Jun 16, 2024 Last Updated 11:15 PM, Jun 15, 2024

La lucha de las trabajadoras del ferrocarril Sarmiento con la agrupación “Mujer Bonita es la que lucha” y de lxs delegadxs de la Bordó, continúa haciendo historia. Esta vez, con inmensa alegría recibimos la noticia de que Silvia Bogado, es desde ahora y para siempre, la primera mujer mecánica de trenes de nuestro país que, desde el pasado 12 de septiembre, trabaja reparando trenes en los talleres de Castelar.
Este importante logro se suma al historial de luchas que las trabajadoras del Sarmiento, pioneras en la pelea contra la discriminación laboral, vienen dando para romper con la lógica de que las mujeres solo deben estar en los puestos de limpieza. Así fue que pelearon insistentemente por el cupo femenino en todas las especialidades y pasaron de 18 mujeres en 2011 a ser hoy más de 360 en toda la línea. Con organización, conquistaron hace algunos años por ejemplo, tener también a la primera mujer guarda y las primeras banderilleras.

Sin embargo, aún falta romper con el machismo patriarcal de la empresa Trenes Argentinos y la misoginia de la burocracia de La Fraternidad para que puedan conducir los trenes, puesto que hoy solo es reservado para los varones con argumentos retrógrados de tipo las mujeres son más sensibles o no están capacitadas. Por eso, como pioneras en la lucha por la igualdad laboral, las ferroviarias del Sarmiento no dejan de reclamar “mujeres a la conducción “ de trenes. Y también, por talleres obligatorios contra la violencia de género, respeto y protección para las compañeras víctimas de violencia machista de acuerdo a la ley 26.485 de erradicación de la violencia hacia las mujeres.
Desde Isadora, saludamos esta enorme conquista y estamos orgullosas de ser parte del movimiento de mujeres que pelea con fuerza por cada uno de los derechos de las trabajadoras. ¡Compañeras de Mujer Bonita es la que lucha, felicitaciones!

La lucha del movimiento de mujeres a nivel mundial viene haciendo temblar la tierra en la pelea contra los gobiernos capitalistas, que niegan nuestros derechos. En marzo realizamos el segundo paro internacional de mujeres contra la desigualdad salarial y los planes de ajuste, salimos a las calles contra la violencia de género y sexual y por el aborto legal y conquistamos con la movilización el derecho al aborto en Irlanda. Porque sabemos que la historia de nuestros derechos es la de la conquista en las calles, este 28S tenemos que impulsar una jornada global por el aborto legal desde Argentina y en el mundo.

En el marco de la oleada de las luchas de las mujeres, la pelea por el aborto legal en la Argentina generó una marea verde que se expandió por el mundo, con una inmensa solidaridad internacional y con el despertar de esta pelea en América Latina, región dónde en la mayoría de los países el aborto se encuentra o restringido o totalmente prohibido. Los pañuelos verdes se volvieron un símbolo que representa la pelea por el derecho a decidir sobre nuestros propios cuerpos, expresándose en movilizaciones muy importantes.

La Iglesia Católica, una de las principales instituciones responsables de la ilegalidad del aborto en todo el mundo, se encuentran atravesando una fuerte crisis por su papel reaccionario ante las luchas del movimiento de mujeres y diversidad. Pero también envuelta en los escándalos de abusos sexuales a niñas, niños y adolescentes por todo el mundo, incluso con protestas en Irlanda y Chile, países que visitó el Papa el último año.

Producto de la rebelión del movimiento de mujeres a escala global, es que hoy estamos en mejores condiciones para seguir dando la pelea por el derecho al aborto en el 40% del mundo dónde todavía es clandestino. Por esto es que presentó un proyecto de despenalización del aborto en Chile o la presentación judicial realizada por el PSOL en Brasil para terminar con la criminalización de las mujeres que deciden interrumpir sus embarazos.

