “Guevara, que se jugó la vida cuantas veces fue necesario, hasta perderla, por la revolución cubana y latinoamericana, no tuvo temor de enfrentar y dar respuesta a los problemas más graves planteados a la revolución. Desde la defensa de Cuba hasta la construcción del socialismo en la etapa de transición, pasando por las relaciones económicas entre los países socialistas […] para darle una salida: la revolución permanente” (La Verdad, 23/10/67). Lo reproducimos en esta edición.

Luego de medio siglo de su muerte, la figura del Che sigue vigente y trasciende los países latinoamericanos. Su foto se la ve en banderas en canchas de fútbol, en las remeras de los jóvenes que se movilizan en Europa y en el norte de África. Es reivindicado como modelo de luchador honesto e incansable.

Para nosotros, los socialistas revolucionarios, es decisivo reivindicar en el legado del Che Guevara su lucha por el socialismo. Para acabar con la miseria en la que están sumergidos millones de trabajadores y jóvenes que son explotados en todo el mundo por el sistema capitalista-imperialista el único camino es derrocarlo e imponer en su lugar el socialismo con democracia obrera, poniendo toda la economía en manos de los trabajadores expropiando a las empresas multinacionales y a los grandes patrones nacionales. Este es el gran legado de Guevara y por el cual luchó toda su vida hasta caer asesinado en Bolivia.

Por último, para dar a conocer de primera mano a las jóvenes generaciones alguno de sus textos más emblemáticos -y uno de los que cita Moreno en su polémica- incluimos completo el artículo del Che, Guerra de guerrillas: un método.

Buenos Aires, septiembre de 2017