El 28S día de acción internacional por la despenalización y legalización del aborto, tenemos que seguir en las calles para realizar el segundo grito global por el derecho a decidir sobre nuestros propios cuerpos. Para que las más de 1.400 millones de mujeres que vivimos en países donde el acceso al aborto presenta algún tipo de restricción podamos decidir. Para terminar con la ilegalidad de este derecho que el sistema capitalista patriarcal pretende conservar en la clandestinidad para mantenernos sumisas y controladas, para superexplotarnos. Y sobre todo, para acabar con las más de 47 mil mujeres que mueren cada año por los abortos, responsables del 8 al 11% de la mortalidad materna global. Son las mujeres trabajadoras, pobres, jóvenes y migrantes, las que terminan pagando con sus vidas y los gobiernos capitalistas los responsables de esas muertes

Desde Isadora impulsamos que se realicen acciones en Argentina y en los distintos países, para seguir en las calles por educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar y aborto legal para no morir. Y por un movimiento de mujeres que pelee por contra la opresión patriarcal y se una a las luchas del resto de los sectores oprimidos y explotados en una perspectiva socialista en todo el mundo.

Días previos a la sesión del 8 de agosto, se conoció la historia de Liliana Herrera, una joven de 22 años, oriunda de Santiago del Estero y madre de dos hijos que murió a causa del aborto clandestino. Luego de la negativa del senado que votó en contra del proyecto de ley de interrupción voluntaria del embarazo que presentó la campaña nacional por el derecho al aborto y que ya tenía media sanción, conocimos dos nuevos casos en la provincia de Buenos Aires, uno de ellos en Pilar y el otro en San Martín. Mujeres que decidieron interrumpir sus embarazos y que por ser pobres lo pagaron con su vida.

Las historias se repiten y la bronca se acumula porque eran mujeres pobres, jóvenes y madres. ¿Cuántas vidas más se van a cobrar los senadorxs y diputadxs dinosaurios del PRO, UCR, PJ y del FPV? Basta de hipocresía, los que votaron contra el aborto legal, están a favor del aborto clandestino. Detrás de cada uno de estos casos hay historias de vida, que se perdieron para siempre. Y justamente, es por la vida de estas mujeres por las que seguiremos luchando hasta conquistar el derecho al aborto legal, seguro y gratuito.

Los pañuelos naranjas con la consigna de separación de la Iglesia del Estado empiezan a verse cada vez más atados en las mochilas, junto al pañuelo verde de la campaña por el derecho al aborto legal, seguro y gratuito. Dos símbolos que van juntos porque reflejan el sentimiento de millones de personas que decimos basta a la intromisión de la iglesia en los asuntos del estado y basta de interponerse en nuestros derechos. La iglesia católica y demás religiones jugaron un rol nefasto para impedir que se apruebe un derecho fundamental para todas las mujeres, con amenazas, hostigamientos y campañas extremas contra la libertad de decidir de las personas con capacidad de gestar. Y se la estamos cobrando, porque la campaña de separación de la iglesia del estado crece día a día. Se organizan apostasías colectivas en las puertas de las iglesias y en las plazas de todo el país. Las asambleas estudiantiles que pelean por aumento de presupuesto universitario, votaron quitar los símbolos religiosos de las universidades públicas como pasó en la facultad de derecho de la Universidad Nacional de Córdoba o en la facultad de medicina de la Universidad de Buenos Aires. Estas acciones reflejan un sentimiento genuino de repudio a una institución milenaria, funcional al sistema capitalista y al patriarcado que está llena de privilegios en todo el mundo y que está en contra de los derechos de las mujeres por eso en nuestro país hizo campaña a favor del aborto clandestino.

En Argentina, la iglesia católica apoyó todos los golpes de estado y en la última dictadura militar, bendijo las armas con las que los militares torturaron; fueron un puente para entregar a los bebes apropiados robándoles la identidad y también bendijo los vuelos de la muerte. Fue durante este período que la iglesia católica recibió los mayores beneficios económicos porque los militares sancionaron un conjunto de leyes que al día de hoy siguen vigentes: desde el pago de salarios a los obispos, jubilaciones de privilegios, becas para seminaristas, exenciones impositivas, hasta donaciones de tierras fiscales. Por eso, en marzo de este año, el propio gobierno de Macri reconoció que se destinaron 130.421.300 pesos del presupuesto para pagar los sueldos de los obispos, que hoy rondan en 46.800 pesos mensuales. Parece increíble pero es así: alguien que no trabaja recibe el equivalente de casi cinco salarios mínimos. ¡Y esa plata sale de nuestros impuestos!
Al sostenimiento económico

que recibe la Iglesia se le suman otros privilegios,como estar a cargo de la educación de millones de niños y niñas que asisten a sus escuelas confesionales, subsidiadas por el Estado, que se oponen a la implementación de la educación sexual. Además, la Iglesia es parte de los consejos consultivos o de los comités de ética de los hospitales, que en muchos casos son verdaderos obstáculos para impedir el derecho a la salud reproductiva de miles de mujeres y niñas, incluso obstaculizan los abortos no punibles que son legales en nuestro país desde el año 1931.

La bronca de millones crece también frente a la impunidad que gozan los curas pedófilos. A diario se conocen nuevos casos de curas abusadores y también se descubre cómo actúan las redes que tiende la cúpula de la iglesia católica con el vaticano y el papa Francisco para trasladarlos, esconderlos y así, encubrirlos.
A todo esto nos enfrentamos cuando salimos a pelear por nuestros derechos. Al poder de una institución milenaria que está amparada por el actual gobierno de Macri y todos los gobiernos anteriores (peronistas y radicales) que la sostienen en cada uno de sus privilegios. Desde Isadora impulsamos la campaña de separación de la Iglesia del Estado y exigimos que se deje inmediatamente de subsidiar y privilegiar a esta institución reaccionaria, oscurantista y ultraconservadora. Por eso gritamos con fuerza: ¡Iglesia y Estado, asuntos separados!

La campaña por la separación de la Iglesia del Estado va tomando fuerza y tiene su pañuelo color naranja. Este símbolo empieza a verse colgado de las mochilas junto al pañuelo verde por el derecho al aborto. Es lógico que vayan juntos, por el rol nefasto que jugó la Iglesia Católica, haciendo lobby parlamentario y con fuertes amenazas, para impedir que se apruebe un derecho fundamental para todas las mujeres, que es el de decidir sobre nuestro propio cuerpo. El movimiento de mujeres y fundamentalmente los sectores juveniles, son quienes tomaron en sus manos esta campaña que refleja el sentimiento de millones de personas que se hartaron del poder y de los privilegios que tiene la Iglesia Católica en nuestro país. 
Los beneficios económicos de esta institución van desde el pago de salarios a los obispos, jubilaciones de privilegios, becas para seminaristas, exenciones impositivas y donaciones de tierras fiscales. En marzo de este año, el propio gobierno de Macri reconoció que se destinaron 130.421.300 pesos del presupuesto para pagar los sueldos de los obispos, que hoy rondan en 46.800 pesos mensuales. Parece una burla pero es así: alguien que no trabaja recibe el equivalente de casi cinco salarios mínimos. ¡Y todo ese dinero sale de los impuestos que pagamos todos!


Al sostenimiento económico que recibe la Iglesia se le suman otros privilegios como estar a cargo de la educación de millones de niños y niñas que asisten a sus escuelas confesionales, subsidiadas por el Estado. Además, la Iglesia es parte de los consejos consultivos o de los comités de ética de los hospitales y son un verdadero obstáculo para impedir el derecho a la salud reproductiva de miles de mujeres y niñas. 
Tal es la indignación que miles se organizan para “apostatar” y de esta manera, borrarse de los registros de bautizados de la Iglesia Católica. A su vez, crece el repudio al uso de símbolos religiosos en las reparticiones públicas. Por ejemplo, en la Universidad Nacional de Córdoba, una asamblea masiva de estudiantes de Derecho votó a mano alzada la remoción de una estatua de la Virgen. 
En la Facultad de Medicina de la UBA, pasó algo similar y se tapó un símbolo religioso con el pañuelo naranja. 
Asimismo, la crisis de la Iglesia Católica con sus fieles sigue creciendo día a día y refleja la bronca que millones sienten frente a la impunidad de una institución que encubre y defiende a sus curas pedófilos en todo el mundo. Desde Izquierda Socialista impulsamos la campaña de separación de la Iglesia del Estado y exigimos que se deje inmediatamente de subsidiar y privilegiar a esta institución reaccionaria, oscurantista y ultraconservadora. Que el grito se haga de millones: ¡Iglesia y Estado, asuntos separados!

Isadora

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